Nando Cruz - Pequeño circo

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A finales de
los 80, cuando los héroes de la Movida madrileña estaban de capa caída o habían sucumbido a la tentación del mainstream y las multinacionales, surge una nueva generación que, fuertemente influida por el pop-rock independiente británico y norteamericano y por la proclama del punk del «hazlo tú mismo», empieza a gestar un nuevo universo sónico que bascula entre el
noise, el
rock de garaje y el
pop más naíf y etéreo. Al mismo tiempo, de los lugares más insospechados del territorio español, algunos jóvenes deciden montar su sello discográfico, a veces incluso en su casa, sin más medios que un fax, un teléfono y una estantería. También aparecen numerosos fanzines que, a base de corta y pega y fotocopias, se hacen eco de la nueva escena musical; la mayoría de veces para ensalzarla, pero también para parodiarla y denigrarla. Nace así el indie en España. El periodista musical Nando Cruz, tras un año y medio de trabajo y después de entrevistar a más de cien personas, compone por primera vez el apasionante retrato de una generación que, amplificada por una prensa especializada que acogió sus propuestas con un entusiasmo inusitado, se presentó como la alternativa musical de los 90. «Pequeño circo» es un recorrido por aquella década construido a través de las anécdotas, confesiones, epopeyas, ambiciones, errores, trapicheos, éxitos y fracasos de sus protagonistas. Pero entre los recuerdos y reflexiones de los entrevistados, también se cuela una mirada reflexiva y crítica, fruto del análisis y la distancia que proporcionan los más de veinte años transcurridos desde que empezó a cobrar forma aquella escena.

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FERNANDO PARDO: Cancer Moon, como Los Bichos o como El Desvän del Macho, era otro grupo que tenía ese «reconcentrado del Norte». Un reconcentrado muy reconcentrado. Con esa mirada torva…

Cualquiera de los dos Josetxos eran un licor demasiado puro. Tú puedes pensar, «he conseguido el licor que tanto quería», se lo das a beber a tu abuela y la matas. ¡Eso hay que aguarlo! Ni siquiera se ha reivindicado demasiado con el tiempo. Era un quejido demasiado profundo que solo lo puede recibir alguien que emita el mismo quejido.

IÑIGO PASTOR: Eso es justamente a lo que un artista no debe renunciar. Otra cosa es un oficiante de música, que sí tiene que hacer concesiones. Para los dos Josetxos su misión era sacar adelante sus historias. Y a tomar por culo lo demás. Eso es lo más grande y lo que los diferencia. Con ambos grupos tuve que negociar y hacer contratos. Y no eran fáciles, precisamente porque lo tenían muy claro.

ROBER!: Con Josetxo hablaba alguna vez de reportajes donde se les metía en el indie, y él decía, «¿por qué me metéis aquí? Os llevo a todos cinco años y mi cultura es otra». Los Bichos y Cancer Moon eran grupos con mucho fondo. Uno de los males de la hornada indie es que tenían referencias muy obvias y cercanas. El tópico era: más atrás de los Pixies no han oído nada. Y se cumplía. Y si haces algo tan parecido a alguien sin tener más referencias, pierde interés.

JAIME GONZALO: Entiendo que una vez muerto el perro, muerta la rabia. No dejaron nada. Igual escuchas hoy esos discos de Cancer Moon y Los Bichos y están trasnochados. No han conseguido superar el Zeitgeist del momento. Sencillamente son eso: chispazos. Tampoco le podemos dar más magnitud.

ESA FORMA DE MIRAR

IBON ERRAZKIN: Cuando estábamos grabando Entresemana 56, me encontré a Josetxo [Anitua] un día y le dije que viniera al estudio. Hasta ese momento solo éramos conocidos, pero Teresa y Josetxo se conocieron allí y se hicieron muy amigos.

TERESA ITURRIOZ: La primera vez que vi a Josetxo, no me lo podía creer. ¡No se podía ser más guapo! Parecía una estrella. Con ese pelo rubio ceniza largo, ese cinturón de nácar… «Pero, Ibon, ¡¿este chico quién es?! ¿De dónde ha salido?» Parecía salido de una foto de los grupos americanos que nos gustaban. Como si fuera de Love. Y era tan majo… Nos gustamos mucho desde el minuto cero, pero no fuimos novios.

Coincidimos en el BAM. Él había ido a cantar en unplugged . Yo ni lo vi porque estaba muy cansada, pero luego estuvimos hasta las tantas leyendo el Corriere della Sera y riendo. Nos parecía interesante estar tomando cervezas a las cinco de la madrugada y leyendo la prensa italiana. Hacíamos el tonto, pero lo pasábamos muy bien.

ROBER!: Daba gusto hablar con Josetxo. ¡Cómo clavaba sus opiniones! Era muy bonito cómo expresaba las cosas. «Es lo que yo pensaba, pero no sabía cómo decirlo, Josetxo», le decía. Y cuando tenías un problema, era el primero que aparecía para ayudarte y preocuparse. Un tío de esos que dices, «como este voy a conocer uno en la vida».

TERESA ITURRIOZ:Tenía una forma de mirar… Prestaba atención incluso a las cosas más pequeñas que dijeras. Prestaba una atención como yo no he visto nunca. Pero sin agobiarte. Era muy sensible, pero la sensibilidad máxima la mostraba hacia los demás. No hablaba mucho de sí mismo. Era un tipo bastante reservado. Tampoco se ocultaba en ningún aspecto, pero no era alguien que te diera la lata con sus cosas. Estaba muy para los demás. Era muy generoso. Y cuando hablaba, no decía tonterías, pero, si las decía, eran tonterías muy divertidas.

IBON ERRAZKIN: A partir de ese momento, nos unimos todos mucho más. Venía a Londres a verme a mí, venía a Madrid a vernos a los dos… Con Josetxo hemos viajado mucho de vacaciones a todas partes.

A Josetxo le gustaban mucho Suicide, Television, Lou Reed y todo el rollo de Nueva York, que a mí también me gusta mucho. También le gustaba mucho el jazz, y cuando viví en Londres, escuché mucho jazz, así que ahí teníamos otro punto en común.

ROBER!: Josetxo curró pinchando en el Kafe Antzokia todos los fines de semana durante años y años. Allí no podía poner la música que quería. Tenía que poner mucha música de grupos euskaldunes porque la chavalería quería oír los hits de entonces en euskera. Y aun así, veías que se lo tomaba en serio. Estaba como un león enjaulado, pensando qué canción podía poner después, aunque tuviese esas cotas tan marcadas. Hacía lo que podía.

FERNANDO GEGÚNDEZ: Estuvo diez años en el Antzokia. La de payasos vasquitos que le iban y le decían «ponme tal, ponme cual»… Josetxo era un santo de la hostia. Nunca se mosqueó con ninguno. A todo el mundo le decía que sí. Nunca quedó mal con nadie, por borracho que estuviera. Luego, con alguno se hacía el loco y no se la ponía.

Era excelente pinchando. Le obligaban a que una de cada tres o cuatro canciones que ponía fuera en euskera. Y sacar tanta música en euskera digna para una sesión de tres o cuatro horas era complicado. Un momento álgido en sus pinchadas era Suicide. En esa nave gigante como es el Antzokia y con esa reverberación, sonaba…

A veces me acompañaba a la radio y me decía, «un día tenemos que hacer un programa, pero de puro terrorismo, puro terrorismo de verdad».

ROBER!: Un día me llamaron del Ruta para que Atom Rhumba hiciésemos un concierto de versiones en su fiesta de aniversario. ¡Qué pereza! A los conciertos de versiones y tributo les tengo bastante manía. Es como ir a un museo de cera. Vale, las figuras se parecen, pero dan dentera. Y cuanto más se parecen, más dentera dan.

Tanto con Anitua como con Josetxo «Bicho» siempre hablábamos de hacer algo juntos. Y se me ocurrió hacer un concierto con «las dos Josetxas», como los llamaba yo. Los dos eran mis referentes, y también era una manera de pincharlos para ver si volvían a hacer cosas. Los llamé, pero Josetxo «Bicho» al final no aceptó. En cambio, el otro Josetxo se apuntó como un loco. Tenía ganas de hacer cosas y fue todo muy rápido. Dos ensayos y el concierto.

Con Josetxo siempre hubo muy buena conexión, personal y musical. No hablábamos, hacíamos. Nos juntamos una tarde a hacer una lista de versiones, y yo las conocía todas. Teníamos un background parecido. Pensando en la versión de Caetano Veloso57, él decía, «yo la haría en plan Soft Boys». Y yo, «¡claro, con esa guitarra!». Nos pisábamos las frases.

TERESA ITURRIOZ: Nunca vi a Cancer Moon. ¡Qué rabia! Pero fui a verle tocar con Atom Rhumba en el Antzokia. Y me llamó mucho la atención ver cómo se metía en el papel. ¡Este es mi Josetxo! Lo veía fumar, con su americana, tan guapo, y pensaba, «¡qué bien se está haciendo mayor Josetxo!». Hicieron «Nature Boy» de Eden Ahbez. Fue maravilloso. Fue la única vez que le vi actuar. Tampoco lo vi como Josetxo Grieta.

LAS CATARSIS DE JOSETXO GRIETA

ROBER!: Entre Cancer Moon y Josetxo Grieta pasó un montón de años en los que lo que más hizo fue colaborar. Cantó una canción en nuestro primer disco, nos remezcló un tema y luego volvió a cantar en otro disco. También cantó en un disco de Le Mans. Y en casa seguía haciendo cosas, pero muy para él. Siempre nos íbamos prometiendo hacer cosas juntos, pero con quien más llegó a actuar fue con Josetxo Grieta, un grupo que montó con Mattin.

MATTIN: Nací en Bilbao en 1977. En los 90 formé Inte Domine, un grupo en el que estuvo un año el guitarra de Lord Sickness, los hermanos pequeños de El Inquilino Comunista. Nosotros aún éramos más jóvenes. Teníamos menos experiencia y tocábamos mucho peor, pero compartíamos muchas inquietudes musicales. A los dieciocho años me fui de Getxo, acabé en Londres y me interesé por la música experimental, la improvisación y el ruido.

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