4) Si quieres criar pájaros y abejas, primero construye una __________________ y una __________________.
Eran las dos de una tarde de octubre.
Ya habían comido todas las personas principales de la ciudad. Era, pues, muy de extrañar que a aquella hora, cuando todavía hacía demasiado calor, ver salir de la ciudad, a pie, y seguido de un solo alguacil, al ilustre señor corregidor. Era él, no podía confundirse con ninguna otra persona ni de día ni de noche, así por la enormidad de su sombrero de tres picos [10]y por lo vistoso de su capa de grana [11], como por lo particularísimo de su grotesca figura…
La grotesca figura del señor corregidor, consistía (dicen) en que era cargado de espaldas…, todavía más cargado de espaldas que el tío Lucas…, casi jorobado, por decirlo de una vez. Tenía de estatura menos que mediana, mala salud, las piernas arqueadas y un andar que parecía cojo de los dos pies. En cambio, su rostro era regular, aunque ya bastante arrugado por la falta absoluta de dientes y muelas, con grandes ojos oscuros, con finas y traviesas facciones. Se notaba que en su remota juventud era muy agradable y acepto a las mujeres, no obstante sus piernas y su joroba.
Don Eugenio de Zúñiga y Ponce de León (que así se llamaba Su Señoría) había nacido en Madrid, de familia ilustre; entonces tenía unos cincuenta y cinco años, y llevaba cuatro de corregidor en la ciudad de que tratamos, donde se casó a poco de llegar.
Las medias de don Eugenio (única parte que, además de los zapatos, dejaba ver en su vestido la capa de grana) eran blancas, y los zapatos negros, con hebilla de oro. Pero luego que el calor del campo lo obligó a quitar la ropa, se le vio una gran corbata; una chupa [12]de color de tórtola; calzón corto, negro, de seda; una enorme casaca; espadín con guarnición de acero; bastón con borlas, y un respetable par de guantes que no se ponía nunca.
El alguacil, que seguía veinte pasos de distancia al señor corregidor, se llamaba Garduña , y era la propia estampa de su nombre. Flaco, agilísimo; mirando adelante y atrás y a derecha e izquierda al propio tiempo que andaba; de largo cuello; de diminuto y repugnante rostro, y con dos manos como dos manojos de disciplinas, parecía juntamente un hurón en busca de criminales. Ya había sido alguacil de cuatro corregidores.
Tenía cuarenta y ocho años, y llevaba sombrero de tres picos, mucho más pequeño que el de su señor (pues repetimos que el de éste era enorme), capa negra como las medias y todo el traje, bastón sin borlas, y una especie de asador por la espalda. Aquel espantajo negro parecía la sombra de su vistoso amo.
Cuando el señor corregidor y su apéndice pasaban al lado de los campesinos, éstos dejaban su trabajo y se quitaban el sombrero, con más miedo que respeto. Entre dientes comentaban que si la señá Frasquita era incapaz de nada malo, el señor corregidor sí.
– Muchos dicen que de todas las personas que van al molino el único que no tiene buen fin es este madrileño mujeriego – le comentó una campesina a su marido.
– ¿Tú cómo sabes que es mujeriego? – le preguntó a su vez él.
En fin, mucho tuvieron que comentar ellos al ver pasar al señor corregidor a una hora tan inapropiada.
EJERCICIOS
1. Contesta a las preguntas.
1) ¿Por qué al señor corregidor no se podía confundir con nadie más?
2) ¿Cómo era? Describe su aspecto.
3) ¿Cuántos años tenía?
4) ¿Quién lo acompañaba?
5) ¿Qué comentaban los campesinos aquella tarde?
2. ¿Verdadero o falso?
1) El señor corregidor era cojo de los dos pies, por eso tenía un andar muy extraño.
2) El dueño del sombrero de tres picos estaba casado.
3) Lo acompañaba un alguacil que se llamaba Hurón.
4) Según los campesinos, el corregidor tenía malas intenciones con la señá Frasquita.
5) Su alguacil ya había trabajado con el antecesor de don Eugenio.
3. Traduce al español.
Пешком; спутать; треуголка; плащ; горбатый; хромой; отсутствие зубов; чулки; галстук; перчатки; длинная шея; отвратительное лицо; тень своего хозяина; крестьяне; снимать шляпу; нехорошие намерения.
4. Conecta los significados de una columna con las palabras de la otra.
confundir…sorprender, encontrar algo raro
obligar.....tomar, usar o entender una cosa por otra
mujeriego…muy pequeño
extrañar....hombre demasiado aficionado a las mujeres
diminuto....hacer que alguien haga cierta cosa
5. Completa los huecos con palabras del ejercicio anterior.
1) Me _________________ verte con capa a mediados de verano.
2) Era un _________________, salía con todas a la vez y a ninguna le prometía nada.
3) ¡Vaya! Te _________________ con Marisol, tienes el mismo sombrero que ella.
4) No le _________________ a hacer los deberes, no quiero que odie el colegio.
5) El _________________ alguacil contrasta mucho con su vistoso amo.
Mientras tanto, la señá Frasquita regaba y barría la plazoleta que servía de atrio al molino y colocaba media docena de sillas debajo del emparrado, en el cual estaba subido el tío Lucas, cortando los mejores racimos y colocándolos en una cesta.
– ¡Pues sí, Frasquita! – decía el tío Lucas—, el señor corregidor está enamorado de ti de muy mala manera.
– Ya te lo dije yo hace tiempo– contestó ella —. ¡Cuidado, Lucas!
– Descuida, estoy bien agarrado… También le gustas al señor…
– Mira, déjalo. ¡Demasiado sé yo a quién le gusto y a quién no le gusto! ¡Lo único que no sé es por qué no te gusto a ti!
– Porque eres muy fea… – contestó el tío Lucas.
– Pues oye… ¡Fea y todo, puedo subir a la parra ahora mismo para echarte!
– Sube, sube, y te como viva…
– ¡Eso es! Y si nos ven mis galanes, dirán que somos un mono y una mona.
– Y es así, porque tú eres una mona muy hermosa, y yo parezco un mono con esta joroba…
– Que a mí me gusta muchísimo…
– Entonces te gustará más la del corregidor, que es mayor que la mía…
– ¡Vamos! Vamos, señor don Lucas… ¡No tenga usted tantos celos!
– ¿Celos yo? Al contrario: ¡me alegro mucho!
– ¿Por qué?
– Porque el pecado lleva a la penitencia. ¡Tú no debes quererlo nunca, y yo soy entretanto el verdadero corregidor de la ciudad!
– ¡Qué vanidoso! ¿Y si llego a quererlo?
– Tampoco me preocuparía. ¡Porque entonces tú no serías ya tú, como creo que eres, así te podrían llevar los demonios!
– ¿Y qué harías en este caso?
– ¿Yo? No sé. Porque yo sería otro y no puedo imaginarme lo que pensaría. Ahora soy un hombre que cree en ti como en sí mismo. Al dejar de creer en ti, me moriría o me convertiría en otro hombre, viviría de otro modo. Desconozco lo que haría entonces contigo. Pero… ¿Qué nos importa que te quieran todos los corregidores del mundo? ¿No eres tú mi Frasquita?
– ¡Sí, pedazo de bárbaro! – contestó la navarra, riéndose—. Yo soy tu Frasquita, y tú eres mi Lucas de mi alma, con más talento que todos los hombres, más bueno que el pan, y más querido… ¡Ya verás cuánto cuando bajes de la parra! Prepárate… Pero ¿qué es lo que veo? El señor corregidor viene por allí completamente solo… ¡Y tan temprano! Ese trae plan… ¡Por lo visto tenías razón!
– ¡Pues no le digas que estoy en la parra! Ese viene a declararse a solas contigo. Quiero divertirme oyendo su explicación.
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