Su ensueño se rompió con una repentina voz.
"¿Soñando despierto otra vez?"
Un funcionario quejoso se paró junto a él con el ceño fruncido. Tenía la cara y el cuerpo de un jugador de fútbol americano retirado. Un elegante traje azul no lograba disminuir su ferocidad.
Sumisamente, agachó la cabeza. Sus hombros levemente encorvados, y se convirtió en un olvidable, diminuto empleado.
"Lo siento, Sr. Peet."
""Estoy cansado de disculpas. Consígueme esas cifras."
Por dentro, el asesino sonreía como un gigante risueño. En el trabajo, el juego era casi tan emocionante como su vida privada. Nadie sabía cuan especial era él, ni cuan dedicado y esencial para el delicado balance del universo. Ninguno de ellos recibiría un lugar honorífico en el reino del Supramundo. Sus mundanas y terrenales tareas cotidianas: vestirse, tener reuniones, mover dinero de un lugar al otro; eran insignificantes; sólo tenía significado para él porque lo conectaba con el mundo exterior y le permitía hacer el trabajo del Señor.
Su jefe gruñó y se alejó.
Con los ojos aún cerrados, el asesino se imaginó a su Señor Supremo: la sombría y oscura figura que susurraba en sus sueños y dirigía sus pensamientos.
Una canción de culto se formó en sus labios, y la cantó en un susurro: "Oh Señor, oh Señor, nuestro trabajo es puro. Pide y te daré: Más."
Más.
Avery tenía un nombre: Cindy Jenkins. Conocía la sororidad: Kappa Kappa Gamma. Y estaba enterada de la Universidad de Harvard. La escuela de la Ivy League la había rechazado como estudiante, pero había encontrado una forma de empaparse de la vida de Harvard a través de su propia carrera universitaria, saliendo con dos chicos de la escuela.
A diferencia de otras universidades, las sororidades y fraternidades de Harvard no estaban oficialmente reconocidas. Ninguna casa griega existía dentro o fuera del campus. Las fiestas, sin embargo, sucedían con regularidad en varias casas o complejos de apartamentos fuera del campus, bajo el nombre de "organizaciones" o "clubes" especializados. Avery había atestiguado de primera mano la paradoja de la vida universitaria durante su propia estadía. Todos fingían estar enfocados exclusivamente en sus notas hasta que caía el sol y se transformaban en un montón de animales salvajes fiesteros.
En una luz roja, Avery hizo una rápida busca en internet y descubrió que Kappa Kappa Gamma tenía alquiladas dos áreas de la misma manzana en Cambridge: Calle Church. Una de las ubicaciones era para eventos, la otra para reuniones y socialización.
Condujo hasta el Puente Longfellow, pasando el MIT, y giró a la derecha hacia la Avenida Massachusetts. El Harvard Yard apareció a su derecha con sus magníficos edificios de ladrillo rojo acomodados entre un bosque de árboles y caminos pavimentados.
Un lugar para estacionar quedó libre en la Calle Church.
Avery estacionó, cerró el auto con llave, y alzó su rostro hacia el sol. Era un día cálido, con temperaturas rondando los veinte grados. Se fijó la hora: diez y media.
El edificio Kappa era una larga estructura de dos pisos con fachada de ladrillos. El primer piso albergaba una cantidad de tiendas de ropa. El segundo piso, supuso Avery, estaba reservado para oficinas y operaciones de la sororidad. La única denominación junto al timbre del segundo piso era el símbolo con la flor de Lis azul de Harvard; lo presionó.
Una voz femenina rasgada salió del intercomunicador.
"¿Sí?"
"Policía", gruñó, "abra."
Silencio por un momento.
"En serio", contestó la voz, "¿quién es?"
"Es la policía", dijo con toda seriedad. "Todo está bien. Nadie está en problemas. Sólo necesito hablar con alguien de Kappa Kappa Gamma."
La puerta se abrió con un zumbido.
Al final de las escaleras, Avery fue recibida por una chica demacrada y somnolienta, vestida con una camiseta gris muy holgada y pantalones de ejercicio blancos. Tenía cabello oscuro y aparentaba haber estado de fiesta. Mechones de cabello ocultaban la mayor parte de su rostro. Tenía ojeras bajo los ojos, y el cuerpo del que normalmente se enorgullecía tanto de acentuar, parecía grueso y sin forma.
"¿Qué quiere?", preguntó.
"Cálmate", sugirió Avery. "Esto no tiene nada que ver con las actividades de la sororidad. Sólo estoy aquí para hacerte un par de preguntas."
"¿Puedo ver una identificación?"
Avery mostró su placa.
Observó a Avery, inspeccionó la placa, y dio un paso atrás.
El espacio de Kappa Kappa Gamma era amplio y brillante. El techo era alto. Un gran número de cómodos sillones marrón claro y pufs azules poblaban la zona. Las paredes habían sido pintadas de azul oscuro. Había una barra, un sistema de sonido, y un enorme televisor de pantalla plana. Las ventanas iban casi desde el piso hasta el techo. Al otro lado de la calle, Avery pudo ver el techo de otro complejo bajo de apartamentos, y luego el cielo. Algunas nubes pasaban.
Supuso que su experiencia universitaria era muy diferente a aquella de la mayoría de las chicas de Kappa Kappa Gamma. Para empezar, había pagado la escuela ella misma. Todos los días después de clases iba a una firma local de abogados y trabajó hasta pasar de secretaria a asistente jurídica distinguida. Además, rara vez bebía en la escuela. Su padre había sido un feroz alcohólico. La mayor parte de las noches en la universidad, o bien era la conductora designada, o estaba en su cuarto estudiando.
Una ráfaga de esperanza iluminó el rostro de la chica.
"¿Esto es sobre Cindy?", preguntó.
"¿Cindy es tu amiga?"
"Sí, mi mejor amiga", dijo. "Por favor, dígame que ella está bien."
"¿Cómo te llamas?"
"Rachel Strauss."
"¿Eres quien llamó a la policía?"
"Correcto. Cindy se fue de nuestra fiesta bastante borracha el sábado a la noche. Nadie la ha visto desde entonces. No es habitual para ella." Puso los ojos en blanco y ofreció una leve sonrisa cuando agregó, "Normalmente es muy predecible. Es tipo, la Señorita Perfección, ¿entiende? Siempre se acuesta a la misma hora, tiene el mismo horario que nunca cambia, necesita que le avisen como con cinco años de anticipación para cambiar algo. El sábado estaba alocada. Bebiendo. Bailando. Se olvidó del reloj por un rato. Fue lindo de ver."
Una mirada distante se llevó a Rachel por un momento.
"Ella estaba realmente feliz, ¿entiende?"
"¿Por alguna razón en particular?" se preguntó Avery.
"No sé, es la mejor de su clase. Tiene un trabajo esperándola para el otoño."
"¿Qué trabajo?"
“Devante? Son como, la mejor firma de Boston. Ella estaba haciendo su especialidad en contaduría. Muy aburrido, lo sé, pero era un genio con los números."
"¿Puedes contarme sobre el sábado a la noche?"
Los ojos de Rachel se llenaron de lágrimas.
"Esto es sobre Cindy, ¿verdad?"
"Sí", dijo Avery. "¿Podemos sentarnos?"
Rachel se desplomó en el sillón y lloró.
Entre los sollozos, intentaba hablar.
"¿Ella está bien? ¿Dónde está?"
Era la parte del trabajo que Avery odiaba más: hablar con los familiares y amigos. No había mucho de lo que tuviese permitido hablar. Cuanto más sabía la gente sobre un caso, más hablaban, y esas charlas solían llegar a los perpetradores de crímenes. Nadie comprendía eso ni les importaba en el momento: estaban demasiado angustiados. Todo lo que querían era respuestas.
Avery se sentó junto a ella.
"Nos alegra que hayas llamado", dijo. "Hiciste lo correcto. Me temo que no puedo hablar sobre una investigación en curso. Lo que puedo decirte es que estoy haciendo todo lo que esté a mi alcance para averiguar qué le pasó a Cindy esa noche. No puedo hacerlo sola, necesito tu ayuda."
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