Objetivo general
Objetivos específicos
Propósito
DISEÑO METODOLÓGICO
Enfoque
Tipo de estudio
Población y muestra
Descripción de las variables
Recolección de información
Control de errores y sesgos
Técnicas de procesamiento de datos
Consideraciones éticas
RESULTADOS
DISCUSIÓN
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
ANEXOS
INTRODUCCIÓN
Los bancos de sangre son un punto clave en la prestación de servicios de salud, principalmente ante situaciones clínicas que implican la pérdida de diferentes componentes sanguíneos que ponen en riesgo la vida. A pesar de ello, en el caso colombiano es frecuente que estas instituciones presenten escasez de hemocomponentes por el aumento de las enfermedades crónicas, los accidentes, las situaciones de orden público y los requerimientos de los servicios transfusionales.
Frente al reto de garantizar un suministro oportuno y suficiente de hemocomponentes, los bancos de sangre se han visto en la necesidad de incrementar las campañas de donación en parques, universidades y empresas, así como el llamado a los familiares de quienes han sido transfundidos; estrategias que si bien pueden aumentar la disponibilidad de unidades en los bancos, también incrementan el riesgo de infección por los diferentes agentes infecciosos transmisibles vía transfusional, lo que demanda mayores esfuerzos para garantizar una donación y transfusión seguras.
En este contexto, desde el año 2014 en Colombia es obligatorio realizar en todos los donantes de sangre la determinación de anticuerpos contra el virus de la inmunodeficiencia humana 1 y 2 (vih 1 y 2), de antígeno de superficie del virus de la hepatitis B (vhb) (HBsAg), de anticuerpos contra el antígeno core de la hepatitis B (anti-HBc), de anticuerpos contra el virus linfotrópico de células T humanas i/ii (htlv i/ii), de anticuerpos frente al virus de la hepatitis C (vhc), de anticuerpos frente a Treponema pallidum (sífilis), de anticuerpos frente a Trypanosoma cruzi (Chagas) y la tamización de malaria en todos los bancos de sangre que se encuentren en zonas endémicas del país.
La detección de estas infecciones es de gran relevancia para garantizar la seguridad de la transfusión, y constituye una acción clave para la vigilancia epidemiológica de estas infecciones en personas sanas. Esto se da en el marco de un sistema de salud donde la mayoría de dichos marcadores no se notifica de manera obligatoria, lo que ha derivado en un desconocimiento importante de los niveles endémicos de este grupo de agentes infecciosos en población general.
A su vez, los estudios previos sobre su seroprevalencia en Colombia no incluyen todos los marcadores anteriores, al tiempo que presentan diferencias en sus resultados debido a las características de base de cada población, lo que limita la consolidación de evidencias respecto a la magnitud de esta problemática en el país y demuestra la importancia de la generación de evidencia local.
Debido a lo anterior, se realizó esta investigación que presenta la seroprevalencia de los marcadores de infección transmisibles vía transfusional y sus factores asociados en los donantes del banco de sangre de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia, en los años 2015 y 2016. Para el logro del objetivo, se aplicaron todas las etapas y procedimientos requeridos para garantizar la validez externa de un estudio transversal, analizando los resultados de la totalidad de donantes que asistieron al banco.
La seroprevalencia global de infecciones fue 3,39%, proporción que representa un elevado número de donantes diferidos, mayores costos de no calidad por el descarte de hemocomponentes y necesidad de mejoras en el proceso de selección de donantes. Además, los resultados de esta investigación brindan un panorama del comportamiento de las infecciones en la población general, y permiten proponer estrategias de control y de monitoreo activo para mejorar el sistema de vigilancia de dichas infecciones en toda la cadena transfusional, ya que un aumento en ellas implica un deterioro en los indicadores de salud pública del departamento y del país.
FORMULACIÓN DEL PROBLEMA
Planteamiento del problema
En 1665, el anatomista inglés Richard Lower logró por primera vez la transfusión sanguínea entre animales, al extraer la sangre de la arteria carótida de un perro e introducirla en otro a través de su vena yugular. Posterior a esto, el francés Jean Baptiste Denis realizó con éxito la primera transfusión de una oveja a un hombre, seguido por el alemán Matthäus Gottfried Purmann, quien no obtuvo los mejores resultados, por lo que el gobierno de París y la curia pontificia prohibieron este tipo de prácticas [1].
Algunos médicos continuaron con la utilización de técnicas de transfusión en humanos, las cuales no terminaban con éxito hasta que Karl Landsteiner determinó adecuadamente los grupos sanguíneos y el componente Rh sanguíneo, sentando las bases para la terapia transfusional [1]. A pesar de los avances realizados, en la actualidad no se ha podido obtener un hemocomponente sintético que optimice las transfusiones sanguíneas y con ello los logros relacionados con la medicina transfusional.
Si bien existen grandes beneficios terapéuticos a partir de la transfusión sanguínea, esta puede ser la causante de reacciones adversas, clasificadas como agudas y tardías no infecciosas [2], algunas de las cuales pueden pasar desapercibidas; sumado a otras reacciones más graves como lo son las infecciones transmitidas por la aplicación de algún componente sanguíneo.
A esta problemática se suma el hecho de que los bancos de sangre tienen una escasez de hemocomponentes por el aumento de las enfermedades crónicas, los accidentes, las situaciones de orden público y los requerimientos de los servicios transfusionales, lo que ha generado la necesidad de incrementar las campañas de donación en parques, universidades y empresas, así como el llamado a los familiares de quienes han sido transfundidos con el fin de reponer las unidades enviadas a los servicios transfusionales para un paciente específico; estrategias que si bien pueden aumentar la disponibilidad de unidades en los bancos, también pueden incrementar el riesgo de infección por los diferentes agentes infecciosos transmisibles vía transfusional.
En este contexto, los mecanismos para mantener la seguridad sanguínea incluyen el llamado de donantes altruistas repetitivos, la consulta en red de donantes rechazados, la selección cuidadosa de donantes a través del examen físico y un riguroso interrogatorio, diligenciamiento del formato de autoexclusión, detección de marcadores serológicos de infecciones y ensayos para la detección de ácidos nucleicos de diferentes agentes infecciosos [3].
Pese a estos esfuerzos, persiste el riesgo de transmisión de infecciones vía transfusional, entre otras razones por el periodo de ventana inmu-nológica (tiempo durante el cual el donante está infectado, no tiene signos ni síntomas y los resultados serológicos son negativos), por la existencia de donantes asintomáticos portadores crónicos de una infección, por infecciones causadas por cepas mutadas o no detectables en las pruebas y por los errores técnicos en el laboratorio [3].
Actualmente, en Colombia se siguen los lineamientos establecidos por el Ministerio de Salud y Protección Social y por el Instituto Nacional de Salud (ins), que en conjunto con el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) se encargan de que los bancos de sangre cumplan la normativa vigente para mantener la seguridad del paciente.
Hasta el 12 de febrero de 2014, era obligatorio realizar a todos los donantes de sangre la determinación de cinco marcadores serológicos: anticuerpos contra el virus de la inmunodeficiencia humana 1 y 2 (vih 1 y 2), antígeno de superficie del virus de la hepatitis B (vhb) (HBsAg), anticuerpos frente al virus de la hepatitis C (vhc), anticuerpos frente a Treponema pallidum (sífilis) y anticuerpos frente a Trypanosoma cruzi (Chagas). La tamización de malaria se realiza en todos los bancos de sangre que se encuentren en zonas endémicas del país. Luego de esta fecha y con la implementación de la Resolución 0437 de 2014, se establece la práctica obligatoria de la prueba de anticuerpos contra el virus linfotrópico de células T humanas i/ii (htlv i/ii) y la detección de anticuerpos contra el antígeno core de la hepatitis B (anti-HBc) [4], sumado a los cinco mencionados antes.
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