9 de enero - Autoestima
Variadísimos dones
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”
(1 Pedro 4:10).
En el versículo de hoy se presentan dos grandes enseñanzas: primera, los dones que hemos recibido de Dios son preciosos y, como portadores, debemos sentirnos satisfechos por los regalos que el Creador nos hace, a quien damos la gloria por tales obsequios; segunda, el propósito de los dones es ministrar a los demás y no utilizarlos con fines egoístas.
Dos estudiantes de derecho terminaron sus estudios en la Escuela de Leyes Chicago-Kent. El primero de la promoción era un joven ciego de apellido Overton. Al ser reconocido por su rendimiento académico en la ceremonia de graduación, aprovechó el momento para mencionar que gran parte de su éxito se debía a su compañero de carrera, el señor Kaspryzak, que no tenía brazos. Ambos se habían conocido en la facultad y con frecuencia se los veía caminando, hombro con hombro, Overton llevaba los libros y Kaspryzak guiaba a su compañero. En la biblioteca, Kaspryzak leía y Overton escuchaba y pasaba la página cada vez que el lector se lo decía, otras veces Overton dictaba y Kaspryzak escribía. Contaban con dones distintos y con limitaciones diferentes. En conjunto, formaban un equipo ideal.
La historia de estos dos jóvenes abogados enfatiza el efecto mutuo que tiene el poner nuestros dones al servicio de otros, como buenos administradores. Las bendiciones se multiplican con la abundancia de dones, pues la Biblia enumera no pocos y la lista no es completa pues, como dice el versículo de hoy, la gracia de Dios es multiforme.
En 1 Corintios 12 encontramos los dones de palabra, conocimiento, fe, curación, profecía, distinción entre espíritus falsos y el Espíritu de Dios, así como hablar y comprender lenguas. En Romanos 12 se nos habla de dones de servicio, enseñanza, exhortación, generosidad, solicitud, administración, asistencia y apoyo a otros. En Efesios 4 leemos de dones eclesiásticos: apóstoles, profetas, evangelistas y maestros.
Todos tenemos ciertos dones y carecemos de otros, pues el Espíritu reparte “a cada uno en particular como él quiere” (1 Cor. 12:11). Puede que no tengas los dones que anhelas, pero ciertamente posees otros. Conócelos bien, cultívalos y, sobre todo, sigue la recomendación del apóstol Pedro de utilizarlos para el servicio de los demás. De esta forma te beneficiarás mucho, no solo de poner tus dones al servicio de otros, sino también de las múltiples bendiciones que recibirás a través de los dones de ellos.
10 de enero - Autoestima
Igualdad plena
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”
(Gálatas 3:28).
Dos estudiantes universitarios están sentados en una sala de espera. Uno es miembro del equipo investigador, un “cómplice” del estudio. El otro es un voluntario que participa en el experimento. Le acaban de hacer unos test psicológicos y aún le quedan otros por realizar (en realidad, todos son test de autoestima). El interlocutor pretende estar allí con el mismo propósito, pero en realidad su cometido es manipular la autoestima del participante. Durante el tiempo de espera, el cómplice hace comentarios desdeñosos de las opiniones, ideas, ropa, entre otras, del voluntario. Cuando este completa su segundo test de autoestima, está claro que su nivel ha descendido.
El mismo procedimiento se repite con otro participante, pero esta vez con mensajes de alabanza. El resultado de las pruebas arroja un aumento considerable de la autoestima frente a los resultados de antes del encuentro. Esto se repite con muchos otros sujetos. La conclusión es que la autoestima es susceptible de manipularse. Es muy fácil hacerlo con las palabras que decimos y cómo las decimos, especialmente cuando evalúan al contrario. Por ello, debemos ser muy cuidadosos con nuestras palabras, intentando siempre ser positivos, afirmando las cualidades de otros y, cuando hayamos de expresar desacuerdos, lo hagamos con mucho tacto y cariño.
Otro factor que nos ayuda a formar el concepto propio es pertenecer a cierto grupo: ser miembros de un equipo deportivo, ciudadanos de un país, grupo profesional, etcétera. El texto de hoy afirma la igualdad frente a Jesús, independientemente del grupo social al que pertenezcamos. Ser de una nacionalidad u origen étnico, ser mujer, o no poseer cierto nivel de estudios, puede hacer que la autoestima de muchos se resienta. Sin embargo, cuando el apóstol Pablo afirma que no hay “judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer”, no solo está haciendo una declaración avanzadísima para su tiempo, sino que además está animando a los creyentes a que no se sientan inferiores (ni superiores) por su pertenencia a algún grupo social.
Nadie podrá arruinar tu autoestima a causa de tu género, clase, grupo o raza. Ante Cristo, todos somos iguales y debes sentirte privilegiado porque Jesús te ha escogido y eres salvo por su gracia. Ama, pues, a todos tus semejantes, sean del nivel o grupo que sean, tal y como Jesús te pide: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).
11 de enero - Autoestima
El mejor tratamiento de belleza
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible adorno de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”
(1 Pedro 3:3, 4).
Un programa televisivo de viajes invitó a un grupo de cinco hombres, nativos de un pueblo primitivo de las islas del sur del Pacífico, a conocer la cultura norteamericana. Disfrutaron de paisajes naturales y entornos urbanos, probaron toda clase de comida, se desplazaron en diversos medios de transporte y participaron en todo tipo de actividad recreativa, cultural y de consumo. Entre estas, un tratamiento de belleza en un centro especializado. El presentador que los conducía intentó acrecentar el interés por la apariencia juvenil y preguntó a uno de los nativos al entrar al salón:
—¿Le gustaría parecer diez años más joven?
Algo extrañado, el invitado contestó:
—No. Me gustaría llegar a viejo y vivir diez años más de lo normal.
La cultura del isleño exaltaba la longevidad, aun con arrugas en la cara. Mientras que los valores del occidental estaban centrados en la apariencia juvenil.
Para mejorar la belleza física la industria mueve cada año cantidades millonarias de dinero en productos y servicios que absorben gran parte del presupuesto personal del consumidor. La ropa y el calzado, por ejemplo, van mucho más allá de su papel funcional y se compran por su diseño, la marca comercial o la habilidad de atraer la atención de otros. Hay productos cosméticos para embellecer el cutis, el pelo, las cejas, las pestañas, las uñas, la piel… Están además las joyas que penden de diversos lugares del cuerpo a fin de dar más luz a la imagen corporal. Y aparte de los objetos que añadimos a nuestro cuerpo están los tratamientos que se aplican con el mismo objetivo. Nos referimos a masajes, arcillas, lifting, bótox, o incluso cirugía reparadora para retocar detalles corporales que resulten más agradables a la vista.
Pero el texto inspirado hace distinción entre dos tipos de adorno. Por un lado, ropa, peinados y joyas. Por el otro, un espíritu afable y apacible. El primero, puede comprarse con dinero, pero es temporal. El segundo es incorruptible y se recibe por medio del Espíritu Santo que transforma corazones y produce espíritus llenos de paz y de mansedumbre.
Ora hoy para que Dios transforme tu corazón y deseche de él cualquier mal y te conceda ese “adorno de un espíritu afable y apacible” para que seas una bendición para muchos.
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