• Пожаловаться

Sharon Penman: El sol en esplendor

Здесь есть возможность читать онлайн «Sharon Penman: El sol en esplendor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Историческая проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Sharon Penman El sol en esplendor

El sol en esplendor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El sol en esplendor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Inglaterra, segunda mitad del siglo XV. Transcurren tiempos interesantes: el país está dividido, sumido en un caos de intrigas y alianzas cambiantes. Dos bandos irreconciliables, los York y los Lancaster, libran una lucha a muerte por el trono. Los reyes autoproclamados se multiplican; hombres y mujeres ambiciosos pujan por la corona. Pero en este juego de poder no hay lugar para los perdedores: una derrota en el campo de batalla puede significar una muerte brutal y la destrucción de toda una familia Ricardo, el hijo más joven del poderoso duque de York, ha nacido en medio de la cruenta lucha por la corona inglesa que la historia conocerá como la Guerra de las Dos Rosas. Eclipsado desde pequeño por su carismático hermano Eduardo, se ha esforzado toda su vida en ser un aliado fiel y un buen soldado para su causa, lo que no es una tarea fácil en el clima de traición y desconfianza imperante; y mantener la lealtad a toda costa puede requerir el mayor de los sacrificios.

Sharon Penman: другие книги автора


Кто написал El sol en esplendor? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El sol en esplendor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El sol en esplendor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Deja de moverte -murmuró, y extendió la mano para adueñarse de la almohada de Ricardo.

Ricardo hizo un desganado intento de recobrar su propiedad, pero una vez más los tres años de ventaja de Jorge fueron decisivos y el niño mayor pronto estaba dormido, con ambas almohadas contra el pecho. Ricardo se apoyó la cabeza en el brazo, mirando con envidia a su hermano en reposo. En sus siete años, nunca había estado despierto a esas horas. Pero en sus siete años nunca había sentido tanto miedo.

Pensaba en el nuevo día con espanto. Se libraría una batalla. Morirían hombres por motivos que él no entendía del todo. Pero entendía con escalofriante claridad que en el ocaso su padre, Ned y Edmundo podrían contarse entre los muertos.

La funda de la almohada de su hermano se había deslizado; vio la punta de una pluma que sobresalía. Se acercó y la extrajo, vigilando a Jorge. Pero Jorge roncaba suavemente y pronto hubo una pila de plumas entre ambos. Él comenzó a separarla en dos campos que identificó mentalmente como «York» y «Lancaster». Las plumosas fuerzas de York eran encabezadas por su padre, el duque de York, y las de Lancaster por el rey, Enrique de Lancaster, y la francesa que era su reina.

Continuó arrancando plumas metódicamente de la almohada de Jorge y alineándolas en campos enfrentados, pero no sirvió de nada. No pudo olvidar su miedo. ¿Y si perecía su padre? ¿O Ned? Ned y Edmundo ya eran hombres. Tenían edad suficiente para combatir. Y para morir.

Acrecentó las fuerzas del ejército de York hasta que superó en número al de Lancaster. Sabía que su padre no quería luchar contra el rey y no creía que el rey deseara luchar contra su padre. Una y otra vez había oído decir que el rey era reacio a derramar sangre.

Pero la reina no tenía esos escrúpulos. Ricardo sabía que ella odiaba a su padre con toda la pasión que le faltaba al rey. Ansiaba la muerte de su padre; Ricardo se lo había oído decir a su primo Warwick ese mismo día. No sabía por qué la reina odiaba tanto a su padre, pero había oído decir que su padre tenía más derecho a la corona inglesa que el rey, y sospechaba que esto tenía algo que ver con la pertinaz hostilidad de la reina. Aun así, resultaba confuso para Ricardo, pues su padre había jurado una y otra vez que el rey era su soberano y él era su vasallo. No comprendía por qué su padre no podía garantizar a la reina que era leal al rey Enrique. Si ella lo comprendiera, quizá no odiara tanto a su padre. Quizá no se requiriese ninguna batalla… Se puso rígido y se irguió en la cama, despertando bruscamente a Jorge. Su hermano apartó las mantas con un juramento robado a Eduardo, y el fastidio se transformó en cólera cuando inhaló un puñado de plumas.

– Maldito seas, Dickon -masculló, estirando el brazo hacia el menor. Ricardo era bastante diestro para evadir la venganza de Jorge pero esta vez no intentó escapar y Jorge pronto lo inmovilizó contra el colchón, un poco sorprendido de su fácil victoria.

– ¡Jorge, escucha! ¿No oyes? ¡Escucha!

Pegándole con la almohada, con más euforia que furia, Jorge al fin escuchó las sofocadas protestas de Ricardo y ladeó la cabeza para escuchar.

– Hombres gritando -dijo con desazón.

Se vistieron deprisa en la oscuridad, salieron del dormitorio y se dirigieron a la torre de Pendower. Ludlow estaba sumida en sombras hostiles y se había convertido en siniestro refugio para todos los espíritus malignos que pudiera invocar la imaginación febril de dos niños atemorizados. Cuando llegaron a la puerta este del salón, se tropezaban entre sí en su afán de buscar la protección de la luz de las antorchas y las voces conocidas.

El salón tenía sesenta pies de longitud y treinta de anchura, y estaba atestado de hombres a los que habían despertado bruscamente, hombres que se sujetaban precipitadamente la vestimenta, se ceñían la espada en la cadera y el muslo, pateando con impaciencia a los alborotados perros que los rodeaban. Al principio Ricardo vio sólo las espadas, un bosque de hojas desnudas altas como hombres y capaces de tronchar la cabeza del cuerpo de un solo tajo. Poco a poco distinguió rostros familiares. El hermano de su madre, Ricardo Neville, conde de Salisbury. El hijo y tocayo de Salisbury, Ricardo Neville, conde de Warwick. William Hastings, joven amigo de su padre. Y junto al hogar de piedra, Ned y Edmundo.

Tardó un rato, sin embargo, en encontrar a sus padres. El duque de York y su duquesa estaban apartados de los demás. Su madre acarició los labios de su esposo. Él le asió la mano. Ricardo contuvo el aliento. Su madre siempre le había parecido inmaculada, perfecta en su persona y su porte. Esta mujer pálida, aureolada por rizos de cabello desmelenado, era una desconocida.

– Procura que no nos vean, Ricardo -le susurró Jorge al oído, pero Ricardo se zafó de la mano del hermano y rodeó la tarima para entrar en el salón. Aunque necesitaba desesperadamente que lo tranquilizaran, no osó acercarse a sus padres. En cambio, se abrió paso en la multitud para llegar a sus hermanos.

– ¿Por qué debes ir con nuestro tío Salisbury y nuestro primo Warwick, en vez de ir con nuestro padre y conmigo, Ned?

Cuando Eduardo se disponía a responder, una sombra silenciosa apareció junto a él, tan súbitamente que sus nervios tensos lo traicionaron.

– Por amor de Dios, Dickon -exclamó-. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en la cama?

Pero al ver los ojos oscuros y desencajados del niño, se aplacó, alzó a Ricardo en brazos y, seguido por Edmundo, se dirigió hacia la mampara del extremo sudoeste del recinto.

Mientras apoyaba a Ricardo en el suelo, sonaron pasos a sus espaldas y Jorge se zambulló sin aliento detrás de la mampara. Se hizo un largo silencio.

– Cuéntanos, Ned por favor -susurró Ricardo.

Eduardo miró de soslayo a Edmundo, que se encogió de hombros. Volvió a mirar a Ricardo y Jorge.

– Ya, es mejor que lo sepáis. Hemos sufrido una traición. Observad el salón. Hay alguien que no veréis aquí, aunque cometimos la tontería de confiar en él. Andrew Trollope se ha pasado al bando de Lancaster, con su guarnición de Calais. Más aún, tiene pleno conocimiento de lo que nuestros capitanes planeaban hacer mañana.

– ¿Qué haréis?

Eduardo se encogió de hombros.

– ¿Qué podemos hacer, Jorge? No tenemos hombres suficientes para luchar, después de la deserción de Trollope. Y Ludlow no resistiría un sitio. Sólo podemos ordenar que nuestro ejército se desbande y se disperse. Y luego cabalgar como si nos persiguiera el diablo.

Ambos lo miraban pasmados. Jorge fue el primero en recobrarse.

– ¿Quieres decir… escapar? -barbotó.

La furia de sus hermanos lo amilanó.

– ¿Qué pretendes que hagamos? -rugió Eduardo-. ¿Conservar el orgullo y perder la cabeza? ¿Acaso debo explicarte lo que nos pasará si mañana estamos en Ludlow? Cada hombre de este salón estaría muerto para el ocaso.

– ¡No! -jadeó Ricardo-. ¡No, no debéis quedaros!

Edmundo, tan colérico como Eduardo, miraba a Jorge con severidad.

– Mándalos de vuelta a la cama, Ned -dijo con voz cortante.

Pero Eduardo recordó que no era justo responsabilizar a un niño de diez años por sus palabras. Sintió una presión contra el brazo, vio que Ricardo se había acercado. Hasta ese momento no había pensado mucho en Ricardo y Jorge, salvo para decirse de que nadie dañaría a un niño, ni siquiera la vengativa reina. Pensando en lo que el niño afrontaría al día siguiente, comprendió sorprendido que habría dado mucho por evitarle a Ricardo el destino que le esperaba cuando Ludlow cayera ante las fuerzas de Lancaster.

– ¿Iremos contigo, Ned? -preguntó Ricardo, como adivinándole el pensamiento. Y los latidos de su corazón se aceleraron hasta ensordecerlo cuando Eduardo meneó la cabeza.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El sol en esplendor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El sol en esplendor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El sol en esplendor»

Обсуждение, отзывы о книге «El sol en esplendor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.