¿Qué enseña la teología reformada?
La Confesión de fe de Westminster (1647) alude al pacto de redención cuando dice: “Le plació a Dios en Su propósito eterno escoger y ordenar al Señor Jesús, Su Hijo Unigénito, para que sea el Mediador entre Dios y el hombre” (8.1). La Declaración de fe de Saboya (1658), la cual fue una modificación de la Confesión de Westminster producida por los independientes ingleses, lo declaró de una manera más explícita: “Le plació a Dios, en Su propósito eterno, escoger y ordenar al Señor Jesús, Su Hijo Unigénito, de acuerdo con un pacto hecho entre los dos, para que sea el Mediador entre Dios y el hombre” (8.1, énfasis añadido). Históricamente la teología reformada ha enseñado que la mediación de Cristo fue la ejecución del pacto de redención.
¿Qué estaba contenido en este pacto exactamente? John Owen (1616-1683), uno de los principales arquitectos de la Declaración de Saboya y con frecuencia llamado el “Príncipe de los puritanos”, describió cinco elementos fundamentales del pacto de redención:
1. El Padre como el “prometedor” y el Hijo como el “realizador” voluntariamente acordaron juntos conseguir una meta en común, a saber, “la gloria de Dios y la salvación de los elegidos” 6.
2. El Padre ordenó las condiciones para este pacto, las cuales consistían en que el Hijo asumiera una naturaleza humana, cumpliera las demandas de la ley a través de Su obediencia y sufriera el justo juicio de Dios en lugar de los elegidos a fin de satisfacer la justicia de Dios en nombre de ellos 7.
3. El Padre prometió al Hijo que lo ayudaría y que si el Hijo realizaba la obra asignada, obtendría la salvación y la glorificación de los elegidos. El Padre confirmó estas promesas con un juramento 8.
4. El Hijo aceptó voluntariamente las condiciones y asumió la obra como fiador del pacto 9.
5. El Padre aprobó yaceptó la actuación del Hijo, Quien asimismo apropió las promesas hechas en el pacto 10.
Este resumen es común entre los teólogos reformados del siglo XVII. Ellos entendieron que la Escritura enseña el pacto de redención como un pacto de obediencia y obligación para Cristo . El perdón de pecados y la vida eterna para los elegidos solamente fueron posibles porque Cristo cumplió las demandas de la justicia de Dios a través de Su vida de obediencia y por Su muerte de expiación. De este modo, Cristo llegó a ser el cumplidor del pacto en quien ponemos nuestra confianza para ser salvos.
Owen también señaló que el Espíritu Santo tiene un rol esencial en el pacto de redención. Fue a través del Espíritu Santo que la virgen María concibió al Cristo encarnado, que Cristo se ofreció al Padre y que fue levantado de los muertos 11. Además, el Espíritu Santo también es el responsable de llevar a los elegidos a la unión con Cristo y mantenerlos a salvo 12. Nuestra salvación es trinitaria de principio a fin.
Sin embargo, los teólogos británicos no fueron los únicos que explicaron el pacto de redención de esta manera. La mayoría de los teólogos reformados europeos sostuvieron la misma enseñanza. El teólogo reformado holandés Herman Witsius (1636-1708) lo describió como
la voluntad del Padre, al dar al Hijo para que sea la cabeza y redentor de los elegidos; y la voluntad del Hijo, al presentarse a Sí mismo como un patrocinador o fiador a favor de ellos; en todo lo que consiste la naturaleza de un convenio o pacto. La Escrituras representan al Padre, en la economía de nuestra salvación, demandando la obediencia del Hijo incluso hasta la muerte; y bajo condición de esa obediencia, Le promete a su vez aquel nombre que es sobre todo nombre, incluso que sea la cabeza de los elegidos en gloria; y presentan al Hijo, ofreciéndose a Sí mismo para hacer la voluntad del Padre, aceptando la promesa, y… requiriendo, en virtud del convenio, el reino y la gloria que el Padre le prometió. Al demostrar claramente todos estos puntos a partir de la Escritura, no se puede negar bajo ningún pretexto, que hay un convenio entre el Padre y el Hijo que es el fundamento de nuestra salvación 13.
Al igual que Owen, Witsius explicó que este pacto tiene condiciones prescritas, las cuales el Hijo aceptó cumplir voluntariamente. Para salvar a los pecadores y, aun así, satisfacer al mismo tiempo Su justicia contra el pecado, el Padre exigió al Hijo que tomara el lugar de los elegidos convirtiéndose en el segundo Adán y cumpliendo toda justicia a través de Su obediencia. El Hijo estuvo de acuerdo, cumplió las condiciones, y recibió Su recompensa de un reino y gloria junto con Su pueblo redimido.
La teología reformada comúnmente ha descrito la función de Cristo en el pacto de redención usando términos tales como cabeza federal , mediador (por ejemplo, Hebreos 8:6; 9:15; 12:24) y fiador (por ejemplo, Hebreos 7:22). Estos títulos se refieren generalmente al mismo concepto, a saber, Cristo como el representante de Su pueblo; sin embargo cada uno enfatiza aspectos diferentes de este rol. La expresión cabeza federal realza el hecho de que Cristo es una persona pública que actúa en nombre de aquellos que representa. Para tomar prestado un ejemplo que usa S. M. Baugh, “cuando el presidente de los Estados Unidos firma un tratado, este obliga a todos los ciudadanos que él representa a mantener ese tratado. En caso de que el presidente violara el tratado a través de sus acciones oficiales, todo el país sería responsable” 14. De la misma manera, las acciones de Cristo tienen consecuencias para los elegidos porque Él es su cabeza federal. La palabra mediador , por otro lado, dirige la atención a Cristo como nuestro representante delante del Padre en Su triple oficio de Profeta, Sacerdote yRey. Además, el título fiador pone el énfasis en Cristo como la garantía de nuestra salvación, quien cumplió las condiciones de Su pacto con el Padre.
¿Por qué esta doctrina es importante para la vida cristiana?
¿Por qué le debe importar al cristiano que hubiera un pacto de redención entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo antes del tiempo? A primera vista, podríamos sentirnos tentados a considerar esta doctrina como muy abstracta y teórica, como si solamente tuviera valor en las aulas de los seminarios o en las conversaciones especulativas de los teólogos profesionales. Sin embargo, nada dista más de la verdad. La doctrina del pacto de redención es en realidad muy práctica para la vida cristiana porque nos enseña acerca del amor de Dios, nos da consuelo y seguridad, y nos protege de la especulación.
Nos enseña acerca del amor de Dios. La doctrina del pacto de redención nos revela que entre el Padre, el Hijo y el Espíritu existen amor y armonía perfectos. Sus promesas y obligaciones mutuas demuestran Su amor mutuo . El amor del Padre por el Hijo se expresa en la recompensa que le da de un pueblo que el Hijo gobernará como Rey. El amor del Hijo por el Padre se expresa en que se somete a la voluntad del Padre, incluso al más alto costo personal. El amor del Espíritu por el Padre y el Hijo se expresa en la obra que realiza de llevar este plan a su cumplimiento. Yel amor del Padre y del Hijo por el Espíritu se expresa en que lo derraman sobre la iglesia como Su don especial del cielo. Ningún miembro de la trinidad actúa aparte de los otros dos miembros.
Además, la doctrina del pacto de redención también nos enseña que Dios siempre busca comunicar a otros este amor que experimenta dentro de Sí mismo. Como lo expresó el teólogo de Princeton, Geerhardus Vos (1862-1949): “Tal y como la bienaventuranza de Dios existe en la libre relación de las tres personas del Ser adorable, también el hombre encontrará su bienaventuranza en la relación de pacto con su Dios” 15. Dios ha decidido compartir Su amor con Sus elegidos. En Su voluntad soberana escogió hacernos los objetos del amor eterno y mutuo entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. No hicimos nada que lo motivara a darnos Su amor, pues nos amó cuando todavía éramos pecadores y enemigos Suyos (Romanos 5:8-10). Por el contrario, Él actuó primero fijando Su amor sobre nosotros antes de la fundación del mundo en este grandioso pacto que involucró a cada persona de la Deidad. En el pacto de redención vemos que nuestra salvación es trinitaria de principio a fin, planeada cuidadosamente en la eternidad pasada y ejecutada en la historia humana. ¡Qué sublime amor es demostrado por el hecho de que Cristo vino con una misión específica para cumplir Sus obligaciones del pacto y obtener redención para nosotros!
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