Cuando el capitán encuentra dormido al profeta, le dice: “¡Levántate! ¡Clama…!” (en hebreo qum lek, versículo 6), las mismas palabras que Dios usa cuando llama a Jonás a levantarse e ir y llamar a Nínive al arrepentimiento. 3Mientras Jonás se frota los ojos, hay un marinero pagano que pronuncia las mismas palabras de Dios con su boca. ¿Qué es esto? Dios envió a su profeta a señalar a los paganos el camino hacia él. Sin embargo, son estos los que señalan a Jonás hacia Dios.
Los marineros continúan actuando de manera encomiable. Debido a que se han dado cuenta de que detrás de la tormenta están el pecado humano y la mano divina, echan suertes. En la Antigüedad, echar suertes para discernir la voluntad divina era bastante común. Es posible que escribiesen el nombre de cada uno en un palo y que el elegido fuese el de Jonás. 4Dios usa, en este caso, la suerte para señalar a Jonás. Sin embargo, incluso ahora que parecen contar con la guía divina, los marineros no entran en pánico ni se echan encima suyo. No asumen que tengan permiso para matarlo. En cambio, escuchan con atención las pruebas y su testimonio para poder tomar la decisión correcta. Muestran a Jonás y a su Dios el mayor respeto posible. Incluso cuando Jonás propone que le lancen por la borda, hacen todo lo posible por evitarlo. En todos los aspectos, eclipsan a Jonás.
Hay muchas cosas que el autor quiere que veamos en esta parte de la historia. ¿Qué debería haber estado aprendiendo Jonás? ¿Y qué deberíamos aprender nosotros?
Primero, aprendemos que las personas fuera de la comunidad de fe tienen el derecho de evaluar a la iglesia en su compromiso por el bien de todos.
Los marineros están en peligro. Han utilizado los recursos tecnológicos y religiosos que tienen, pero no son suficientes. Se dan cuenta de que no pueden salvarse sin la ayuda de Jonás, pero él no hace nada para ayudar. Entonces, tenemos esta imagen memorable de un capitán pagano reprendiendo al santo profeta de Dios. Hugh Martin predicó un sermón sobre este pasaje que se titulaba: “El mundo reprende a la iglesia” 5y concluía que Jonás se lo merecía y que, en gran medida, la iglesia hoy en día también.
¿Por qué reprende el capitán a Jonás? Le reprende porque no le preocupa el bien común. El capitán le dice: “¿No ves que estamos a punto de morir? ¿Cómo puedes ignorar así nuestra necesidad? Entiendo que eres un hombre de fe. ¿Por qué no usas tu fe para el bien de todos?”. Jacques Ellul escribe:
Esos marineros de Jope […] eran paganos o, en términos modernos, no eran cristianos. Pero […] el grupo de no cristianos y cristianos […] está unido; van en el mismo barco. La seguridad depende de lo que cada uno haga […] Están bajo la misma tormenta, bajo el mismo peligro y quieren el mismo resultado […] y este barco representa nuestra situación. 6
Todos nosotros, creyentes y no creyentes, “vamos en el mismo barco”. (¡Nunca un refrán había sido tan real como lo fue para Jonás!). Si el crimen, las malas condiciones de salud, la falta de agua o la pérdida de trabajos acosan a una comunidad, si el orden social y económico se rompen, todos vamos en el mismo barco. Durante un tiempo, Jonás vive en el mismo “barrio” que estos marineros y la tormenta que amenaza a una persona, lo hace a toda la comunidad. Jonás huyó porque no quería trabajar por el bien de los paganos, quería servir de manera exclusiva a los intereses de los creyentes. Sin embargo, Dios le muestra aquí que es el Dios de todas las personas y Jonás necesita darse cuenta de que es parte de toda la comunidad humana, no solo miembro de la comunidad de fe.
No se trata de un mero argumento pragmático: “Más vale que los creyentes ayuden a los no creyentes o las cosas no les irán bien”. La Biblia nos dice que somos co-humanos con todo el mundo: hechos a la imagen de Dios y, por lo tanto, infinitamente preciosos para él (Génesis 9:6; Santiago 3:9).
El capitán ruega a Jonás que haga lo que pueda por ellos. Por supuesto, el capitán no tiene una idea precisa sobre quién es el Dios de Jonás. Es probable que solo espere una oración a algún ser poderoso sobrenatural. Sin embargo, del mismo modo que Hugh Martin argumenta, las críticas aún son reales. Jonás no aporta los recursos de su fe para soportar el sufrimiento de sus compatriotas. No les está diciendo cómo relacionarse con el Dios del universo, ni tampoco confía en sus propios recursos espirituales en Dios, amando y satisfaciendo las necesidades prácticas de su prójimo. Dios pide a todos los creyentes que hagan ambas cosas, pero él no realiza ninguna. Su fe privada no sirve a ningún bien común.
Quizás alguien objete que el mundo no tiene ningún derecho de reprender a la iglesia, pero hay una justificación bíblica para esta acción. En el Sermón del Monte, Jesús dijo que el mundo vería las buenas obras de los creyentes y glorificaría a Dios (Mateo 5:16). El mundo no verá quién es nuestro Señor si no vivimos como deberíamos. Según dice un libro, somos “la iglesia ante un mundo que observa”. 7Merecemos la crítica del mundo si la iglesia no exhibe de forma visible amor en las buenas obras. El capitán tenía todo el derecho del mundo de reprender a un creyente que hacía caso omiso a los problemas de las personas a su alrededor y que no hacía nada por ellos.
Reconocer la gracia común
También aprendemos que los creyentes deben respetar y aprender de la sabiduría que Dios da a aquellos que no creen. Los marineros paganos son una representación gráfica de lo que los teólogos han denominado “gracia común”.
En [este] episodio, la esperanza, la justicia y la integridad no residen en Jonás […] sino en el capitán y en los marineros […]. Aunque las víctimas inocentes, los marineros, nunca se quejan de que sea una injusticia. Se encuentran en una situación de peligro que no es culpa suya, tratan de resolverla por el bien de todos. Nunca se regodean en la autocompasión, ni amonestan a un dios furioso […], ni condenan al mundo arbitrario, ni se ceban con el culpable, Jonás, por venganza, ni promueven la violencia como respuesta. 8
La doctrina de la gracia común es la enseñanza de que Dios confiere los dones de sabiduría, comprensión moral, bondad y belleza entre toda la humanidad, sin importar la raza ni la creencia religiosa. Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes”. Esto quiere decir que Dios, en última instancia, posibilita cualquier acto de bondad, sabiduría, justicia y belleza, sin importar quién lo lleve a cabo. Isaías 45:1 habla de Ciro, un rey pagano, al que Dios unge y usa en el liderazgo mundial. Isaías 28:23-29 nos habla de que cuando un agricultor recoge fruto, es Dios quien le ha mostrado cómo hacerlo.
Por tanto, toda expresión artística buena e increíble, el cultivo, los gobiernos eficaces y los avances científicos son regalos de Dios a la raza humana. Son regalos de la misericordia y la gracia de Dios que no merecemos. También son “comunes”. Esto significa que se distribuyen a cualquiera y entre todos. No hay ninguna indicación de que el monarca o el agricultor que Isaías menciona hayan aceptado a Dios por la fe. La gracia común no regenera el corazón, no salva al alma y no crea una relación personal y de pacto con Dios. Sin embargo, sin ella el mundo se convertiría en un lugar donde sería imposible vivir. Es una expresión maravillosa del amor de Dios por todas las personas (Salmo 145:14-16).
Sin duda, la gracia común estaba mirando a Jonás directamente a los ojos. Jonás mismo era receptor de lo que se ha denominado la “gracia especial”. Había recibido la Palabra de Dios, una revelación de su voluntad que no estaba al alcance de ninguna mente o sabiduría humana, por muy grande que fuese. Jonás era seguidor del Señor, el Dios verdadero. Así que, ¿cómo era posible que los paganos eclipsaran a Jonás? La gracia común significa que a menudo los no creyentes actúan con más rectitud que los creyentes a pesar de no tener fe, mientras que los creyentes, llenos del pecado que subsiste, a menudo actúan mucho peor que lo que su fe correcta en Dios nos hace creer. Todo esto implica que los cristianos deben ser humildes y respetar a quienes no comparten su fe. Deberían apreciar el trabajo de todo el mundo, ya que saben que los no creyentes tienen mucho que enseñarles. Jonás está aprendiendo esta realidad por las malas.
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