René Descartes
El método de las figuras:
imaginario visual e ilustración científica
René Descartes. El método de las figuras: imaginario visual e ilustración científica
Pablo Chiuminatto
Título original: René Descartes: la memoria delle immagini
Colaboradores: Emanuele Filograna y Francesco Tassone
Traducción del italiano: María Soledad Sairafi
1º ed. impresa: Santiago de Chile, febrero 2013.
E-book: mayo 2020.
Imagen portada: El ciego. Lámina del discurso sexto de La Dióptrica, de René Descartes, 1637.
ISBN impreso: 978-956-9058-06-6
ISBN ebook: 978-956-9058-34-9
Registro de propiedad intelectual: 224.931
© Pablo Chiuminatto
Diseño y diagramación: Orjikh editores limitada
orjikh.editores@gmail.com
www.orjikheditores.com
El proceso final de edición de esta investigación y la consolidación del manuscrito al español fue financiado con el aporte de la Dirección de Arte y Cultura de la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
René Descartes
El método de las figuras:
imaginario visual e ilustración científica
Pablo Chiuminatto
Traducción del italiano
María Soledad Sairafi
Índice
I El relato de las imágenes
II Si fuera por mí, grabaría sobre madera
III La imagen muda habla a través de signos
IV La cara del sol
V Un ciego que objetivamente ve
VI Ciego el amor, ciego el error
VII Cupido geométrico, niños letrados
VIII Compendium Musicæ: Vestigios de un mundo simbólico
IX Apeles detrás del cuadro: antonomasia
X Descartes detrás del cuadro: anonimato
Vida y razones de este libro
“Volver geométrica la representación, vale decir dibujar los fenómenos y ordenar en serie los eventos decisivos de una experiencia, he ahí la primera tarea en la que se apoya el espíritu científico. Es en efecto de este modo cómo se llega a la cantidad figurada, a medio camino entre lo concreto y lo abstracto, en una zona intermedia donde el espíritu pretende conciliar las matemáticas con la experiencia, las leyes y los hechos”
G. Bachelard, La formation de l’esprit scientifique, 1934
Máquina para cortar lentes, reproducida en la Dioptrique de R. Descartes, AT VI 218.
* Para todas las referencias a la obra de R. Descartes usé la abreviación tradicional Œuvres de Descartes (13 vol.) Adam et Tannery (eds.), Paris, Vrin, 1974-1988. (Abreviado AT, seguido del número del tomo en números romanos y la página en número arábigos). En el caso de su correspondencia conté con la edición Descartes: tutte le Lettere (1619-1650), Giulia Belgioioso (ed.), Milano, Bompiani, 2005.
I
El relato de las imágenes
Durante una conferencia de Jean-Robert Armogathe en el seminario “Il Mondo”, desarrollado por el Centro Interdipartimentale di Studi su Descartes e il Seicento, en la Universidad del Salento, Lecce, en enero de 2008, tuve una revelación significativa para la investigación que iniciaba en Italia. Se trataba de un aspecto del estudio sobre René Descartes* que había intuido durante mis estudios de doctorado en Chile, pero que hasta ese momento no había podido formular concreta y conscientemente.
En la discusión final de aquel seminario, J.-R. Armogathe vaticinó que tras algunos decenios, el escritor francés François Rabelais (1494-1562) sería estudiado no solo como literato, sino también como filósofo. Esta simple observación me permitió entender que en realidad mi investigación sobre Descartes podía desarrollarse desde un punto de vista análogo a aquel hipotetizado por Armogathe para Rabelais, pero opuesto: es decir, en vez de seguir la huella de un Descartes exclusivamente filósofo, seguiría aquella del intelectual, del escritor que proyecta un lector que lo lee en cuanto autor. Hipótesis no del todo ajena a los estudios cartesianos, dado que un sesgo similar ya se había dado durante el siglo XX, como es el caso del estudio de Pierre-Alain Cahné, entre otros del tipo, quien en 1980 publicó Un autre Descartes: Le philosophe et son langage, abriendo un camino para pensar un Descartes escritor1. Línea que, para ser justos, había iniciado Paul Valéry (1871-1945), más de medio siglo antes, al ampliar el pensamiento cartesiano hacia espacios estéticos insospechados.
La sugerencia indirecta de Armogathe me enfrentó a un panorama particular que, por un lado, comprendía un aspecto poco difundido entre las distintas perspectivas tradicionalmente asumidas en las investigaciones acerca de la obra de Descartes y, por otro, me permitía asumir un aspecto que me había fascinado desde que comencé a estudiarlo, como era la figura del autor, el científico y proyectista de los modelos conceptuales usados para la ejecución de la mayoría de las láminas de sus tratados científicos editados en vida, determinantes para las ediciones póstumas de su obra científica. Esta nueva senda de investigación implicaba traspasar el límite entre el pensamiento de Descartes y las prácticas asumidas por él como autor, editor y divulgador de su filosofía. Es decir, como responsable de las decisiones estratégicas tomadas para la producción de sus libros, entendidos como dispositivos de transmisión de conocimiento.
Esta conclusión produjo un desplazamiento en mi investigación, al poner en el centro elementos complementarios a los textos, como eran los diagramas y las imágenes de los tratados científicos, en particular aquellas utilizadas (casi un centenar) en la edición original del Discours de la Méthode (1637). Iniciaba entonces un recorrido al encuentro de estos objetos figurativos, que rápidamente excedieron los límites de la exégesis exclusiva de los textos de Descartes y demandaron un contexto ampliado que determinó no solo la lectura, sino el análisis de toda su obra y correspondencia, bajo un prisma iconográfico general. Fue así como intenté abrir el arco de investigación hacia otros ángulos, mediante el entrecruzamiento de diversos aspectos derivados de la visualidad científica que sostiene toda la colección de imágenes presentes en la obra de Descartes, así como la asociación con otras imágenes que forman parte de una peculiar historia que abarca desde las arte visuales hasta la fábrica de imágenes propia del trabajo científico, enmarcada por el umbral entre los siglos XVI y XVII.
Simultáneamente, esta particular coyuntura que vincula al filósofo, al científico y al escritor, implicó seguir una dirección centrada en la identificación de las “decisiones del autor”, y, por tanto, proyectar un criterio general que permitiera, a través de la lectura de esas imágenes, establecer un parámetro de análisis capaz de volver legibles estos objetos propios del trabajo científico. De este modo, trabajé en la identificación de elementos representativos del contexto iconográfico de la época, buscando ir más allá del estudio circunscrito al interior de los mismos tratados, cuidando, al mismo tiempo, de no enajenarlos del principio demostrativo que los regula en cuanto ejemplos, prueba u objeto de trabajo científico idealizado en su modelo gráfico2. Este criterio iconológico tenía como objetivo establecer un ámbito referencial que, al mismo tiempo, permitiera interpretar el conjunto de imágenes de los tratados de Descartes como si se tratase de un repertorio representativo del ejercicio mismo de la demostración científica en su obra, a través de las láminas que apoyan la lectura de su primer libro, así como de algunos ejemplos extraídos de sus textos póstumos. De manera que se pueda dimensionar el grado de influencia de estas decisiones “gráficas” del autor en sus editores posteriores.
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