Cuando la Biblia habla de “la fe” (es decir, “fe” con el articulo definido “la” antes), está haciendo referencia al cuerpo de verdad que constituye la fe Cristiana. Es “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Está haciendo referencia a la enseñanza Cristiana o la sana doctrina. El Apóstol Pablo esta, por lo tanto, diciendo que Dios dio a los predicadores y maestros como regalos a Su iglesia para ayudar a los creyentes a llegar a un entendimiento común de la doctrina Cristiana.
¿Por qué hizo Dios esto? Un conocimiento práctico de la Biblia y una apreciación de la sana doctrina ayudará a los creyentes a crecer espiritualmente y evitar ser engañados por las muchas falsas enseñanzas que son tan generalizadas a su alrededor. Como dice el proverbio Africano, “Cuando las raíces están profundas, no hay razón para temer el viento”. Dejemos que el Apóstol Pablo hable por sí mismo. Él dijo que Dios dio los predicadores y maestros a la iglesia “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:14–15).
Un entendimiento de la vida piadosa
La predicación pastoral debe ayudar a los creyentes a ver cómo quiere Dios que ellos vivan en todas las áreas de sus vidas – en sus hogares, en el lugar de trabajo, en la iglesia y en el mundo. La predicación pastoral anima a los creyentes a vivir vidas piadosas en conformidad con los estándares que Dios ha establecido para ellos. Esto surge de la sana doctrina que se les ha enseñado. Podemos ver esto claramente en la carta de Pablo a Timoteo, donde él comienza diciendo, “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1), y luego continua diciéndole a Tito que instruya a los hombres mayores, mujeres mayores, hombres jóvenes y otros, en cómo deben vivir para agradar a Dios. Por ejemplo, “Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino” (Tito 2:2–3).
Pablo quiere que Tito siga su propio ejemplo en las cartas que él escribió a varias iglesias. En esas cartas, él escribía sobre algunas verdades Cristianas importantes, y después diría “por lo tanto…” y deletrearía las implicaciones de esta verdad sobre como ocupaban sus vidas diarias (ver, por ejemplo, Romanos 12:1; 15:7; 1 Corintios 4:5; Gálatas 5:1; Colosenses 3:5). En su predicación pastoral, Tito también debe usar este famoso “por lo tanto”.
Los Creyentes necesitan aliento para aplicar la doctrina porque frecuentemente el ambiente a su alrededor no fomenta un estilo de vida Cristiano, e incluso es a veces hostil. El mundo tiene una cultura que es impía y rebelde. Los hombres y las mujeres insisten en sus “derechos” pero su insistencia es a menudo simplemente un delgado recubrimiento que cubre una autodeterminación militante que es contra la ley moral de Dios. Aunque los corazones de los Cristianos han sido limpiados de la rebelión, ellos no se dan cuenta cuánto la cultura del mundo aún domina su manera de pensar. Sigue siendo un punto ciego muy grande. Los Cristianos necesitan empaparse regularmente en la Palabra de Dios para que la cultura impía sea limpiada de su pensamiento.
Por ejemplo, en muchas culturas en África, la poligamia es normal. Entre más poderoso es un hombre financieramente y políticamente, más esposas acumula. Las esposas son tratadas como si fueran posesiones. Cuando un hombre se convierte y se sienta bajo la predicación pastoral, pronto aprende que su esposa es su semejante delante de Dios y que Dios desea que el matrimonio sea entre un hombre y una mujer. También se le enseña como un esposo piadoso debe ver y tratar a su esposa. Él debe amar a su esposa como Cristo amó la iglesia. Mientras él lucha con las implicaciones de esto, transforma totalmente su relación con su esposa.
Otra área importante para la instrucción regular es cómo los creyentes deben vivir en la iglesia. Es una dimensión completamente nueva que ellos solo experimentan realmente en un nivel espiritual después de su conversión. Incluso si ellos asistían a la iglesia antes de llegar a ser Cristianos, tendrán las percepciones equivocadas. Necesitan darse cuenta, por ejemplo, que no hay lugar para el tribalismo y las clases sociales en la iglesia. Los nuevos creyentes también deben darse cuenta que la iglesia no es el edificio en el que se reúnen los Domingos ni el servicio de adoración, por más importantes que estos puedan ser. La iglesia es el pueblo de Dios que se compromete a vivir, adorar y servir a Dios juntos. La Biblia está llena de pasajes con la frase “unos a otros”, los cuales necesitan ser absorbidos por los estilos de vida de los creyentes. Los Cristianos también necesitan ser enseñados sobre el tiempo y los compromisos financieros que tendrán que hacer con el cuerpo de Cristo. La predicación pastoral es la manera en la que enseñamos tales cosas.
Una convicción sobre la buena batalla
La predicación pastoral debe revelar a los creyentes que ellos tendrán que pelear la “buena batalla” por el resto de sus vidas terrenales. El crecimiento espiritual no toma lugar en un ambiente espiritualmente higiénico. Los Cristianos tienen un mundo caído con el cual contender. Ya hemos hablado sobre la cultura de idolatría y rebelión que rodea a los creyentes. Ésta busca continuamente forzarlos a conformarse a sus caminos, que es exactamente lo que el Apóstol Pablo instó a los creyentes a no hacer (Romanos 12:2).
No solo los Cristianos tienen que contender con el mundo caído, ellos también tienen que contender con sus propias naturalezas caídas, que aún son contrarias a los niveles de santidad y compromiso a Dios que Él demanda en Su Palabra. Vencer esta aversión es el único camino al gozo verdadero y la paz con Dios. La Biblia dice, “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:16–17). La predicación pastoral enseñará al pueblo de Dios cómo caminar en el Espíritu para que no satisfagan los deseos de su naturaleza caída
Finalmente, la predicación pastoral señalará a los creyentes que el diablo (también llamado Satanás en la Biblia) es real. Él es un engañador. Él utiliza la naturaleza atractiva del mundo y los antojos de nuestras naturalezas pecaminosas en una forma muy sutil para atraparnos y hacernos caer. Recuerda, él es quien provocó la caída de Adán y Eva cuando estaban en un mundo perfecto y tenían naturalezas perfectas. ¡Somos más vulnerables a sus trucos que ellos! El pueblo de Dios necesita resistir al diablo precisamente de la misma manera que lo hizo Jesús cuando fue tentado en el desierto por cuarenta días, esto es, resistimos conociendo y obedeciendo la Palabra de Dios (Mateo 4:1–11). Esta nota tendrá que sonar una y otra vez en la predicación pastoral para proteger al pueblo de Dios de desviarse.
Para resumir
Un conocimiento práctico de la Biblia, una apreciación de la sana doctrina, un entendimiento de la vida piadosa y tener una convicción sobre la necesidad de pelear la buena batalla de la fe ayuda a los creyentes a conocer cómo manejar las muchas y varias situaciones que van a venir a sus vidas.
El rápido ritmo de la urbanización en muchos países ha provisto tierra fértil para la confusión y abandono de valores. En África, las personas están luchando con problemas de tradición tales como brujería, superstición, purificación de viudas, poligamia y tribalismo al igual que con problemas más recientes como el SIDA, desempleo, pobreza, corrupción y abuso infantil. Los líderes de las iglesias no siempre pueden estar disponibles para responder las preguntas de los creyentes. Sin embargo, dónde los creyentes se han sentado bajo buena predicación pastoral, sus mentes están entrenadas para trabajar de los principios bíblicos y lidiar con estos problemas y las situaciones que surgen de ellos en una manera que verdaderamente glorifique a Dios.
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