Ahora bien, el lector hallará unas cuantas crónicas repetidas, o ya publicadas en libro, pero esta vez puestas en el momento de su primera publicación en los periódicos colombianos; así se aclara, por ejemplo, que algunos títulos reunidos en su casi póstumo Libro de crónicas tuvieron su aparición original en 1920; eso explica la decisión de presentar de nuevo, por ejemplo, su relato “En el pueblo”, que había sido publicado originalmente en El Espectador de Medellín, en 1920, y luego fue reproducido, en 1922, por la revista Cromos y formó parte de la pequeña colección del libro que le publicaron sus amigos en 1924.
En tercer lugar, había que superar tanto la visión bogotana como la visión antioqueña sobre Tejada que se plasmaron en las dos compilaciones que hemos mencionado. El libro Gotas de tinta de 1977, en efecto, presenta un grupo de textos que corresponden a la estadía de Tejada en Bogotá y, sin darse cuenta, precisamente por la desatención en torno a la fecha original de la publicación, algunas que fueron escritas y publicadas en su prolífico año 1920, cuando vivía y escribía en Medellín; el esbozo biográfico y los comentarios de Cobo Borda evidencian una mirada bogotanizada sobre un escritor cuya trayectoria vital y cuya producción no fueron estrictamente capitalinas. Luego, la compilación de Escobar Calle, de 1989, rescataba al Tejada despreciado de la tal “prehistoria” que había sentenciado Cobo Borda; pero también señalaba otro extremo: el Tejada que había vivido y escrito solamente en Medellín, durante 1920. Es cierto que la mayor parte de sus escritos quedó plasmada en las ediciones de El Espectador, tanto en Bogotá como en Medellín, pero no hay que desconocer que la trayectoria de Tejada abarcó otras publicaciones y otras regiones.
En cuarto lugar, y también en consecuencia, había que dejar ver que el escritor vivió etapas o, al menos, que tuvo énfasis, que de las crónicas sostenidas por la paradoja pasó a una escritura más sobria que obedecía a su militancia política. Algunas crónicas ya publicadas en libro decidimos mantenerlas en esta antología; por ejemplo, su relato “La bisabuela” nos parecía imprescindible porque fue el texto con que Tejada quiso comenzar su carrera de periodista en El Espectador de Bogotá, en 1917, pero tuvo que guardarlo porque, según el director del diario, no exponía un asunto de actualidad. Con intención semejante decidimos conservar la última que escribió, “Los partidos del porvenir”.
En consecuencia, podemos hablar de más de doscientas “nuevas” crónicas (y un solitario poema) que aún no habían sido objeto de una antología; hemos reunido un conjunto de textos que van desde el incipiente cronista que se inició en un periódico estudiantil de Pereira, pasando por su deambular por la costa Atlántica, Medellín, Manizales y Bogotá; se rescata la etapa casi desconocida del cronista en la prensa liberal y protosocialista de Barranquilla, y también se reúne un conjunto representativo de su crítica artística ejercida en el efímero diario El Sol de Bogotá, durante 1922. Hemos creído que mostrando estas “nuevas” crónicas podemos persuadir al lector de que la obra de Tejada fue muy consistente.
Esta antología, en definitiva, auspicia una lectura y relectura de la vida, la obra y la época del periodista Luis Tejada. Es una renovada invitación para hacer, con la compañía de este escritor, una visita al pasado y, oblicuamente, un examen de nuestro presente.
1Esa nota fue reproducida por El Espectador de Medellín, el 25 de junio de 1918. Tejada también recibió tempranos elogios de Luis E. Nieto Caballero, uno de los directores de El Espectador de Bogotá, en su columna “Colombia joven” del 12 de octubre de 1918.
2Carta de Luis Tejada a sus padres, Medellín, 29 de mayo de 1916.
3Luis Tejada, “La crítica II”, El Universal, Barranquilla, 24 de diciembre de 1918.
4Luis Tejada, “Las grandes mentiras”, El Espectador, Bogotá, 4 de noviembre de 1918.
5Luis Tejada, “El problema”, El Universal, Barranquilla, 8 de julio de 1918.
6Denomino literatura canónica a toda aquella producción escrita encargada de normatizar costumbres y que fue tan prolija en el siglo xix: códigos del buen amor, catecismos católicos y republicanos, manuales de economía doméstica, manuales de urbanidad, lecciones de psicología y moral, y los mismos cuadros de costumbres.
7Luis Tejada, “Diatriba de la ironía”, El Espectador, Bogotá, 20 de agosto de 1923.
8G. K. Chesterton, “Defensa del desatino”, en: Clásicos Jackson del ensayo, t. 15, Buenos Aires, Ediciones Jackson, 1950, p. 447-451.
9El Espectador, Bogotá, 3 de septiembre de 1923.
10El Espectador, Medellín, 6 de septiembre de 1922.
11Enrique Restrepo, El tonel de Diógenes, manual del cínico perfecto, Bogotá, Ediciones Colombia, 1927, p. 47.
12Luis Tejada, “Elogio del espíritu de contradicción”, El Espectador, Medellín, 3 de septiembre de 1920.
13En su crónica “Los tres amigos”, El Espectador, Bogotá, 1 de abril de 1921.
14Véase al respecto: Peter Sloterdijk, Crítica de la razón cínica, Madrid, Taurus, 1989, 2 vols.
15Algunos títulos de prensa de Medellín y de Bogotá, de las décadas de 1870 y 1880, delatan la propensión, sobre todo entre sectores de artesanos, a las disidencias religiosas no católicas. Me baso en mi estudio inédito sobre la sociabilidad política y religiosa de la segunda mitad del siglo xix en Colombia.
16Esa cultura política radical también está en la raíz del comportamiento político de otros parientes de Tejada, como su tía María Cano, dirigente socialista a fines de la década de 1920.
17Luis Tejada, “El periodista”, El Espectador, Bogotá, 14 de marzo de 1922.
18Se trata de la Página de Luis Tejada, que le fue publicada por la revista Universidad, Bogotá, 9 de marzo de 1922.
19La compilación fue elaborada por María Cristina Orozco Escobar y Gilberto Loaiza Cano.
20Gilberto Loaiza Cano, Luis Tejada y la lucha por una nueva cultura (Colombia, 1898-1924), Bogotá, Tercer Mundo-Colcultura, 1995.
21Luis Tejada, Gotas de tinta, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1977.
22Luis Tejada, Mesa de redacción, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1989.
23Cobo Borda creía que el verdadero Tejada surgió en 1921, aunque la misma recopilación de Colcultura recoge, sin saberlo, muchos textos anteriores a ese año. Véase el prólogo del libro Gotas de tinta, op. cit., p. 18.
Crónicas de 1917
Glóbulo Rojo de Pereira
El Espectador de Bogotá
San Antonio y yo
San Antonio y yo estamos hoy que no nos podemos ver ni pintados. Como Ustedes saben, San Antonio es el abogado de todas las muchachas feas del mundo y de algunas bonitas de Pereira.
Pues bien: ayer, cuando entré a la Iglesia a rezar unos ocho padrenuestricos y unas diez y seis avemarías, por todos mis pecados y por los de mis prójimos, vi a una linda morena arrodillada a los pies de un santo que se me pareció mucho a San Antonio. Por supuesto, me tragué los padrenuestros y avemarías que llevaba, y me puse a mirar a la divina rezadora.
Tenía una mantilla española y negra alrededor de la carita y de los hombros, y unos ojazos tan negros como la mantilla; además, le caían sobre la frente unos crespitos matadores y tan negros, por lo menos como los ojazos; los labios se destacaban entre tanta negrura, encendidos como florecitas de písamo. A mí me enamoraron, más que todo, los crespitos. Una muchacha que se sepa sacar bien los cachaquitos, me enciende los sesos.
La encantadora morena de mi cuento, por lo que pude colegir, le estaba pidiendo a San Antonio un novio para Semana Santa. “Delicioso —pensé para mis adentros— ya tengo novia para Pascua” y me puse a hacerle señitas al buen santo para que me colocara como candidato.
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