© LOM edicionesPrimera edición, julio 2016 Impreso en 1000 ejemplares ISBN: 978-956-00-0768-1 rpi: 266.917 Motivo de portada: Ilustración de Claudio Gay edición, diseño y diagramación LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago teléFono: (56-2) 2688 52 73 lom@lom.cl | www.lom.cl Tipografía: Karmina Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile
A Margarita Pisano, un relámpago en la oscuridad.
Quemé toda mi memoria como hogar menesteroso.
Gabriela Mistral
la soga no es la cuerda en el cuello
es la madre que rechaza
las piedras
el barro
las ramas
vi el agua adelgazando la roca
vi las ciudades cubiertas por un dedal
se arrastra hasta mi yema un sueño de trigo
en el regreso al cuaderno infantil
–deseos se renuevan y vuelven a perderse–
las nubes cubren el sol y a dos quizá
tucura inmóvil en el muro
posa sus patas con la cabeza hacia el piso
sin ojos en el techo su espalda juzga
el adversario busca acertar sobre la habitual repetición
la monotonía de pensar diferentes lugares en lo mismo
desde anoche el insecto piensa allí pero al alba
–a la aurora me dice–
falta su sombra
en la primera luz entonces
aunque antes del sol
la mano fría de la recién llegada
se posa en mi cabeza
y aunque no quisiera vuelve al vacío
sostener una aldea cuyo nombre no conservo
una ventana se abre
ya nada puede con su peso
la niebla se aquieta
aquellos árboles decantan en fruto
el cristal nada adhiere
descompuesto escribe y los ojos olvidaron con el agua
el animal transparente retorna
en su interior flotan vísceras
hielo en un hilo de agua
se suspenden como plumas
un manto después del fuego
asedia sobre los escombros de un movimiento
entre sus ojos y el verde de las lápidas
espesuras y malezas
otra vez no supo guiarme
ahora sé que no pudo
despreció el hogar apenas supo del suyo
esos frágiles ojos alojan en su pecho
–ya estaban rotos–
cunas de follaje
dos hojas calzan con sus cuencas
el hogar siempre es la imagen del fuego
lo que persiste tras el fuego
es empujado sin dejar rastro
caminé sin saber
curioso deseo de llegar a nada
el nombre se asemeja a esa nada
escapo de mí en una carrera infranqueable
que no pertenece a un deseo sino a una manía
un hábito que suele ausentarse de lo demás
aproximarse al intento de huir
propósito detrás del cerco
un bulto espiaba y pedía por mí
el tropiezo es menor esta vez
cuando algo reclama una mirada
el discreto ánimo
a mi lado cierra los ojos la inclinación de la velocidad
los rasgos me hacen tantear un origen adverso
solo ellos pueden decir el tiempo se quedó con nosotros y se presienten los puentes y ríos que faltaron
se cierran los párpados junto a los sueños
se dirigen al mismo lugar
los faros siguen guiando lo que no se realiza
destrocé el hogar para debatirme
sin camino –sin pecho– ni manos sobre mí
en el árbol leer lo que se encuentre
los envases de alimento –el primer libro–
el intermediario es incapaz de decir
quién tiene pasión por aprender
leo y ya no me parece despedazar los sesos de un jaguar
más bien un perro destroza los míos
viajan las cosas y en el paisaje saben de los dioses
ni el trabajo ni la soledad sostienen
el paisaje podría decir
pero mantengo el abandono
en él mi oreja queda durmiendo cara a cara con la tierra
puedo oír que alguien ríe
entre la tierra y mi cara un cadáver se debate
la posibilidad qué insinúa
si nada se separa ni completa
el habla trastorna en el umbral
los zapatos de papel se mojan sobre lágrimas
un puente jamás cruza
–si el nudo no se desata nunca se alcanza la cuerda–
el trigo entre sus cabos entrecorta lo que dije
la estepa no es el desierto
lo que mece soy yo
entonces en ese entonces
dije algo que no vuelvo a repetir
una hoja en tantos árboles nunca se aquieta por las hojas los árboles mueven su quietud –cómo se llaman los árboles– toborochi puede llamarse un árbol la gota cae en el agua cuando parece extinguirse la mirada reposa en el temblor
las tejas dejan salir los tallos y los tallos las hojas
el principio al oído me avisa
entierra su sonido en el trecho interior
encarnizado en el área impalpable
ya no merodea en mí en preguntas
solo mi necesidad
la infancia ha desaparecido
asoma el agua
entre la maleza
la madera del encierro abre su tallo
ojos sin fecha de mi padre siendo niño
si el dolor tiene un color no lo sé
pero es inmemorial cuando este diálogo impaciente
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