Nacho García Nas - 4 grados bajo cero

Здесь есть возможность читать онлайн «Nacho García Nas - 4 grados bajo cero» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

4 grados bajo cero: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «4 grados bajo cero»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿De verdad era yo el tipo que me miraba desde el espejo? La vida avanzaba a pasos agigantados: curro, pareja… un niño. La relación con mis tres amigos de siempre era casi un recuerdo recurrente. Fue la crisis de Hugo con su mujer la que desencadenó aquel divertido viaje: risas, confesiones… y hasta un plan. Por lo menos durante unos días no escucho a mi mente repetir esa extraña pregunta: ¿Es siempre la mujer de tu vida la misma que la que te hace feliz?Al parecer, la madurez estaba a punto de alcanzarnos y aunque la combatíamos con humor, sabíamos que cada decisión que tomáramos tendría consecuencias.No lo dudes, es el momento de graduarse en esta bilogía. Adéntrate en 4 grados bajo cero, la esperada segunda parte de
35 grados a tu sombra.

4 grados bajo cero — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «4 grados bajo cero», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Imagínate tener dos o más niños, Lidia, esos padres serán superhéroes, deberían haber participado en los Juegos Olímpicos de Río.

—Sí, claro, en sincronizada, en lanzamiento de pañales, en vela…

—Ja, ja, muy bueno, sobre todo en estar en vela, sí, no me lo recuerdes.

—A esos padres no les tengo ninguna envidia. Nosotros no podemos permitirnos ni tener un hijo y aquí estamos, así que lo de una segunda parte…

—Oye, pero tú adoras El Padrino II y… Toy Story 2 … no lo descartes, Lidia.

—No, si no lo descarto yo, es cosa de la cuenta corriente, que cada día adelgaza más.

—Maldita sea, debería engordar ella y adelgazar yo… ¿Sabes qué te digo? En cuanto volvamos, me apunto a un gimnasio.

—¿Ya estamos otra vez? Si sabes que vas justo y, además, no hay tiempo…

—Bueno, Lidia, pero en realidad en una noche de cubatas gastas casi más y es un dinero que…

—¿Y cuánto hace que no te tomas un cubata?

—Joder, es verdad… Llevo todo el año sin probar un ron con cola o un gin tonic, ¿qué está pasándome?

—Ja, ja… sin duda es un drama. Deberíamos vaciar una botella de agua y llenarla de ron para que puedas hacerte un botelloncito en la playa mientras levantas castillos de arena con Marc, ¿no te parece?

—Oye, que lo digo en serio, que tengo que tomarme un cubata de algo… ¿O es que acaso soy un abuelo? Mira, mira… tengo cuatro canas hasta aquí en el pecho, ¿las ves?

—¿De verdad quieres meterte un cubata para desayunar? ¿Qué es esto, « Leaving Las Denias»?

—No, Lidia, no ha de ser necesariamente ahora, no te quedes con el detalle, es solo que, no sé… ¿De verdad te gusto aún un poco con esta pinta?

—Ja, ja, oye, ya vale de hablar de ti, que tu novia también necesita atenciones

—¿Tú? ¡Tú estás muy bien, a ti todavía te piropea mucha gente! Lo tuyo no es discutible. Yo he perdido toda referencia sobre mí mismo.

—Mira, ¿sabes qué? Te voy a decir algo importante. Nada seduce más a una mujer que ver cómo un padre juega con su hijo.

—Sí, claro, ya lo noté ayer en la playa cuando te fuiste al agua y me quedé con Marc. De pronto, empezaron a acercarse mujeres para hacerse selfies a mi lado, las chicas salían del agua agitando sus bañadores en la mano y las modelos de Victoria’s Secret se lanzaron en paracaídas desde un helicóptero…

—¿Ah, sí? Ja, ja… No me di cuenta. Es que no puedo dejar solos a mis chicos.

Lidia se acerca a mí y de un beso me hace olvidar mi ridículo comportamiento matinal, más divertido por lo pueril que por lo realista… aunque la palabra cubata todavía late misteriosamente en mi cabeza casi como una pequeña bandera que ondea recordándome que los años junto a Jota, Hugo y Mike ya quedan bastante lejos.

Bueno, y lo de ir a la playa… pues eso, nada que ver con cuando éramos jóvenes. Ahora bajar a la playa con tu pareja y tu hijo se convierte en una aventura que deja a cualquiera de las vividas por Indiana Jones en poco más que en saltarse una clase. De pronto, tienes que llevar cestos de playa, cremas infantiles y de adulto, sombrerito o gorra, una especie de iglú, bolsas de juguetes, de esterillas, de toallas, sombrilla con resistencia a los rayos ultravioleta con su correspondiente pincho para una mejor sujeción … y estar allí solo durante las horas en las que el sol es menos perjudicial, claro, no vaya a ser que explote el mundo y tengamos que estar preparados para correr a un búnker. Además, da igual que tu hijo te haya despertado a las seis de la mañana en pleno agosto porque desde las siete hay gente mayor haciéndose con la primera línea de playa y aquello está repleto de sombrillas clavadas y sillas vacías que el camión de limpieza tiene que esquivar para dar su servicio. Veraneantes invisibles en la orilla fantasma… No se molestan en dejar un maniquí sentado para disimular, con lo que cuando bajamos poco más de una hora quedamos relegados a un seguro a terceros como mucho, parapetados tras un montón de pertenencias de ausentes que llegan justo cuando nosotros nos vamos, con lo que hacen gala de una versión playera de El Perro del Hortelano en toda regla.

Aquella tarde de jueves de finales de agosto conocemos a una pareja algo mayor que nosotros con una niña de la edad de Marc que come en la mesa de al lado del restaurante al que hemos acudido, justo frente a los apartamentos. La cría parece muy inquieta y ellos alaban lo bien que se porta Marc en comparación con su hija y que a ver si hacemos un intercambio. Nosotros sonreímos y les animamos con que su hija es muy guapa y que, bueno, que son niños, que es normal que a veces se agobien y todo eso. Es curioso cómo en cuanto se tiene un hijo se produce el extraño fenómeno de que hay quien se cree un experto y asesora a todos sus amigos y familiares concretando con todo detalle como si fuera pediatra, psicólogo o médico, qué es lo más adecuado para cada caso. La pareja continúa mostrándose empalagosamente encantadora al decirnos adiós y Lidia y yo nos despedimos con educación pero lo más rápido que podemos.

Esa noche bajamos a dar un paseo los tres y nos sorprende volver a encontrarnos con la pareja, esta vez sin niña. Una punzada cercana al escalofrío nos atraviesa cuando nos explican abiertamente que ya están esperándonos desde hace un rato. Seguidamente, mientras tratamos de ordenar las palabras para construir una frase como respuesta, nos indican que ellos han dejado a su hija en la guardería de su hotel, que está a dos calles, y que podemos dejar al niño nosotros también allí, preguntándonos a continuación si nos vamos por ahí los cuatro a tomar una copa. Al final es Lidia quien logra balbucear algo así como:

—¿Una copa con vosotros? No sabía que habíamos quedado…

—Bueno, siempre es mejor tomar algo para los nervios y todo eso, yo siempre lo hago, querida, me viene bien —indica la mujer.

—En nuestro hotel hay un pequeño bar muy discreto donde, no sé, poder empezar el juego y conocernos mejor, claro —respalda su marido.

—Estooo, pe... pero… ¿qué juego? Como dice mi novia, lo cierto es que no recordamos haber quedado con vosotros ni habernos apuntado a ningún juego.

—Bueno, tranquilo, amigo, cuando nos conocimos al mediodía os lo propusimos y nos sonreísteis, lo que siempre se ha interpretado como una señal clara de que sí…

—¡Claro, querida, os dijimos de hacer un intercambio de parejas, ¿es que acaso ya no os gustamos? Os vendrá bien que os invitemos a una copa...

Nos quedamos petrificados. Estábamos convencidos de que se habían referido a que cambiarían de críos por un rato porque su hija estaba alterada, pero no, ellos quieren un intercambio de pareja de libro, con sus capítulos, sus páginas y abierto de par en par, vaya. Tras deshacernos de ellos con habilidad felina, respiramos aliviados durante el paseo mientras Lidia encaja la anécdota con humor:

—¿Has visto? Todavía tienes tu público. Esa pareja quería jugar a las cartas con los dos, ahí lo tienes…

—Ja, ja... pues oye, a mí me anima saber que gustamos a la peña. Vale, que eran algo mayores y que sus caras estaban hinchadas de bótox, pero…

—Es verdad, ella tenía la nueva cara de Renée Zellweger.

—¡Uf, qué va, eso es un piropazo! Parecía más Meg Ryan tras operarse en la clínica del Joker, ¿no? ¿Y él, qué? Era así rollo Sean Connery…

—¡Sus ganas! Si fuera Connery me hubiese animado a esa copa, ja, ja.

—Pensaba que la infidelidad solo estaba permitida con Sawyer de Lost ¡Dijimos Scarlett Johansson para mí y Joss Holloway para ti, eso ya estaba negociado y cerrado! ¿Ahora he de incluir también a este «vetusto Morla»?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «4 grados bajo cero»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «4 grados bajo cero» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «4 grados bajo cero»

Обсуждение, отзывы о книге «4 grados bajo cero» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x