Los procesos naturales responsables de la formación de dunas han ocurrido en la costa chilena desde el Pleistoceno y Holoceno (Paskoff, R. 1970); en consecuencia, por un largo período han permanecido las condiciones naturales que favorecen su formación, esto es, la existencia de arena suficiente en las playas, un clima con al menos un período seco anual que posibilita la deflación, la línea costera orientada favorablemente respecto a la dirección de los vientos dominantes y un espacio topográfico adecuado para la instalación de las dunas (Paskoff, R. 1970; Castro, C. 1985).
2.1. Las arenas eólicas y su abastecimiento
La principal fuente de suministro de sedimentos de las playas son los ríos que atraviesan transversalmente el territorio transportando sedimentos que depositan en la costa. En efecto, las barras y bancos de arena próximos a las desembocaduras de los ríos, ratifican la importancia de estos como fuente de abastecimiento de materiales. En el borde costero, dichos sedimentos son transportados por la corriente de deriva litoral cuya dirección general es de sur a norte y, el oleaje los deposita en las playas (Figura 3).
La playa se forma por la acumulación de sedimentos no consolidados que se disponen paralelos a la orilla de la costa por efecto de la dinámica litoral; los materiales provienen, en su mayoría, del dominio terrestre y por lo general son fácilmente removilizables. El oleaje normal moviliza arenas y aporta material a la playa, engrosándola y elevando su altura; mientras que el oleaje fuerte durante los temporales, desplaza mar adentro la arena de la playa provocando importantes cambios en su morfología.
Figura 3: Transporte de arena en una playa y formación de la corriente de deriva litoral por aproximación oblicua del oleaje a la línea de costa.
La configuración de la costa es un factor que influye en el desplazamiento de la corriente de deriva; al respecto, Fuenzalida, H. 1956, demostró que las puntas rocosas y cabos que avanzan hacia el oeste actúan como obstáculo de la deriva litoral determinando zonas de fuerte sedimentación de dunas en los sectores que miran al sur, debido a que, al ser desviada por la punta rocosa, la deriva litoral describe un circuito devolviéndose hacia el sur. El autor citado observó que la fuerza centrífuga obliga a sedimentar en la parte externa del circuito, formándose dunas activas en la parte norte y media de las bahías, como sucede por ejemplo en Ritoque o en los grandes campos de dunas de Chanco y del sur de Arauco.
Las arenas que alimentan las dunas pueden provenir desde grandes distancias; al respecto, González, I. 1976, determinó que dunas de arenas oscuras como las de Cartagena, están compuestas por sedimentos ultra básicos que se deben al aporte de materiales provenientes de la Cordillera de los Andes y la depresión central, transportados hacia la costa por el río Maipo. Por el contrario, también ocurre que la mineralogía de los sedimentos se relacione estrechamente con la petrografía de la zona donde se localizan las dunas y que, como determina dicha autora, la arena de color claro de las playas de Tunquén, Mirasol, Algarrobo y El Quisco, contiene más de 75% de cuarzo proveniente de la desagregación de las rocas del batolito costero, transportadas al mar por los esteros locales. Además de los ríos, otra fuente de alimentación de las playas proviene de la erosión de los acantilados por acción mecánica del oleaje; en este caso el suministro de materiales es difícilmente cuantificable; Paskoff, R. 1970, estima que es importante cuando hay erosión en materiales poco cementados como ocurre con las formaciones miocénicas de areniscas blandas de los acantilados cercanos a las desembocaduras de los ríos donde se localizan las dunas de Los Vilos, Pichidangui y Quilimarí en la costa semiárida.
2.2. La acción del viento y la condición del clima
El clima desempeña un papel considerable en la formación de dunas, ya que un verano seco y cálido permite la deflación de las arenas desde la playa; a su vez, la lluvia favorece la instalación de la vegetación que también es fundamental tanto en la formación como en la estabilización de la duna.
En Chile es remarcable la existencia de dunas bajo condiciones climáticas muy diferentes, que varían de climas secos en la costa norte y central a los climas más húmedos de más al sur. Así, de 110 mm anuales de lluvia que se registran en La Serena (29º 54’S), el promedio aumenta paulatinamente hacia el sur hasta 1000 mm en la costa del Maule (35º 20’S), donde se localizan las dunas de mayor extensión. Respectivamente, la estación seca disminuye de norte a sur según se observa en el Cuadro 2. Las dunas de la costa semiárida y central, entre 30° y 34° persisten bajo condiciones en que predominan los meses secos y montos de lluvia con promedio inferior a 500 mm anuales. Por su parte, en la costa templado húmeda, las dunas situadas entre los ríos Mataquito (35º S) e Imperial (38º S), se localizan en lugares donde el promedio de lluvia anual es superior a 800 mm y la estación seca dura de 3 a 5 meses, como se muestra en el Cuadro 2.
Cuadro 2: Condiciones de los factores del clima para la formación de dunas en Chile.
El viento es el principal agente responsable en la formación de una duna, al movilizar los granos de arena (Figura 4) y en la costa chilena, donde predominan los vientos del SW y W son estos los más eficaces por su capacidad de transporte. En efecto, según el estudio clásico de Bagnold, R. 1954, el viento, con una velocidad superior a 4,5 m/seg ó 16 km/h, provoca la movilización de arenas secas de grano medio.
En Chile, los vientos costeros están determinados por las alternancias del anticiclón del Pacífico sur y el cinturón de bajas presiones de las latitudes subpolares (Fuenzalida, H. 1971); por ello, en el litoral central dominan los vientos del suroeste en verano y del noroeste en invierno; al sur de Valdivia, 39º 40’S, predominan los vientos del oeste; de tal manera, la coincidencia de una estación seca con vientos constantes del suroeste favorece la formación de las dunas en la costa.
La acumulación que forma la duna se inicia en pequeñas irregularidades del terreno o donde hay una planta, según se observa en la Foto 4; a su vez, el depósito progresivo de arena responde a los pulsos de viento y, por ello, los granos van disponiéndose en delgadas capas entrecruzadas adquiriendo la estructura geométrica interna característica de la arena depositada por el viento, como se muestra en las Fotos 5, 6 y 7.
Figura 4: Movilización de arena por el viento: por arrastre, suspensión y saltación.
Foto 4: Duna embrionaria, situada en la alta playa por acumulación y depósito de arena al disminuir la velocidad del viento obstaculizado por la vegetación.
Foto 5: Duna de Los Viloscon estratificación entrecruzada eólica.
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