Ana Zapata - Devorador de almas

Здесь есть возможность читать онлайн «Ana Zapata - Devorador de almas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Devorador de almas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Devorador de almas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Séptimo grado. En ese momento lo noté por primera vez. La monotonía. Día tras día. Todo me parecía igual. Al pasar los años fue aún más desesperante. Eso marcó la diferencia para el resto de mi vida, y no es que yo estuviese completamente consciente de mi situación mental.
Tengo 24 años y, para mi propio desencanto, sigo sintiendo lo mismo que aquel día: la monotonía. El amanecer, el atardecer, la noche, las estrellas, la lluvia, el calor, todas esas situaciones que damos por sentado.
Tal vez, si no le prestara excesiva atención…

Devorador de almas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Devorador de almas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Esta vez decido repasar lo último que había escrito y que parece casualmente describirme de alguna manera:

“Titubeante. Consternación. Afligida. Aspecto desdichado. Impaciente” Es exactamente como me siento mentalmente, aunque falte la palabra “desesperada”. Pienso, mientras observo resignada hacia la plaza. Las personas caminan pacíficamente hacia sus obligaciones o quizás solo para pasar el rato. Hace tiempo que dejé de preguntarme por qué la mayor parte de los humanos siempre tendemos a hacer lo mismo, como un ciclo inevitable. A pesar de todo, yo sigo siendo diferente de alguna manera y no sé si es bueno o malo. Supongo que no me conformo con nada ni con nadie. No puedo mirar hacia las personas y no preguntarme por ellas, la clase de vida que llevan y si son tan complicadas como yo. Desayuno pensando en las obligaciones de la semana. Nada importante por el momento. Debo cubrir mis horas normales y empezar a pagar las facturas.

Cerca del mediodía, la melena pelirroja se acerca con paso delicado hacia mi mesa. Esboza una enorme sonrisa.

—Esa no es la expresión que esperaba. ¿Tan mal te fue? —examina decepcionada. Se sienta frente a mí, expectante.

—Hace mucho que no lo veía y no pensaba hacerlo.

—Ya veo —repone dubitativa. —¿Por qué no me llamaste en estos días? —suena ofendida.

—Solo fue una semana… no tenía nada nuevo para reportar —convengo desinteresada.

—Extraño y no predecible… ¿Qué sucedió con él?

—Nada interesante.

—¿Y de qué hablaron?

—Nada en especial… se arrepiente de haberse alejado —explico con desgana. No necesito entrar en detalles.

—¿Por qué se distanciaron? —prosigue insistente.

—Diferencias… abismales —respondo con acritud.

—Ya veo… mientes tan mal Jezz… —Menea la cabeza acomodándose un mechón detrás de la oreja y me mira con ojos cristalinos y brillantes. Conozco exactamente todas sus expresiones.

—No puede ser… ¿Te gusta Isaac?

—¡No! No si a ti te gusta pero… naturalmente veo que no te interesa —balbucea como una niña. Continúo negando con la cabeza.

—Ya sabes cómo soy… pretensiosa —asevero con necedad. —Ustedes harían buena pareja —observo con malicia. Ella me devuelve una mirada lampiña.

—¿Él… está solo? —espeta dubitativa, disimulando su obvio interés.

—Sí.

—¿Te molestaría que lo invitara a cenar? —interroga apenada.

—Obviamente no —. Sigo sin expresión. Los ojos de Victoria brillan de un modo extraño. —Cambiemos de tema ¿Cómo va el trabajo?

—Bien. Hace unos días tuvimos una reunión con mi padre. Quiere incorporar a un nuevo inversionista. Es agotador —menciona casi resoplando.

—Me lo imagino —observo recordando las intensas noches de aburrimiento que pasé acompañándola a esas reuniones. —La buena noticia es que ya no necesitarás mi compañía… Isaac me puede reemplazar.

—Olvídalo… aun no sabes… —hace una pausa. Me parece que duda de sus encantos. —No te librarás de eso —apunta amenazante.

—¡Por Dios! No intentes seguir buscándome pareja… con eso estaré feliz.

—Ya sabes que cumplo mis promesas —advierte sonriente—. Te hace falta vida social.

—Lo dice alguien que tiene demasiado tiempo libre, asique supongo que no es un buen consejo —respondo autosuficiente. Me mira resoplando mientras vuelve sus ojos oscuros hacia algún sitio a través de la ventana.

—No lo puedo evitar —espeta sin sonrojarse.

—A diferencia de ti, yo te acepto como eres —inquiero con seriedad. Me devuelve una sonrisa aniñada.

—Ya te había dicho que era la última vez, pero tendrás que continuar acompañándome —admite para que deje de reprocharla por su búsqueda incansable de mi pareja. Me molesta hasta pensarlo. —Ya entendí que estás mejor sola… tal vez pensé que estarías mucho mejor acompañada.

—Por supuesto que no. ¿Acaso no ves lo feliz que soy?

—Isaac parece diferente a la mayoría —observa encantada.

—Fuimos amigos bastante tiempo, pero nunca lo miré de ese modo. A mí no me molesta que te interese.

—Eres rara —asiente displicente. Luego vuelve sus ojos hacía mí repentinamente como si se hubiese dado cuenta de algo. Tuerce el gesto incómoda. Luego niega con la cabeza y vuelve a mirarme. —¿Te gustan las mujeres? —espeta rompiendo el silencio. Me parece que los pocos clientes que se encuentran en el lugar voltean a vernos. Me río entre dientes.

—Tu razonamiento deja mucho que desear. Se te acabaron las ideas.

—Lo siento. No puedo concebir la idea de que no te guste Isaac. Es tan atractivo —hace una pausa y se sonroja levemente. —Todos los hombres que te presenté no eran realmente atractivos.

—No estoy interesada en eso Victoria, en cambio tú tienes la idea fija —repongo mirándola inmutable. Ríe admitiéndolo abiertamente.

—Solo un poquito.

8

Psicosis

Propensión desenfrenada

“Los días son hermosos. Cada uno con su dichosa particularidad.

El amanecer de un día soleado, que a mí particularmente no me gusta.

El aire frío del invierno.

El sonido de los truenos.

Claro. No te encantan tanto esas cosas cuando no tienes adónde vivir o qué comer.”

Releo el fragmento una vez más antes de convertirlo en un bollo y tirarlo al suelo. Luego de cinco segundos me levanto para arrojarlo a la basura. No tolero que rompa la armonía de mi blanca y aséptica habitación. La vida en general resulta ser difícil como para apreciar esos detalles con suficiente atención.

Me preparo para ir a dormir sin cenar. No tengo apetito ni tampoco ganas de darle vueltas al asunto de Isaac. No me costará hacerlo, porque me siento tan débil y agotada…

El sonido de una melodía lejana altera mi sueño. Abro los ojos, confundida, buscando el celular sobre la mesa de luz. Vibra una y otra vez hasta que asimilo que alguien está llamando. Atiendo con lentitud.

—¿Hola…? —. Espero una respuesta, pero solo recibo el desconcertante sonido de una lenta y pausada respiración. Sonrío confundida. Me tomo unos segundos intentando descubrir si se trata de algún tipo de broma. Seguramente Victoria está deleitándose del otro lado de la línea, disfrutando de mi delirio. Corto alterada, observando la llamada registrada como “desconocido.”Intento volver a dormirme, pero es imposible, doy vueltas y vueltas intentando no pensar en el asunto. Seguramente es una llamada por error. Lo acepto consiente para poder dormir. Mis lunes siempre son tan aburridos y solitarios, como el resto de la semana, en general. Éste en particular no es la excepción. Despierto descansada, pero un poco somnolienta debido a las vueltas que tuve que dar antes de conciliar el sueño. Decido ocupar mi tiempo en las tiendas virtuales, en la ferviente búsqueda de un nuevo libro con el cual ocupar mis pensamientos. Antes de prender la máquina, me despabilo en el sanitario, hago la cama prolijamente y me preparo un té, con la mente en blanco y sin pensar en el suceso de la noche anterior. Desayuno inmersa en la búsqueda de un nuevo título. Los libros no son como los amigos. No exigen tanta atención y no me traen problemas. No me hacen preguntas ni planteos molestos. Aunque mi búsqueda resulta frustrante, me contento con haber ocupado una hora debidamente justificada. Sin pensar en nada más, me dirijo hacia el comedor para abrir las cortinas de par en par, los vidrios espejados contienen gratamente mi privacidad. Contemplo el cielo despejado y la tenue luz del sol, la cual no me emociona demasiado. Detesto los días de calor, pero gracias a mis acotados gastos pude adquirir un aire acondicionado. Lástima que igualmente tenga que salir de la casa. Me visto para ir a comprar algunos víveres y evitar el desagradable recuerdo de la noche cuando alguien golpea las manos afuera. Abro la puerta principal y me encuentro bajo los rayos débiles del sol al rojizo cabello arreglado de Victoria que se encuentra tras la reja con expresión molesta. —Hola —digo, abriéndole la reja principal para que se contonee hasta el interior de la casa. —Eres toda una bella durmiente. No me sorprende que sigas soltera. —altera desconsideradamente. —Solo me sentía agotada… tuve una noche de amor magnífica —respondo poco convincente. Cada vez que intento dar un respiro, ella reaparece para sorprenderme con alguna reunión improvisada para avivar mi espíritu juvenil con un poco de música, luces y alegría desmedida de la juventud perdida por el alcohol y las excitantes drogas, pero sobre todo por la desesperación personal. Un pozo inevitable en donde la mayoría cae sin ver ni desconfiar del todo, y del que los pocos que salen para recuperar algo de lo que solían ser cuando todavía creían en sí mismos. En ese punto me perdí a mí misma, intentando no ceder. —Ese es el mejor chiste que has hecho desde que te conozco. —Sí. Claro… y hablando de bromas, la tuya fue muy buena. A las doce de la noche. Es tu culpa que no haya podido dormir bien. — ¿A las doce? No puede ser… un admirador secreto. ¡No lo creo! —altera incontenible. Se acomoda en el sillón del comedor. —Basta de bromas —exijo. Me detengo un momento para observar su rostro y sé que no fue ella. Las posibilidades son muy limitadas cuando se llama a una persona que padece de histeria. Solo puede ser algo malo. No puedo simplemente pensar que fue equivocado, la manera en que escuché su respiración. Voy en busca del celular para mostrárselo. —¿Qué dijo? ¿Era un hombre? —farfulla. Su rostro expresivo parece curioso y sobresaltado a la vez. —Nada. Solo sentí una respiración lenta. —No puede ser. Te juro que no le ofrecí tu número a nadie… más. —Seguramente fue equivocado. Por favor, las líneas se cruzan constantemente—. Observo el celular sin exaltarme. Las probabilidades de un misterioso acechador son nulas, en mi caso. —¿Guardaste el número? —No. Está registrado como “desconocido”… ¡Basta! No voy a darle importancia. Seguramente es una broma para alterarme los nervios. —¿No será una broma de tu amigo? —suelta refiriéndose a Isaac. —No. Él no podría… —Es tan sospechoso —murmura ensimismada. —No volverá a llamar. —¿Cómo lo sabes?—. La particularidad de su excesiva alegría es que me afecte de una manera positiva. —¿Me estás haciendo una broma, verdad? Eres tú. Como ya no puedes presentarme a nadie más… —Claro que no. ¿Cómo podría? —bufa con expresión aniñada. —¿No será alguno de tus viejos amigos? Después de todo. Mi mejor amiga es una persona muy popular. —No lo creo. Dejaste bastante claro que ninguno te interesaba —objeta con tono serio. Está en lo cierto. Doy por terminada la conversación yendo a la habitación para cambiarme de ropa. Necesito despejarme asique accedo a que Victoria me invite unas copas. Vamos al bar más cercano en la estación. Un sitio bastante común, espacioso y repleto de mesas de pool, luces de colores y la típica iluminación escasa de este tipo de lugares. Está vacío cuando entramos. Algunas personas charlan con las meseras en la barra. Victoria pide una mesa al fondo debido a mi resoplido irritante. — ¡Vamos! —altera señalando nuestra mesa. —Juega bien una vez para variar —la reto mientras ella retoca su maquillaje en un espejito de mano. Me mira con ojos brillosos al tiempo que toma su celular. Cambio el gesto advirtiendo sus intenciones. Después de dos juegos, pido unos tragos para descansar junto a la mesa redonda que se acomoda bajo una pequeña lámpara justo a unos pasos al lado del billar. —¿Viene Isaac? —Sí. Espero que no te moleste. —Claro que no —respondo morigerando el disgusto. Mi voz suena desagradable. —Dame una oportunidad. Es serio, por lo que me limito a asentir sin darle mayor importancia. Me retiro al baño ahogando mis comentarios. Cuando salgo, Victoria está hablando con Isaac. Pretendo poner la mejor cara posible, aunque no lo volví a llamar, luego de nuestro último encuentro en el que no me había convencido sobre su arrepentimiento. —Hola —pronuncio intentando hasta quizás efectivamente parecer desinteresada. — ¿Cómo estás?—. Su expresión es seria. Me incomoda. De repente parece distante, a pesar de que acordamos volver a ser amigos. Me siento para tomar en silencio mientras ellos continúan conversando, hasta que veo el ingreso de una acaudalada figura esbelta de cabellera rubia. —Lo que faltaba —murmuro iracunda, observando hacia mi compañera que luce fastidiada. Al parecer ya se dio cuenta de la presencia que se dirige hacia nuestra mesa con paso elegante y extremadamente arrogante. Se detiene en la barra para murmurarles algo a las mujeres que atienden, lo que provoca que el lugar se vacíe por completo. Demasiado petulante. Es la tercera vez que hace eso. Le pagó lo suficiente al local para reservar el lugar. Resoplo indignada. Isaac me observa fugazmente y luego mira a la esbelta mujer. —¡Qué sorpresa! —anuncia ésta con rostro confiado y autosuficiente, mientras menea discretamente su larga cabellera rubia, el alma de todas las fiestas, Beatriz. Su hermano, Ariel, aparece detrás de ella saludándonos rezagado. Lo conocemos desde la secundaria, aunque yo no lo había vuelto a ver, sé que Victoria no perdió contacto con él. —Sí. Qué sorpresa —responde la pelirroja, observándola con aprensión. Antes de que pudiéramos negarnos a su obligada compañía, una de las meseras acerca gentilmente dos sillas. —Hola, Isaac. Qué gusto verte de nuevo —afirma con extremada seducción. No tengo el valor de mirar a Victoria. Beatriz es el centro de atención a donde quiera que vaya. —Hola —. Él le devuelve una cordial sonrisa. El ambiente se torna incómodo. Imagino innumerables escusas para ausentarme de tan particular velada. —¿Estaban jugando? —pregunta Beatriz, al tiempo que se saca el delgado abrigo que la cubre. Su mirada refleja la seguridad de una mujer exageradamente arrogante. Puedo sentir los malos pensamientos que Victoria le está dedicando. —Sí —repongo desinteresada. La esplendorosa le hace una seña a la camarera que nos mira desde la barra, mientras la pelirroja me arrastra a un lugar seguro al otro lado de la mesa de pool. —Solo había invitado a Ariel —bufa consternada. —Tal vez Isaac la invitó… ¿quieres que le pregunte? —espeto reavivando el odio en sus ojos. —Lo siento, estaba bromeando. No le des importancia —la animo a tiempo. —Vamos a jugar, entonces —interrumpe la rubia con desmán alterado, fulminando con la mirada a Victoria. Se acerca a la mesa de pool para acomodarla. Me dirijo con desgana hacia la mesa. No tengo intenciones de participar en una batalla de egos. —¿No vas a jugar?—. Isaac me atraviesa con el poder de sus ojos. Me parece que disimula una sonrisita. —No —respondo secamente. —¿Quieres jugar conmigo? —interrumpe la rubia observándolo con ojos vidriosos y llenos de satisfacción. —Claro —dice él. ¿No tiene idea de lo que está pasando? Qué poco tacto. —Juega —ordena Victoria, con la voz ronca. Me incorporo de un salto y agarro el taco. Hago el primer tiro como de costumbre, fuerte y preciso. Debido a que es mi juego favorito, puedo lucirme. Ganamos el primer partido, aunque Isaac estuvo a punto de vencerme. Lo tomo entonces como algo personal. En cada tiro pienso que lo estoy golpeando a él. En el segundo juego cambiamos pareja para que Victoria no se ponga tan celosa. A mí me da igual mientras que deje de reprocharme con la mirada. La segunda partida estuvo bastante peleada, por así decirlo. Estuve a punto de perder por culpa de la rubia atolondrada. Al tercer juego le pido a Ariel que me reemplace. Isaac también se excusa para ser reemplazado. Camina hacia mí con expresión misteriosa. —¿Quieres tomar aire? —. Asiento de mala gana y lo sigo hasta afuera asediada por una penetrante mirada. La rubia parece disimular su interés. Caminamos lentamente unos pasos sobre la vereda. Me detengo repentinamente sobre el cordón de cemento. Miro perdidamente los autos pasar uno tras otros. —¿Qué sucede? —inquiere Isaac. Lo miro indiferente. —Nada… ¿Debería pasar algo? —No lo sé. Dímelo tú —repone con una mirada escalofriante. Sus ojos refulgen en las penumbras. —¿Por qué debería? —prosigo, reacia. —Esperaba que siguieras molesta… te conozco —advierte seguro de sus palabras. Me molesta cuando dice esas cosas. —¿De verdad? —. Cambio el tono: —¿Soy tan predecible? —acuso entre dientes. Aspiro hondo y levanto la vista. Lo miro despiadadamente acercándome a pocos centímetros de su rostro. Él sigue rígido. —¿Entonces dime qué estoy pensando hacer? —murmuro envarada. —¿Golpearme? —Me conoces bien—. Retrocedo unos pasos cuando se aproxima demasiado. Contengo el aire reaccionando ante su envolvente mirada. —¿Entonces no intentas seducirme? —. Lo pronuncia en tono de broma, pero no le sigo el juego. —No me interesa. —Discúlpame, pero sé que no es cierto —desliza sus manos por debajo de mi cuello muy lentamente y acerca sus labios sin dejar de mirarme. Planta un suave beso. —No lo hagas —susurro sobre sus labios. Se aleja. Sus ojos se vuelven intensamente azules. Niego con la cabeza. Mi expresión es de desprecio. Exasperante. Me doy la vuelta con pocos ánimos. Él me retiene por el brazo. —No te voy a volver a dejar—. Nuevamente se pone frente a mí. —Necesito tiempo. —Lo sé. —¿Lo sabes? —. Miro hacia atrás. Victoria se encuentra absurdamente escondida en el borde de la puerta del local. Camino hacia ella. —No digas nada —inquiere de forma agobiante. —Me abandonas —pronuncia con pesadez sabiendo la respuesta. —Estarás bien —menciono señalando hacia Isaac, a quien saludo secamente sin mirarlo y casi atropellando su hombro al pasar. Cruzo la avenida bajo los faros de la calle que alumbran forzadamente el pavimento gastado. Se me nubla un poco la vista, pero sigo mi camino con paso rápido. Tomé un poquitito de más. Puedo llegar a casa, puedo llegar. Alcanzo el colectivo que aguarda estacionado bajo la escasa luz de los tubos de neón. Me acomodo en un asiento doble hacía al fondo, aliviada de que Victoria no me haya obligado a quedarme. Sé que no vio nuestro estúpido beso. De lo contrario, no me hubiese dejado ir. Isaac sigue insistiendo. ¿Cuál es su problema? Sumida en mis pensamientos, no noto cuando el colectivo comienza a moverse. Recupero toda mi concentración en el momento en que una persona se sienta a mi lado. Tampoco había notado que todos los asientos estaban ocupados, por lo que no lo considero como algo sospechoso. Me inclino levemente sobre el asiento delantero intentando despabilarme, aun se me nubla la vista y tengo la boca seca, un ligero mareo me sacude en el asiento. Concentro mi atención sobre el camino, el paisaje se disipa rápidamente entre las luces de los faroles y de los demás autos. De repente una imagen viene a mi mente como una fuerte ráfaga de viento, o es culpa del alcohol. Recordé la respiración en el teléfono. No es posible. Es él. Imposible. Victoria tiene la culpa de esto.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Devorador de almas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Devorador de almas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Lisa Jackson - Almas perdidas
Lisa Jackson
Yrsa Sigurðardóttir - Ladrón De Almas
Yrsa Sigurðardóttir
Alejandra Carreño - Almas andariegas
Alejandra Carreño
Patrizia Parolini - Almas Rom
Patrizia Parolini
Oscar Iván Londoño Zapata - Gestiones discursivas
Oscar Iván Londoño Zapata
Pedro Darío Zapata - Código Megas
Pedro Darío Zapata
Mario Andrés Mejía Guevara - Salvar el pueblo, gobernar las almas
Mario Andrés Mejía Guevara
Patricia Gibney - Las almas rotas
Patricia Gibney
Oscar Iván Londoño Zapata - De la memoria a la reflexión
Oscar Iván Londoño Zapata
Julio González Zapata - Introducción al derecho penal
Julio González Zapata
Отзывы о книге «Devorador de almas»

Обсуждение, отзывы о книге «Devorador de almas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x