Jeanne Kalogridis - La Cautiva De Los Borgia

Здесь есть возможность читать онлайн «Jeanne Kalogridis - La Cautiva De Los Borgia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Cautiva De Los Borgia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Cautiva De Los Borgia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La inocencia de la joven Sancha de Aragón, así como el honor de su linaje, se ponen a prueba cuando su matrimonio con Jofre Borgia, el hijo menor del papa Alejandro VI, la arrastra al círculo íntimo de la familia más poderosa de Europa, la más intrigante y la que mayores suspicacias despierta. Un irresistible relato de conspiraciones, intrigas, pasión, deslealtades y codicia desde el punto de vista de una noble española obligada a vivir en un mundo brillante y muy peligroso.

La Cautiva De Los Borgia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Cautiva De Los Borgia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Su tono se volvió orgulloso.

– Todo el duro trabajo que emprendimos el año pasado: la ampliación de las calles, la restauración de puertas y puentes, la reparación de los daños en la basílica de San Pedro, ahora dan sus frutos. -Aquí, hizo una pausa mientras los cardenales, muchos de los cuales habían participado en la supervisión de las obras, lo aplaudían-. Roma está preparada, como todos nosotros, para un tiempo de gran alegría y perdón. He promulgado una bula por la que todos los peregrinos que visiten Roma y San Pedro durante este año santo recibirán el perdón de todos sus pecados. Esperamos que más de doscientas mil almas hagan el viaje.

Escuché, sonriente, sentada junto a mi hermano y Lucrecia, porque era difícil no sentirse arrastrada por el sentimiento de entusiasmo que embargaba a la multitud, pero mi alegría estaba moderada por la preocupación y mi deseo de perdonar afectado por el dolor. No sabía qué podría deparar el año, porque en ese mismo momento, César Borgia luchaba junto a los franceses en Milán. Miré a Alfonso a mi lado, y él me cogió la mano y la apretó como un modo de manifestarme su apoyo.

En cuanto a Lucrecia, ella no advirtió mi preocupación o la de Alfonso. Escuchaba a su padre con una expresión de arrobado entusiasmo; ahora que tenía a su marido y a su hijo, era totalmente feliz. Creo que no se permitía considerar la posibilidad de que su hermano pudiese interferir; le habían negado durante tanto tiempo una vida normal que no pude culparla por su deseo de permanecer en la ignorancia. Su felicidad se mostraba aquella noche en su aspecto: nunca la había visto tan hermosa como durante aquellos días con Alfonso.

Por fortuna, el discurso del Papa fue breve, y muy pronto comenzamos a cenar. Después de comer y de que hubiesen retirado los platos, no me quedé mucho más para disfrutar de las festividades, solo lo que imponía la cortesía.

Regresé a mi dormitorio, donde encontré a doña Esmeralda de rodillas delante de su imagen de san Genaro.

– ¡Esmeralda! ¿Qué ha pasado?

Ella me miró, con su rostro moreno, enmarcado por los cabellos grises debajo de un velo negro, surcado por las lágrimas.

– Rezo a Dios por que no venga el fin del mundo.

Exhalé un largo suspiro y me calmé, un tanto enfadada por su supersticiosa actitud. Muchos curas campesinos habían vaticinado que el año 1500 -una fecha creada por el hombre- era de tanta importancia para Dios que la había escogido para el Apocalipsis. Ya había escuchado a otros sirvientes susurrar entre ellos con mucho temor sobre esa posibilidad.

– ¿Por qué Dios iba a hacer semejante cosa? -pregunté. Mi tono era duro; me pareció que no serviría de nada fomentar el injustificado terror de Esmeralda.

– Es una fecha especial. Lo siento en mis huesos, doña Sancha; Dios no retrasará mucho Su juicio. Hace casi dos años, el Papa asesinó a Savonarola… y ahora ha llegado el momento de que Alejandro sea castigado, y toda Italia sufrirá con él.

– Italia ya sufre -le respondí en voz baja, pero sufría a manos de César, no por las de Dios.

Dejé estar a Esmeralda. Me desvestí yo misma y me fui a la cama, donde escuché sus angustiadas plegarias durante toda la noche.

Me desperté el primer día del año nuevo para encontrarme con que el mundo no había sido consumido por el fuego y el azufre, como habían avisado los sacerdotes, en cambio, era un fresco día de invierno. Una malhumorada doña Esmeralda me vistió con mis mejores galas, porque se me requería aparecer en público. Alfonso, Jofre, Su Santidad y yo viajamos en una carroza a una respetuosa distancia detrás de Lucrecia y cruzamos el puente de Sant'Angelo para entrar en la ciudad. Ella cabalgó hasta la iglesia de San Juan de Letrán, precedida por una comitiva de cuatro docenas de jinetes, que despejaban las calles.

Una vez en las escalinatas de la iglesia, vestida de satén blanco recamado de perlas y una larga capa de armiño, y con los dorados rizos que caían sobre la espalda, Lucrecia soltó bandadas de palomas blancas al cielo. Era una visión deliciosa, los brazos abiertos en un gesto de súplica, el rostro enrojecido por el frío, alzado hacia el cielo cubierto de nubes.

Rezó para pedirle a Dios que concediese un favor especial a aquellos que hacían la peregrinación a Roma.

En cuestión de semanas, los agotados viajeros comenzaron a llegar. El puente del castillo de Sant'Angelo estaba lleno con una multitud de cuerpos en movimiento en su camino de ida y vuelta a San Pedro. Aquellos que no se podían permitir las comodidades de una posada -o que no habían podido encontrar habitación, debido al enorme número de viajeros-, llevaron mantas y durmieron en las escalinatas de la basílica. Cada vez que cruzábamos la plaza, o íbamos a misa, los encontrábamos, y muy pronto nos acostumbramos tanto a verlos que ya no advertíamos su presencia.

La voluntad del Papa era mostrarle a su hija un favor especial; su manera, creo, de distraer a Lucrecia para que creyese que todo iba bien con su pequeña familia. Alejandro le dio muchas nuevas propiedades, incluida una finca que pertenecía a la familia Caetani de Nápoles; la misma familia a la que había pertenecido mi amor de juventud, Onorato.

Si ella tenía alguna preocupación por el bienestar de Alfonso, la olvidó gracias a una aventura amorosa platónica y cortesana con el poeta Bernardo Accolti de Arezzo, quien se refería a sí mismo con mucha arrogancia como «el Único».

Había muy poco de único en la poesía de Accolti. Le enviaba páginas y páginas a Lucrecia, donde proclamaba su eterna pasión por ella; presentaba a Lucrecia como su Laura y a él mismo como el sufriente Petrarca.

Lucrecia me mostró los poemas, con cierta timidez. Cuando vio que yo no ocultaba mi desdén, se rió conmigo; pero yo veía que se sentía halagada. Esto la inspiró a escribir sus propias poesías, que me dio a leer con idéntica timidez.

Le dije -y fui sincera- que ella era mucho mejor poetisa que Accolti. Al menos, era mucho menos dada a babear, a las lágrimas y a suspirar en verso.

Mientras Lucrecia se ocupaba en su nueva distracción, tuvo lugar la segunda batalla por Milán. El duque Ludovico plantó cara a las fuerzas francesas; fue hecho prisionero y condenado a permanecer preso durante el resto de su vida, Tampoco su hermano, el cardenal Ascanio Sforza, logró escapar.

Con la casa de Sforza derrotada, los franceses miraron hacia el sur, hacia Nápoles, aquella resplandeciente gema sobre el mar que tanto habían deseado.

Las garantías de Su Santidad quedaron ahogadas por las voces de todos los demás italianos, que resonaban sin cesar en mis oídos, un grito silencioso: los franceses iban a tomar Nápoles. Solo era cuestión de tiempo.

Yo no dudaba que César Borgia cabalgaría con ellos.

Al mes siguiente, César regresó a casa en un gran despliegue presenciado por toda Roma. En un toque magistral, decidió no alimentar los rumores respecto a su arrogancia y ambición y se preocupó de evitar una pomposa entrada triunfal.

Observé el paso del desfile desde la logia de nuestro palacio. Comenzó con no menos de cien carruajes, los caballos y los carros llevaban telas negras. Muy pronto quedó claro que se trataba de una procesión fúnebre, que indicaba el duelo de la casa Borgia por la pérdida de uno de sus miembros, el cardenal Giovanni el Menor, que había muerto tan rápida y misteriosamente en su viaje para «felicitar» a César.

Ningún heraldo anunció el regreso del capitán general; las trompetas permanecieron en silencio. No había color, ni fanfarria; no redoblaron los tambores, no sonaron los pífanos. Los soldados -centenares de ellos, vestidos de negro- marcharon en un silencio únicamente roto por el retumbar de las ruedas y los golpes de los cascos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Cautiva De Los Borgia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Cautiva De Los Borgia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jeanne Stein - Cloud City
Jeanne Stein
Jeanne Stein - The Becoming
Jeanne Stein
Jeanne Kalogridis - The Borgia Bride
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - El secreto de Mona Lisa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il Signore dei Vampiri
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Il patto con il Vampiro
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - Painting Mona Lisa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Scarlet Contessa
Jeanne Kalogridis
Jeanne Kalogridis - The Devil’s Queen
Jeanne Kalogridis
Отзывы о книге «La Cautiva De Los Borgia»

Обсуждение, отзывы о книге «La Cautiva De Los Borgia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x