Correr con el alma es posible
Testimonio de un maratonista
Fecha de Edición: Septiembre 2020
@2020, Abdala, Ramón
Corregido y redactado por Elena Abdala
Escritora magister, Licenciada en literatura.
eliana.abdala@yahoo.com.ar
Derechos exclusivos de edición digital reservados para todo el mundo.
Editado por:
ISBN: 978-987-47549-5-0
Editado en Argentina
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Correr con el alma es posible
Testimonio de un maratonista
Ramón Abdala
A mi madre que en algún lugar del universo está siguiendo mis pasos en el camino elegido. Ser un espíritu libre, valiente, intrépido, pleno de desafiantes aventuras sin límites.
Ramón Abdala (2020) Edad. 70 años Profesion. Odontólogo Residencia . Ciudad Capital, Provincia de Mendoza . Email. ramabdala2000@gmail.com
A mi prima Eliana Abdala por su colaboración desinteresada en la corrección y redacción del libro para que sea posible. La considero como una hermana del alma estoy eternamente agradecido.
Al Dr. Néstor Almagro entrañable amigo y maestro espiritual que está siempre presente en mi vida. A mi querido Néstor, gracias por estar y mostrarme el camino.
A todos mis amigos de aventuras, gracias por compartir experticias inolvidables que atesoro quedando para siempre en los recuerdos.
A las organizaciones deportivas, Canal Aventure, a su director Jerome Lollier, a Global Limits, a su director Stefan Betzelt por permitirme participar conocer países, culturas, tradiciones en diferentes lugares más recóndito del mundo, en contacto con la naturaleza pura y libre. Sin su aporte hubiera sido imposible tener experiencias enriquecedoras de vida.
Quiero agradecerle a Edelweis Briner, fue la encargada de organizar mis viajes, vuelos y estadías. Una verdadera aventura de dos hasta tres días para llegar a participar en competencias en el otro extremo del mundo.
También va mi agradecimiento al fotógrafo y amigo, Vicente Kronental por su excelente trabajo que me permitió testimoniar mi trayectoria con las mejores fotos constituyendo así un recuerdo inolvidable y un acopio documental.
Ramón Clemente Abdala.
Correr es un acto de libertad que me hace feliz, pleno, porque me contacta con mi ser interior donde los pensamientos fluyen, giran, se elevan y vuelven y luego permanecen en un estado de paz, encuentran una armonía difícil de explicar.
El aporte de este libro no es solo para hablar de lo que correr significa, sino que esa acción de correr apunta más allá del movimiento físico, apunta a la integridad del vivir humano, a la armonía del cuerpo, la mente y el espíritu.
La meditación ayuda a superar situaciones difíciles, a salir de ellas cambiado y fortalecido. La meditación muestra que, citando a Saint Exupéry: lo esencial es invisible a los ojos. La meditación muestra esa esencialidad porque volcamos la mirada y el pensamiento hacia el interior de nosotros y allí percibimos lo invisible para el mundo, lo que no se muestra.
No es fácil vivir el día a día desde otra mirada, desde otros paradigmas apuntando a ser mejores en una sociedad en la que privan los intereses por sobre las personas. Pero tomar conciencia de ello es lo que nos dará las herramientas para lograr una vida armónica y entender la felicidad.
Mi objetivo al correr no es competir, no es ganar, no es llegar antes. Es lograr lo que mi ser completo puede lograr y, sobre todo, disfrutar de la maratón. Desde esta mirada es posible superar objetivos impensados. Un ejemplo es el hindú Fauja Singh quien empezó a correr a los 86 años. Se decidió a hacerlo luego sufrir varias pérdidas de seres queridos, así su primera maratón de 42 km la corrió a los 89 años. Siguió corriendo y superando marcas y en la maratón de 2013 en Toronto, Canadá, los periodistas del mundo lo esperaban para reconocer su esfuerzo y trayectoria porque ya había alcanzado los 100 años de edad. Cuando le pusieron la medalla dijo: “ Imposible… no significa nada” . Quiso decirnos a todos que no hay imposibles cuando el objetivo es claro y la voluntad firme.
Esta afirmación se basa en saber que somos energía, la materia es energía condensada y la disolución de la materia es energía y esa fuerza energética debe estar en movimiento –según Albert Einstein- retroalimentándose a sí misma.
Por lo tanto, partimos de la premisa de que la vida es un proceso en movimiento, no es estática. Debe ser sometida a movimiento, a exigencia porque la vida es un proceso cambiante y ese proceso es cada uno.
Una reflexión taoísta nos dice:
Pocos son los elegidos porque pocos se eligen.
Escribo este libro de la misma manera en que puedo hablar con un amigo que vino a visitarme. Lo escribo como un diálogo cálido y espontáneo mientras tomamos unos mates. Porque quisiera sacar de mi corazón toda una vida que fue transformándose y brindarla para dar a conocer todas mis experiencias. Tal vez a alguien ayude. Tal vez sean valiosas. Tal vez podamos juntos comprender lo que nos pasa.
Lo que me llevó a mi transformación y a abrazar este deporte que amo y que es correr maratón fue tomar conciencia de la vida que llevaba. Reflexionar sobre ella y ahondar en las insatisfacciones y en los riesgos. Este descubrimiento de mi cuerpo y de mi espíritu me llevó a correr por los cinco continentes superándome en cada carrera.
Tomé conciencia de que vivimos mal a pesar del confort y por el confort. En primer lugar, porque se nos propone una vida sedentaria. Cada vez más sedentaria con tanta botonera y controles. Y toda esa tecnología que usamos a diario hay que pagarla y no siempre es fácil, provoca estrés y el estrés trae muchas dolencias físicas y algunas muy graves. Nos encierra, nos entretiene con pavadas, nos anula el cuerpo y nos priva de la alegría de movernos, de disfrutar del aire libre, del agua, de la brisa, de los pájaros, y de sentir el cuerpo en el esfuerzo y el espíritu en el logro.
También tomé conciencia que sin alimentación saludable no hay salud posible. Y la alimentación que nos ofrece la industria del alimento es toda dañina. Muy sabrosa, es cierto, pero nada saludable. Muchas grasas saturadas, muchos químicos que adulteran, muchos conservantes, gran cantidad de azúcar. Y profundizando y estudiando qué pasa con la alimentación y la salud, hice mío un mandato que pegué en mi cocina: Se come lo que se debe, no lo que se quiere.
Comprendí que el primer deber que todos tenemos es cuidar nuestra salud. Y hoy es muy difícil porque el interés económico de la industria del alimento maneja muy bien nuestra psiquis y nos hace adictos a todo aquello que es dañino para la salud. Entonces, salirse de los cánones instalados es sumamente difícil, pero necesario. Hasta donde es posible debemos manejar cada uno de nosotros la vida nuestra, y no permitir que nos la manejen por puro lucro de otros.
Tomar conciencia de cada uno de mis pasos, de mis decisiones, de mis elecciones me ha permitido vivir una vida plena y de libertad para alcanzar el objetivo de toda vida: ser feliz. Pero no se puede ser feliz en medio del estrés, el consumo inútil y la enfermedad.
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