Varios de mis alumnos saben que me gusta recopilar historias. Cierta vez, casi sin darme cuenta, les confesé que, un día, publicaría un pequeño libro con la selección de los relatos que eran más significativos para mí. Y algunos me preguntaron: “¿Cuándo publicará su libro de historias?” Hoy lo tienes en tus manos.
Por eso, deseo recordar a mis amados estudiantes, con quienes compartí momentos inolvidables, lloramos y reímos, y fuera de las aulas también nos reunimos para compartir momentos sociales y recreativos. Les agradezco su cortesía porque siempre celebraron mis cumpleaños entregándome algún presente inmerecido. También me hicieron algunas bromas durante nuestros momentos de recreación. Los recuerdo en sus primeros grados, caminando detrás de mí como los polluelos caminan detrás de su padre o su madre. Algunos de ellos son Ariana, Ana Silvia, Luz Brígida, Guadalupe, Cinthya, Lisseth, Esther, Mélany, Alelí, Benjamín, Elías, Ronald Mario, César Luis, Brayan, Marco, Franco, Ismael, Jhon y Roy.
Gracias por enseñarme lecciones valiosas en la vida. Mi deseo es que sean ciudadanos útiles y que nuestro Dios los bendiga.
La mayoría de las historias han sido recopiladas, otras son de mi propia experiencia. He tratado de dar crédito a sus autores o narradores pero, por diversas razones, no he podido identificar algunas fuentes. Pido disculpas si hay algún autor omitido.
Con aprecio, Roger Condori.
Dedicado a Gleny, mi amada esposa, por su apoyo incondicional.
A Octavio Augusto y a Camila Ainara, quienes son el motor de nuestras vidas, y con quienes soñamos encontrarnos con Jesús.
Dale vida a los sueños que alimentan el alma,
no los confundas nunca con realidades vanas.
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.
Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,
no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.
Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,
tocarás las estrellas y el viento, susurrando,
te contará secretos que para ti ha guardado
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del alma que despierta para estar a tu lado.
Dale vida a los sueños que tienes escondidos,
descubrirás que puedes vivir estos momentos
con los ojos abiertos y los miedos dormidos,
con los ojos cerrados y los sueños despiertos.
Mario Benedetti
Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37).
Cuando Frederic nació, su patria, Polonia, estaba invadida por las naciones vecinas.
Cierto día, su madre se acercó sigilosamente hasta la sala, donde el pequeño estaba tocando el piano. De pronto, el niño comenzó a llorar sin consuelo.
Su progenitora, que era una apasionada de la música, se sintió muy afligida porque pensó que a Frederic no le gustaba la música. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había sido tan grande la emoción del niño que, al no poder expresarla, lo había hecho a través del llanto.
Cuando Frederic comenzó a caminar miraba de reojo a su mamá, para que ella lo sentara al piano y tocara melodías.
Cierta vez, ante la mirada maravillada de sus padres, Frederic se bajó de su cama, fue hasta el piano y se sentó. Entonces, probó algunas notas e interpretó sus primeros arreglos sobre la melodía que estaba tocando su madre.
A los seis años, comenzó a estudiar con el maestro Zywny y, a los trece, ya había aprendido todo lo que su maestro sabía. Luego, su educación musical fue confiada al maestro Elsner, director del conservatorio, quien al poco tiempo lo calificó como un genio musical. En una carta dirigida a sus padres, les decía:
“...Frederic es semejante a las águilas; mostrémosle las regiones sublimes y sigámoslo en su vuelo hasta donde nos alcance el aliento”.
Pronto vinieron los conciertos. Uno tuvo lugar, nada más y nada menos, en la casa del gran duque Constantino.
Cuando terminó, el príncipe lo felicitó y le preguntó:
–He observado que, durante todo el tiempo en que usted estuvo tocando, dirigía su mirada hacia arriba. ¿Es que buscaba usted las notas del cielo?
–¿Y no es allí, excelentísimo señor, donde hallan inspiración todos los artistas? –respondió Frederic, sin titubear.
Desde ese día, el duque fue uno de sus poderosos protectores.
Las palabras de Frederic Chopin, un verdadero triunfador, revelan que reconocía dónde estaba la fuente de su inspiración musical.
Su rostro era fino y alargado; tenía la boca chica, y los ojos claros y soñadores, enmarcados por un largo pelo oscuro; pero lo que más resaltaba en él eran sus manos delicadas y blancas, de movimientos refinados.
Fue capaz de conquistar audiencias en París, en Londres y en Mallorca. Sin embargo, no pudo vencer a la tuberculosis que, para cuando él tenía 26 años, ya se había apoderado de su débil cuerpo.
Sus obras, mayormente para piano, constan de 27 estudios, 25 preludios, baladas, mazurcas y aires variados.
Falleció en 1849, pobre pero rodeado de amigos.
Recuerda
Los verdaderos campeones hallan inspiración al mirar al Cielo. Tú debes imitar la actitud de ellos: pídele a Dios la sabiduría para tomar buenas decisiones.
Puedes comenzar ahora mismo; no es demasiado tarde, ni demasiado temprano. Recuerda que Chopin comenzó a tocar el piano a los seis años y a los trece años ya era reconocido como un genio musical. El que quiere triunfar en la vida no está limitado por su edad o por su entorno.
Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? (Romanos 9:31).
Un triunfador...
...está dispuesto a aprender, porque cada nuevo día nos devuelve la oportunidad de hacerlo.
...siempre encuentra inspiración al mirar al Cielo, porque allí está la sabiduría y la ciencia que provienen de nuestro Dios.
...es como las águilas valientes, que enfrentan hasta el obstáculo más grande.
...toma decisiones con la ayuda de un Dios poderoso y amoroso.
Creemos en un Dios que no conoce derrotas. Aunque su muerte en la cruz parecía una derrota, en realidad, fue el sello de nuestra esperanza de vida eterna. Medita en las palabras inspiradas de Pablo:
[...] Si él está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia?
En todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor (Romanos 8:31-35, 37-39) .
Esto es una dosis de poder para toda persona; para enfrentar los obstáculos y saber que Dios está de nuestro lado y nunca nos abandonará.
Recuerda
En Cristo, somos más que vencedores.
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