Wayne A. Mack - Tu familia como Dios la quiere

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¿Por qué algunas familias tienen una relación amorosa que va en aumento, cuando otras o aun la mayoría parecen más y más divididas?El autor -con más de cuarenta y cinco años de matrimonio, cuatro hijos y trece nietos- ofrece la sabiduría bíblica en dos áreas cruciales: la comunicación y la solución de conflictos. Nos avisa de peligros y ofrece soluciones en estas áreas.El Dr. Mack examina las principales causas de las peleas familiares y explica en términos bíblicos cómo convertir la discordia en concordia. Incluye ejemplos de éxito y preguntas para la aplicación práctica; todo ello para dar esperanza y orientación clara a todos los que quieren tener familias fuertes como Dios las quiere.

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Todos los datos parecían indicar que Susan no era abiertamente “mala” en el sentido popular. No tomaba drogas ni practicaba la inmoralidad sexual. Cuando trataba a la gente, no era maliciosa, endurecida ni resentida. Con todos, menos con su mamá, era bien educada y respetuosa, y cooperaba en lo que le pidieran. Esta fue mi experiencia con ella, como consejero.

Pero Susan veía nada más dos maneras de resolver su problema de familia: o ella y su padre podían salir juntos, o ella podía salir sola. Tenía la certeza de que ella y su madre nunca podrían vivir en paz en la misma casa.

Varias veces, tratando de aliviar las tensiones, se había quedado varios días con una amiga sin el consentimiento o conocimiento de sus padres. Por lo menos dos ocasiones Enrique había arreglado para que se quedara con una familia cristiana hasta que las cosas en casa estuvieran mejores. A veces decía Enrique mismo, “Ya no aguanto. Tal vez la única solución es que mi hija y yo nos mudemos lejos de María.” De igual manera solía decir María, “Si no cambia Enrique, no puedo prometer que voy a hacer algo. Más le vale que empiece a ser el que dirige o se va a arrepentir.”

En medio de todo esto, los Brown eran gente amable en muchos aspectos. Individualmente, eran simpáticos, honestos, sinceros y generosos. Asistían a su congregación con regularidad y se involucraban en grupos de estudio de la Biblia. Hacían lo que los cristianos deben hacer.

Pero al llegar a las relaciones familiares, no hicieron mucho caso a lo que Dios dice. En muchos asuntos familiares hacían lo que consideraban natural en vez de aplicar lo que dice la Biblia. Enrique tenía sus ideas de lo que era bueno para Susan, y María tenía las suyas. Desdichadamente, chocaban sus ideas. Si llegaban a estudiar juntos las Escrituras, cada uno usaba esta oportunidad para comprobar su propio punto. En vez de buscar ser enseñados, reprendidos, corregidos e instruidos en justicia (2 Tim. 3:16), buscaban versículos para justificar las posiciones que ya tenían.

Como resultado, la casa de los Brown era una casa dividida, destruyéndose mutuamente con su egoísmo. No podrían recibir la bendición como la familia de lo cual habla el Sal.128 hasta que tuvieran voluntad de hacer hincapié en la Palabra de Dios como regla para su familia. Estaban fracasando como familia porque ni Enrique ni María habían entendido claramente o procurado una perspectiva bíblica de las relaciones entre padres e hijos, como lo representa el concepto del olivo. Asegurémonos de no cometer el mismo error.

LOS HIJOS COMO PARTE DEL DESEÑO DE DIOS

Creo que vale la pena notar que cuando Dios inspiró al salmista para escribir esta canción a la familia, intuyó que la familia incluía niños. Para mí, esto parece indicar que normalmente está dentro de la voluntad de Dios que familias tengan hijos. Esta implicación es enseñada específicamente o por lo menos implicado en otros pasajes de la Escritura. En Génesis, Dios da una enseñanza clara al respecto en sus instrucciones a Adán y Eva: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra.” (Gen. 1:28)

En el último libro del Antiguo Testamento, Malaquías desafió la percepción informal que la gente de su día tenía del matrimonio al recordarles que Dios había ordenado el matrimonio. Además dice que una de las razones que Dios tuvo para ordenar el matrimonio fue para criar una descendencia piadosa (Mal. 2:13-16).

La enseñanza del Nuevo Testamento concuerda con estas declaraciones del Antiguo Testamento. En cierto lugar, Pablo dice que quiere que las viudas jóvenes se casen y tengan hijos (1 Tim. 5:14). En otro lugar declara que las mujeres jóvenes sean animadas (o enseñadas) a amar a sus esposos y sus hijos (Tit. 2:4). Esta declaración supone que la mayoría de las mujeres jóvenes se casarán y tendrán hijos.

Por todas estas razones, cuando las parejas dicen que no quieren tener hijos, los alabo por su honestidad, pero también les urjo a que evalúen sus razones. Si la pareja cristiana está en la disyuntiva de si tener hijos o no, debe preguntar —Señor, ¿qué quieres tú que hagamos? Las Escrituras parecen indicar que, a menos que haya impedimentos físicos o espirituales para no tener hijos, Dios quiere que las parejas cristianas produzcan una descendencia piadosa.

Una vez dicho esto, quiero añadir que no creo que la gente deba ser obligada a concebir hijos. Los individuos que son obligados a tener hijos no serán buenos padres. El daño puede ser devastador

Así era en la familia Brown. Al casarse, María Brown estaba involucrada en una carrera motivadora. Le gustaba su trabajo y lo hacía bien. Mas, el pensar en la maternidad con todas su responsabilidades la dejó sintiéndose insegura e inadecuada. La realidad era que María no quería tener hijos.

Enrique tenía ideas distintas. Pedía, rogaba y, al fin, hacía que María tuviera complejos de culpa. Usó todas las formas legales para persuadir a María a tener hijos. Después de mucho tiempo, María accedió. Pronto concibió a Susan. María estaba encinta pero no le agradaba. Estaba resentida contra Enrique y después contra su hija por haber cambiado su vida. Y para colmo, se declaró culpable porque sabía que su actitud hacía Susan y Enrique era pecado.

María estaba entre la espada y la pared. Sabía que debía luchar contra su resentimiento pecaminoso, pero no quería soltarlo, porque era su manera de castigar a Enrique por lo que la había hecho. Renuente a perdonar completamente a Enrique, escogió alimentar su resentimiento. María tuvo la niña, pero sólo porque la forzaron. Y esto preparó el terreno de los tremendos problemas de la familia.

RAZONES PARA SER PADRES

Ambos estaban equivocados en su planteamiento acerca de tener hijos. El enfoque principal de María no era lo que quería Dios, sino en lo que ella quería. El enfoque principal de Enrique no eran los deseos de Dios, sino sus propias aspiraciones. Y estaba determinado a hacer su voluntad aunque tuviera que manipular a María hasta lograr cuando menos su consentimiento superficial. Ella accedió por fuera pero se rebelaba por dentro. Su vida es una ilustración trágica del hecho de que la gente no debe ser obligada a la paternidad o maternidad.

Los que tienen razones que no son bíblicas para no tener hijos deben ver dónde está la raíz de su problema. Deben identificar y resolver, con honestidad, las razones no bíblicas de su aversión. Deben enfrentar y resolver los asuntos pecaminosos del corazón. Deben buscar el perdón de Cristo y su ayuda para cambiar por dentro. Debe entender y creer la perspectiva que Dios tiene de los hijos.

Al escribir estas palabras, estoy consciente de que algunos de ustedes pueden ser gentes muy piadosa que no tienen hijos, tal vez por razones buenas, espirituales que honran a Dios. Tal vez han sido llamados a cierto tipo de ministerio que imposibilita cumplir las responsabilidades de la paternidad/maternidad bíblica. Posiblemente, están en una situación temporal que sería muy difícil para los niños. Tal vez están posponiendo la paternidad/maternidad hasta que ciertos problemas personales o interpersonales sean resueltos. Lo que es mejor para los niños y para el reino de Dios son factores importantes en su decisión de tener o no tener hijos, o cuándo tener hijos.

Tal vez algunos de ustedes no pueden tener hijos físicamente. Quieres pero no puedes. Favor de no deprimirte tratando de enfocarte en lo que no puede ser. En vez de eso, busca la ayuda de Dios para aprovechar las oportunidades que tienes de formar niños piadosos en tu familia mas grande: la iglesia (Mar. 3:35; 1 Tim. 5:1, 2). Pide a Dios que te enseñe cómo y con quién puedes hacer tu parte para criar una descendencia piadosa para Él.

LA PATERNIDAD ES UN PRIVILEGIO

Hay un sentido en que toda pareja cristiana puede tener hijos. Todos los cristianos casados pueden y deben involucrarse en algún tipo de Paternidad. Y esto es emocionante, porque según la canción de la familia (Sal. 128) la paternidad es un privilegio. La declaración acerca de los hijos en la canción de la familia (Sal. 128:3) sigue con una exclamación sobre las bendiciones de la paternidad (Sal. 128:4). De manera similar, un salmo previo afirma que “herencia de Jehová son los hijos” y que la persona que tiene su aljaba llena de ellos es bendecida (Sal. 127:3-5).

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