(Lucas 15:11-13).
Kenneth Bailey, un experto en Nuevo Testamento que vivió en el medio Oriente muchos años, preguntó repetidamente a multitud de personas lo que significaría si un hijo le pidiera a su padre la herencia. La respuesta siempre fue la misma; el significado de esa petición es lo mismo que decir: “Padre, ¡deseo tu muerte!" En el contexto de aquel tiempo y lugar, una herencia solo estaba disponible después de la muerte del progenitor. Además, el hijo menor contaba con muy pocas posibilidades de recibir herencia, pues la parte mayor siempre iba al primogénito. Por lo tanto, la petición “dame la parte de los bienes que me corresponde” representa una clara insolencia.
Pero el joven hizo algo aún peor. La expresión “juntándolo todo” (sinagós) significa que vendió su herencia y la convirtió en efectivo. A continuación, se marchó a malgastarlo. Esto constituye una violación flagrante de la tradición judía. La Mishná, que recoge el legado oral israelita acumulado a lo largo de los siglos, indica que cuando un padre escogía entregar en vida la herencia a su hijo, ya no podía venderla por haber pasado al descendiente. Pero su hijo tampoco podía venderla por estar aún bajo el control del padre. Cualquier operación de venta solo se permitía después del fallecimiento del padre.
El resto de la historia (vers. 14-24) es conocido: el hijo pródigo malgastó todo, padeció hambre y necesidad y acabó apacentando cerdos. Un día volvió en sí y decidió regresar a la casa paterna, no ya como hijo, sino como sirviente. El padre no le recriminó su abominable conducta, sino que “cuando aún estaba lejos, lo vio y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó” (vers. 20). Le puso ropa fina, sandalias y el anillo de autoridad, haciendo una gran fiesta para regocijo de todos.
La parábola puede aplicarse a cada uno de nosotros que, en algún momento, decidimos alejarnos del Padre celestial y usar sus dones en la complacencia propia. Puede que estés apartado de Dios y te sientas indigno para regresar. La transgresión de la historia de hoy es colosal, pero no fue obstáculo para que el padre lo recibiera.
Dios está dispuesto a perdonarte, correr hacia ti, echarse a tu cuello y besarte para que disfrutes de tu verdadera condición: la de su amado hijo.
19 de enero - Autoestima
Cuidado con perder el escudo
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa”
(Hebreos 10:35).
El pasaje de hoy insta a los creyentes a no perder la confianza. Y para expresar tal idea, el autor utiliza el verbo apobalo, que tiene un sentido castrense y se utilizaba cuando un soldado perdía o abandonaba su escudo en la batalla. Cuando un soldado se desanimaba en la lucha, podía caer en una de las reacciones más indignas: arrojar el escudo para aligerar la carga y huir. Luego informaba a su superior que había “perdido” el escudo. Tal acción denotaba gran cobardía y dicho soldado no podía asistir a las ceremonias de celebración y honra a los guerreros.
No perder la confianza significa conservar la valentía, la audacia y el dinamismo propios de un buen soldado. No es de extrañar el uso de estos recursos lingüísticos, pues la carta va dirigida a la segunda generación de judeocristianos que les tocó vivir después de la persecución de Nerón y antes de la de Domiciano. Eran tiempos tensos pues, aunque los cristianos no estaban siendo perseguidos en ese momento, sus padres sí habían sufrido la persecución y ellos estaban a punto de padecerla (Heb. 12:4).
La verdad es que cuando las adversidades o la dureza de la confrontación son extremas, nada podemos hacer por nosotros mismos. No es de extrañar que la reacción orgánica ante el peligro o las amenazas la lleve a cabo el llamado sistema nervioso autónomo, que obra independientemente de nuestra voluntad. Se sabe que, en los campos de batalla, algún soldado ha muerto literalmente de miedo. Esto es debido a un mecanismo biológico llamado “rebote parasimpático”. En circunstancias de alarma normal, el sistema nervioso simpático nos alerta del peligro con una serie de reacciones: fuertes latidos, sudor, dilatación de los conductos respiratorios, dilatación de los vasos sanguíneos, energía muscular, entre otros. Ante esto, el sistema nervioso parasimpático reacciona para amortiguar los efectos de tanta conmoción orgánica y acercarnos a la normalidad. Pero cuando la alarma es extrema (como el temor a la muerte en la batalla), el efecto parasimpático puede producir un paro cardíaco y acabar con la vida de la persona.
En las batallas espirituales, solo Dios puede hacernos valientes frente a la dureza de la tentación y las amenazas de la vida. Tal vez estés en lo peor de la lucha y te sientas tentado a arrojar el escudo y abandonarte a la derrota. Pero hay una opción mucho mejor. Entrégate a Jesús y él te dará la victoria. Como a Jairo le dijo mientras su hija agonizaba, ahora te dice a ti: “No temas, cree solamente” (Mar. 5:36).
20 de enero - Autoestima
¡Qué hermosa eres!
“¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!”
(Cantares 4:1).
Una de las fuentes principales de autoestima para la mujer son las palabras de aprecio de su esposo. Por eso, las víctimas del maltrato doméstico (que incluye el abuso verbal) tienen la autoestima por el suelo. El trato vejatorio empuja a las personas a sentirse humilladas, inferiores y a no confiar en su propia capacidad. En la relación de pareja, está en manos del marido afirmar y edificar a su esposa o hundirla en la infelicidad con palabras hirientes.
No es de extrañar que los psicoterapeutas que tratan los problemas de relación en la pareja siempre incluyan técnicas de comunicación interpersonal. Mucho del éxito o del fracaso en las relaciones depende de los mensajes mutuos que emiten los miembros de la pareja. Tristemente, muchos hombres tienden a carecer de palabras de honesta alabanza hacia sus esposas. Elena de White aconsejó a un hombre con esta necesidad en 1869, cuando los derechos de la mujer apenas se consideraban: “Usted puede ayudarle y conducirla. No debería censurarla jamás. Nunca la reprenda si sus esfuerzos no son lo que usted piensa que deberían ser. Por el contrario, anímela con palabras tiernas y amorosas. Puede ayudarle a conservar su dignidad y su respeto propio. Nunca encomie las acciones de otras personas en su presencia, para que ella no crea que lo hace a fin de que sus deficiencias resalten. Usted ha sido duro e insensible en este sentido. Ha manifestado más cortesía para su servidumbre que para ella; ha puesto a sus servidores por encima de ella en la casa” (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 273).
El texto bíblico de hoy se centra en la hermosura. La belleza física es un valor preciado y es parte de la creación de Dios. Sin embargo, existen otras cualidades aún más valiosas. Por ello, el libro de Proverbios nos dice: “Engañosa es la gracia y vana la hermosura, pero la mujer que teme a Jehová, esa será alabada” (Prov. 31:30).
Sirva el pasaje de hoy para recordarnos a todos, jóvenes o mayores, hombres o mujeres, dentro o fuera del matrimonio, que hemos de usar palabras de aprecio, aliento y aprobación hacia otros en los momentos debidos. El Cantar de los Cantares se centra en la pareja, pero su mensaje, tomado en términos generales, puede ser útil para cualquier relación interpersonal. Y en especial, utilicemos mensajes de afirmación hacia las personas queridas y cercanas, pues tenemos tendencia a olvidar este principio con los que más amamos.
21 de enero - Autoestima
Cómo arruinar la autoestima del hermano
“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga ‘Necio’ a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga ‘Fatuo’, quedará expuesto al infierno de fuego”
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