Magia
para los Corazones
“Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”
El Principito, de Saint Exupèry
Antonia Fernández Barba
Editorial Tektime
2019
“Magia para los Corazones”
Escrito por Antonia Fernández Barba
2ª edición: octubre 2019
© Antonia Fernández Barba, 2019
© Ediciones Tektime, 2019
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Un forzoso parón en el camino, un obligado cambio de rumbo y un doloroso proceso para dejar atrás una etapa de la vida, me hicieron afrontar la muerte y el sentido de la vida en su máxima expresión, coquetear con ellos a cara descubierta…
Fue el Amor quien vino a rescatarme y me hizo mirar su rostro sin el velo negro que le pone la mente. Fue Él quien me salvó de la percepción de un mundo vacío y miserable a través de mensajes en sueños y de señales inequívocas.
Fue Él quien me invitó a perdonarlo y a perdonarme, a creer y a crear esperanza en una humanidad más humana, más consciente, más evolucionada…contra todo pronóstico. Me indujo a dejar la comodidad de mi asumida invisibilidad, pues los mensajes recibidos me trascienden y piden salir a la luz.
Me alentó a soltar el legítimo miedo a ser incomprendida o juzgada incorrecta. Me señaló el sereno camino de la confianza en la Inteligencia Suprema que nos habita y configura y que va más allá de nuestras formas. Me predispuso a despertar la infancia, la imaginación sin límites, la fantasía, la inocencia…
Comparto, pues, con quien desee acercarse a estos cuentos y relatos, lo recibido, con la absoluta certeza de que vibrarán en la frecuencia más adecuada a cada latido.
Para mí tuvieron un efecto terapéutico y me permitieron renacer y reinventarme y creer firmemente en mí misma y en la Vida.
¡Gracias al mejor de los guías: el corazón y su magia!
Antonia Fernández Barba
Contenido
1. Agnes y su mundo interior7
2. Mucho más que un cuerpo físico11
3. Viaje mental14
4. La piedra azul18
5. Tomando conciencia22
6. El mensaje de Carlos25
7. Algo está cambiando28
8. El maestro interior32
9. Las visiones de Michael35
10. Un objeto volador no identificado38
11. Experiencia extracorpórea41
12. Viaje estelar44
13. El cambio de Carolina47
14. El árbol50
15. Carla y el hada del bosque53
16. Alice y las perlas del conocimiento56
17. El viaje de Spiky59
18. Cambios decisivos61
19. La vida de Emi Gota de Agua64
20. Eyka, la mariposa azul67
21. Al otro lado de la puerta70
22. El peregrino del mar74
23. Reflexiones de Nasaki77
24. El ángel81
25. Mundos paralelos83
26. Parada a tiempo86
27. Atendiendo a las señales90
28. La mirada93
29. El Sembrador de Estrellas96
30. La muerte no existe98
31. El puente interno102
32. Viaje al Ser106
33. Atrapado110
34. El encuentro de Anka con su Ángel Guardián113
1. Agnes y su mundo interior
Había una vez una niña a la que le gustaba pasear por la playa, mojándose los pies con las olas de la orilla y sintiendo la brisa acariciar su cara. Ella tenía un amigo delfín en su mente y lo dibujaba saltando por el horizonte haciendo piruetas por el aire para provocar su risa.
Agnes, que así se llamaba la niña, hablaba con su amigo delfín y éste le contaba historias del fondo del mar: cómo los ruidos de los motores desorientaban a sus habitantes, cómo la acumulación de basuras y desperdicios perjudicaban su salud,…pero, también, le hablaba de la maravillosa sensación de sentirse libre, de navegar entre los campos de corales y los arrecifes, del sol filtrándose entre las aguas, de sus visitas a ese barco abandonado cerca de la costa donde jugaban al escondite y ponían trampas a los tiburones para que no remontaran el río; y le hablaba de los habitantes de las profundidades, seres divertidos y apasionantes con los que se comunicaba en su imaginación.
Agnes era feliz con esas historias y esa amistad tan especial a pesar de que sus padres la llevaban a la consulta de una psicóloga porque pensaban que era una niña algo rara. No le gustaba ver la televisión ni jugar con maquinitas electrónicas, ni hacer fiestas de cumpleaños,…
Al principio, Agnes le contaba a sus padres todo lo que su amigo delfín le decía y hasta esos sueños fantásticos donde viajaba en una nave espacial a otros planetas de la galaxia…Pero, pronto dejó de hacerlo porque sus padres manifestaban preocupación y le regañaban por alimentar lo que ellos llamaban fantasías inútiles y peligrosas. Suerte que Agnes era muy lista y guardaba su mundo interior sólo para sentirse libre, feliz y conectada con la Madre Tierra a la que adoraba y con la que, también, hablaba.
Por eso, cada mañana, Agnes abría la ventana de su habitación y escuchaba el trino de los pájaros, el susurro del viento entre las ramas del manzano del jardín, contemplaba extasiada el color del cielo y el brillo del sol naciente. Ella era feliz en su mundo y no le importaba ser considerada una niña distinta a las demás.
Un día, en un sueño, se le apareció un ser de apariencia no definida, como gelatinoso con unos brillos iridiscentes en tonos rosas y verdes. Su aspecto externo era parecido a una mariposa y tenía una luz propia que envolvía a Agnes.
Su rostro tenía unos enormes ojos azules que parecían hablarles…¡no parecían…le hablaban! Se comunicaban con ella sin emitir palabras, sin sonido alguno.
Le dijo que estaba preparada para partir de viaje a un lugar maravilloso. Ese ser dijo llamarse Spet y le contó que no tenía que llevar ningún equipaje físico, ni siquiera su cuerpo. Le dijo que ella era un ser eterno, hija de la Luz y que tenía un camino extraordinario que recorrer en otra dimensión más allá de las estrellas.
Agnes escuchó muy atenta y le transmitió, a la mañana siguiente, el mensaje a sus padres. Y ellos, como otras veces, la oyeron sin darle mayor importancia.
A partir de entonces, Agnes empezó a debilitarse y a perder el apetito. Sus padres, preocupados, la llevaron al médico y, tras una serie de pruebas y análisis, salió aquel diagnóstico: le quedaba muy poco tiempo de vida.
Agnes se apagaba físicamente. Sin embargo, su mirada y su actitud eran de felicidad y entusiasmo, lo cual desconcertaba a todos.
Los últimos días en la Tierra fueron muy duros, para ella y para sus familiares y amigos, hasta que una mañana fría de principios de invierno, Agnes no despertó.
Un gorrión, aturdido, acertó a posarse en el alféizar de la ventana y se coló en la habitación. Revoloteó y volvió a salir volando hacia las nubes.
Todos, en especial, sus padres y abuelos lloraron su marcha y se sintieron profundamente abatidos.
Una noche, mientras su madre contemplaba el cielo cuajado de estrellas y meditaba sobre todo lo vivido, vio un brillo intenso en la inmensidad del espacio. Un brillo que tomó forma de un delfín. Su corazón se encendió con un calor extraño, cálido, amoroso y escuchó la voz de su pequeña nítida y clara entre sus propios pensamientos.
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