Piensan volar allá para colocarlo durante la última intervención quirúrgica. Al fin dejaremos atrás la fragilidad de la cabeza; a pesar de muchos años en el hospital de neurología no me acostumbro a ese aspecto y tal parece que no me acostumbraré nunca. Mientras leo el reporte de Roger Carrillo, posiblemente Diana y su familia se encuentran en el espacio aéreo, rumbo a Monterrey; tal vez está bajo anestesia, en los quirófanos de esa ciudad y ahora mismo el cirujano coloca el fragmento. Por mi parte, observo imágenes de resonancia magnética, en la secuencia conocida como FLAIR (por las siglas en inglés, que significan: Fluid Attenuated Inversion Recovery), y en la parte inferior derecha de cada corte (que corresponde a la porción posterior del hemisferio izquierdo) es fácil ver una región de aspecto irregular con mayor claridad en la escala de grises: una mancha blanca, heterogénea, con pequeñas imperfecciones grises en su interior.
Contrasto mi observación con el reporte de Roger Carrillo: En la unión del lóbulo parietal con el lóbulo temporal del hemisferio izquierdo, se encuentra una zona de encefalomalacia localizada en la corteza cerebral, con extensión a la sustancia blanca subyacente, lo cual provoca retracción del sistema ventricular, que se aprecia con discreto aumento de tamaño del lado izquierdo en comparación con el derecho. La actividad del cerebro es asimétrica: en los individuos diestros, el hemisferio izquierdo procesa en forma preferente información lingüística; genera secuencias ordenadas de datos que se objetivan en el movimiento corporal dirigido, en la escritura, en el discurso: podríamos decir, patrones secuenciales de datos que sólo pueden realizarse y aprehenderse en la dimensión del tiempo. El hemisferio derecho se especializa en el conocimiento del espacio corporal y del entorno; así lo hemos aprendido desde la segunda mitad del siglo XIX mediante evidencias clínicas, fisiológicas, mediante los recursos de la biotecnología. En la unión de los lóbulos parietal y temporal se localiza el módulo más importante para la decodificación de signos lingüísticos, auditivos o visuales. Una lesión en esa zona produce una pérdida en la habilidad para entender el lenguaje. Se trata del área designada con el nombre de un investigador pionero, el neuropsiquiatra alemán Karl Wernicke. La persistencia de una lesión localizada en el área de Wernicke sugiere que el defecto afásico será permanente: una zona de encefalomalacia significa que el tejido cerebral, formado por neuronas, vasos sanguíneos y células gliales, ha sido destruido en esa región y sustituido por líquido y tejido de cicatrización: en pocas palabras, por una masa inerte desde la perspectiva neurológica.
A pesar de la parafernalia contemporánea de las neurociencias, se desconoce aún el método para regenerar las zonas muertas del encéfalo que aparecen tras el acontecimiento de enfermedades y accidentes. La esperanza de Diana reside entonces en el canto afásico, en la cultura bilingüe, la plasticidad cerebral, los mecanismos de suplencia, la neurogénesis y la sinaptogénesis, en los factores de crecimiento neural… Pero llega un momento en que todos esos conceptos encantadores de la ciencia neural parecen artilugios de la ciencia ficción, mientras que las zonas muertas dentro de un órgano vivo, a pesar de ser conceptos negativos, presentan atributos recalcitrantes de eso que tantos filósofos odian y tantos científicos mistifican: pura y simple realidad.
He pedido ayuda a la maestra Martha Lestrade, jefa de la Clínica del Lenguaje de mi hospital. Me explica que en las últimas semanas Diana comenzó a decir palabras aisladas, en forma muy repetitiva: es imposible entenderla, pero al menos hay rudimentos verbales, tal vez la prefiguración de un futuro lleno de palabras con sentido lógico.
–Todo puede ocurrir –me dice–. Pero generalmente, en casos de afasia tan graves, persiste durante toda la vida un defecto muy importante para expresar y entender las palabras.
Le pregunto acerca de su “lenguaje inventado”, ¿se trata de un caso de jergafasia? Le pregunto acerca de su capacidad musical, acerca de su pensamiento. Sostengo la última página del expediente frente a mis ojos.
CLÍNICA DEL LENGUAJE
El reporte técnico-científico de la maestra Lestrade es un documento breve, de dos cuartillas, escrito en papel membretado por la institución.
10 DE JUNIO, 2009. La agilidad oral está disminuida. Su comunicación es predominantemente ecolálica, no produce lenguaje proposicional, ocasionalmente responde bien a alguna pregunta, probablemente al azar. Repite frases cortas bien articuladas; cuando estas últimas aumentan en el número de vocablos surgen múltiples distorsiones parafásicas –característica indudable de este tipo de afasia.
¿Por qué dice la maestra que la comunicación es predominantemente ecolálica? En fechas recientes, Diana repite involuntariamente sílabas y palabras pronunciadas por sus interlocutores. La maestra Lestrade identificó también otro signo clínico, conocido como parafasia: múltiples distorsiones parafásicas, ha escrito al final del texto. Algunos pacientes distorsionan fonemas, sílabas y palabras: pueden decir institito o institituto en lugar de instituto, formando falsos signos verbales por adición, supresión o desorden de las sílabas. También puede ocurrir que una palabra sea cambiada por otra, por analogía de sonido o significado, gato por pato, amarillo por verde. Si el discurso (hablado o escrito) se encuentra dominado por parafasias puede constituir una verdadera jergafasia.
Continúo la lectura del reporte. Diana tiene un grave defecto para la comprensión del lenguaje pero conserva en mayor medida la capacidad para repetir frases y palabras. La lectura está alterada tanto en voz alta como en los aspectos de comprensión de textos. La debilidad de la mano derecha obligó a la maestra a explorar la escritura con la otra mano: Los trazos efectuados con la mano izquierda, no dominante, son perseverantes y revelan disgrafia de índole afásica. Esto es congruente con la localización de la lesión en el hemisferio izquierdo, que domina la programación motora de la escritura, cuando se realiza con cualquiera de las dos manos. El dictamen de la especialista en afasiología concluye el documento:
AFASIA TRANSCORTICAL SENSORIAL
Pero la maestra agrega también en su nota un código para describir la severidad del problema en términos clínicos: veo que ha asignado el grado más severo posible, caracterizado como una carencia de comprensión verbal y de lenguaje útil, de acuerdo con una herramienta de medición clínica (la escala de Boston). ¿Pero esto qué significa en términos prácticos? ¿Cuáles son las expectativas de recuperación reales de mi paciente? ¿Podrá ejercer su profesión, la administración de empresas? ¿Podrá insertarse en el ramo del turismo como lo había planeado antes de irse a estudiar a Londres? ¿Y podrá ser la madre amorosa de los hijos de Oswaldo, como ambos lo habían soñado tantas veces? Imagino otra vez a su novio, Oswaldo, con la sonrisa confiada, de pie, apoyando el hombro derecho en el marco de la puerta, jugando con las manos mientras declara que Diana es y será siempre su mujer, y en un futuro próximo, la madre de sus niños. Frente a mí, la maestra Lestrade no tiene ese aire confiado, no juega con las manos ni enarbola un discurso optimista. Le he hablado de la capacidad de Diana para cantar en inglés, le he dicho que Oswaldo, la señora Casanova y yo hemos diseñado un programa de canto en ambos idiomas para favorecer la recuperación; Martha Lestrade se muestra conmovida por mi entusiasmo.
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