Blake Pierce - Una Vez Atado

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¡Una obra maestra del género de thriller y misterio! El autor hizo un trabajo magnífico desarrollando a los personajes psicológicamente, tanto así que sientes que estás en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus éxitos. La trama es muy inteligente y te mantendrá entretenido durante todo el libro. Este libro te mantendrá pasando páginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Books and Movies Reviews, Roberto Mattos (Sobre Una vez desaparecido) UNA VEZ ATADO es el libro #12 de la serie exitosa de misterio de Riley Paige, que comienza con UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1), ¡una descarga gratuita con más de 1. 000 opiniones de cinco estrellas! En este thriller emocionante, mujeres están siendo encontradas asesinadas en vías de ferrocarril por todo el país, obligando al FBI a actuar, encontrándose en una carrera contra el tiempo para atrapar al asesino en serie. La agente especial del FBI, Riley Paige, quizá se encontró con la horma de su zapato: un asesino sádico, que ata a sus víctimas a vías para ser asesinadas por los trenes que se aproximan. Un asesino lo suficientemente inteligente como para evitar ser capturado en muchos estados, y lo suficientemente encantador como para pasar desapercibido. Pronto aprende que tendrá que trabajar duro para poder entrar en su mente enfermiza, una mente en la que no está segura que quiere entrar. Y todo llega a su clímax de una forma tan estremecedora, que ni Riley lo pudo haber visto venir. Un thriller psicológico oscuro con suspenso emocionante, UNA VEZ ATADO es el libro #12 de una nueva serie fascinante, con un nuevo personaje querido, que te dejará pasando páginas hasta bien entrada la noche. El Libro #13 de la serie de Riley Paige estará disponible pronto.

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Bill negó con la cabeza y dijo: —No estoy tomándome esto a la ligera… pero no dejo de pensar en un villano con bigote y sombrero de copa atando a una joven damisela a las vías férreas hasta que aparece un héroe brillante para rescatarla. ¿Eso no era lo que siempre pasaba en las películas mudas?

Jenn señaló la pantalla de su portátil y dijo: —En realidad no. He estado investigando sobre eso. Es un tropo, un cliché. Y todos parecen creer que lo han visto en algún momento, como una especie de leyenda urbana. Pero nunca apareció en las verdaderas películas mudas, al menos no en serio.

Jenn giró la pantalla de su portátil para que Bill y Riley pudieran ver.

Luego continuó: —El primer ejemplo ficticio de un villano atando a alguien a vías férreas parece haber aparecido mucho antes de que las películas se inventaran, en una obra de 1867 llamada Under the Gaslight. Pero oigan esto, el villano ató a un hombre a las vías, y la protagonista tuvo que rescatarlo. Lo mismo pasó en otro cuento y en otras obras en esa época.

Riley veía que Jenn estaba bastante envuelta en lo que había encontrado.

Jenn continuó: —En cuanto a películas de antaño, hubo tal vez dos comedias mudas en las que ocurrió exactamente lo mismo: una damisela indefensa fue atada a las vías por un villano ruin y fue rescatada por un héroe guapo. Pero todo era por diversión, al igual que los dibujos animados del sábado por la mañana.

Los ojos de Bill se abrieron con interés y dijo: —Parodias de algo que nunca fue real.

—Exactamente —dijo Jenn.

Bill negó con la cabeza y dijo: —Pero las locomotoras a vapor eran parte de la vida cotidiana en aquella época, las primeras décadas del siglo veinte. ¿No hubo ninguna película muda que retrató a alguien en peligro de ser atropellado por un tren?

—Claro —dijo Jenn. —A veces un personaje era empujado o caía en las vías y tal vez perdía el conocimiento cuando un tren se acercaba. Pero ese no es el mismo escenario, ¿cierto? Además, al igual que en esa vieja obra, ¡el personaje de la película que corría peligro era generalmente un hombre que tenía que ser rescatado por la heroína!

Riley se sintió muy interesada en ese momento. Sabía que Jenn no estaba perdiendo el tiempo investigando este tipo de cosas. Necesitaban saber sobre cualquier cosa que pudiera estar impulsando al asesino. Parte de eso podría ser comprender todos los antecedentes culturales de cualquier escenario con el que pudieran tener que lidiar, incluso aquellos que podrían ser ficticios.

«O en este caso, inexistentes», pensó Riley.

Cualquier cosa que pudiera haber influido al asesino era de interés. Ella se quedó pensando por un momento y luego le preguntó a Jenn: —¿Esto quiere decir que nunca ha habido ningún caso real de una persona que fue asesinada de esa forma?

—Sí ha pasado en la vida real —dijo Jenn, señalando otra información en la pantalla del portátil—. Entre 1874 y 1910, al menos seis personas fueron asesinadas de esa forma. No he podido encontrar más casos desde esa fecha, excepto uno reciente. En Francia, un hombre ató a su esposa distanciada a las vías férreas en su cumpleaños. Luego se puso delante del tren que se aproximaba, así que murió junto con ella, un asesinato-suicidio. De lo contrario, parece ser una forma rara de asesinar a una persona. Y ninguno de ellos fueron asesinatos en serie.

Jenn volvió la pantalla del portátil hacia ella y se quedó callada otra vez.

Riley reflexionó sobre lo que Jenn acababa de decir...

... una forma rara de asesinar a una persona.

«Rara, pero no inaudita», pensó Riley.

Ella se preguntó si esa cadena de asesinatos entre 1874 y 1910 había sido inspirada por las viejas obras en las que los personajes habían sido atados a vías férreas. Riley sabía de casos más recientes de la vida imitando al arte de formas horribles, en los que asesinos habían sido inspirados por libros, películas o videojuegos.

Tal vez las cosas no habían cambiado mucho.

Tal vez la gente no había cambiado mucho.

¿Y qué del asesino que estaban a punto de buscar?

Parecía ridículo imaginar que estaban cazando algún psicópata que estaba emulando a un villano melodramático bigotudo que nunca había existido, ni siquiera en las películas.

Pero ¿qué podría estar impulsando a este asesino?

La situación era muy evidente y muy familiar. Riley y sus colegas tendrían que responder esa pregunta, o más personas serían asesinadas.

Riley se quedó mirando a Jenn trabajar en su computadora. Era una vista alentadora. Por el momento, Jenn parecía haberse librado de sus ansiedades sobre la misteriosa «tía Cora».

«Pero ¿cuánto tiempo durará eso?», se preguntó Riley.

De todos modos, ver a Jenn tan concentrada en la investigación recordó a Riley que debería estar haciendo lo mismo. Nunca había trabajado un caso relacionado con trenes, y ella tenía mucho que aprender. Volvió su atención a su computadora.

*

Justo como Meredith había dicho, Riley y sus colegas fueron recibidos en la pista del O'Hare por un par de policías ferroviarios uniformados. Todos se presentaron, y Riley y sus colegas se subieron a su vehículo.

—Será mejor que nos apuremos —dijo el policía en el asiento del pasajero—. Los peces gordos están presionando al jefe para que retire el cadáver de las vías.

Bill preguntó: —¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar?

El policía que conducía dijo: —Normalmente una hora, pero hoy no nos tardaremos tanto.

Encendió las luces y la sirena, y el auto comenzó a deslizarse por el tráfico pesado de la tarde. Fue un viaje caótico y tenso a alta velocidad que cruzó el pueblito de Barnwell, Illinois. Después de eso, atravesaron un paso a nivel.

El policía sentado en el asiento del pasajero señaló y dijo: —Parece que el asesino salió de la carretera justo al lado de las vías en algún tipo de vehículo todoterreno. Condujo al lado de las vías hasta que llegó al lugar donde cometió el asesinato.

Se detuvieron en poco tiempo y se estacionaron junto a una zona boscosa. Había otra patrulla estacionada allí, y también la furgoneta del médico forense.

No había tantos árboles. Los policías llevaron a Riley y sus colegas hasta las vías férreas, que estaban a unos quince metros de distancia.

Luego vieron toda la escena del crimen.

Riley tragó grueso ante lo que vio.

Las imágenes cursi de villanos bigotudos y damiselas en apuros desparecieron de su mente.

Esto era demasiado real… y demasiado horrible.

CAPÍTULO CINCO

Riley se quedó mirando el cuerpo en las vías durante un rato. Había visto cuerpos mutilados en todo tipo de formas terribles. Aun así, esta víctima presentaba un espectáculo impactante y único. La mujer había sido decapitada por las ruedas del tren, casi como si hubiera sido obra de la cuchilla de una guillotina.

A Riley le sorprendió que el cuerpo sin cabeza de la mujer había salido ileso de todo esto. La víctima estaba atada con cinta de embalar, sus manos y brazos pegados a sus costados, y sus tobillos atados juntos. Vestida en lo que había sido un atuendo atractivo, el cuerpo estaba retorcido en una posición desesperada. En el lugar donde su cuello había sido cortado, sangre estaba salpicada en las rocas trituradas, las traviesas de madera y las vías. La cabeza había salido despedida a unos dos metros por las vías. Los ojos y la boca de la mujer estaban completamente abiertos, congelados en una expresión horrorizada.

Riley vio a varias personas paradas alrededor del cuerpo, algunas de ellas uniformadas, otras no. Riley supuso que eran una mezcla de la policía local y ferroviaria. Un hombre uniformado se acercó a Riley y sus colegas.

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