Siete años después de mi violación, The New York Times me llamó la “Doctora del Vestir” y describió que mis pasiones transversales eran como “la relación entre atuendo y actitud: no sólo cómo te hacen ver las prendas, sino cómo te hacen sentir”. 12Desde hace poco mi mamá ha estado manejando para Lyft para ganar algo de dinero extra. Cuando salió el artículo del Times, ella escuchó a dos pasajeros discutir sobre él en el asiento trasero de su auto. Llena de orgullo, les dijo que yo era su hija. Ellos no le creyeron.
Seis años después de que me convertí en niñera, comencé a colaborar con CNBC. Casi una década después de que mis profesores menospreciaron la idea de la psicología de la moda —término que desde entonces registré como marca— un periodista de New York Magazine la llamó una “herramienta explosivamente popular” que ayuda a “explicar el mundo en que vivimos”. 13Si hace una década me hubieras dicho que daría una presentación sobre el tema en una Conferencia Internacional del Empoderamiento de las Mujeres organizada por las Naciones Unidas, me habría reído para no llorar. 14A lo largo de los años y cliente tras cliente, he construido una reputación —y mi propio instituto educativo— de boca en boca. Un encuentro causal con un periodista derivó en apariciones en la televisión de treinta y cinco países. Me convertí en la primera mujer negra psicóloga en ser profesora del Fashion Institute of Technology —un afamado centro de capacitación para diseñadores, incluyendo a Calvin Klein y Michael Kors. Me contrataron en mi segunda década de vida y era una de las más jóvenes. En unos cuantos años, he construido el santo grial de las metas profesionales de los millenials: mi propia marca. Ahora sabes que tuve que ascender desde el infierno para llegar hasta aquí. Y carajo, ascendí en tacones.
Por supuesto todavía tengo mis críticos. Algunos de mis compañeros académicos dudan de que la psicología de la moda sea factible en la práctica clínica y cuestionan su legitimidad como búsqueda científica (hablaré más de eso en el capítulo 1). Pero aquí estoy para decirles que sí funciona y sus lecciones son accionables. Para todos. Si me preguntas, la duda proviene de su noción de que la moda en sí es superficial o frívola. Eso no es serio. En nuestro ambiente actual no puedo evitar preguntarme si algo tan cercanamente vinculado con la feminidad se vuelve vulnerable a los ataques. Al veneno y al escarnio. Al recelo. Y por ello, unir la moda “tonta” y de “chicas” con un campo tan prestigioso como la psicología parece elevar falsamente la primera y abaratar la última. Si se me permite el atrevimiento: a la mierda con eso. Yo afirmo que, desde una perspectiva emocional y económica, la moda no es frívola. Es importante, es un asunto serio.
Y el estilo —la forma en que usamos la moda para decir algo sobre nosotros mismos— es uno de los elementos más importantes que vinculan nuestra vida privada con nuestra imagen pública. Nuestra ropa es el tejido conectivo entre lo físico y lo emocional. Es lo que protege nuestro ser más verdadero y sensible, como un escudo contra un mundo a menudo hostil. Cuando Melania Trump o Kim Kardashian se ponen un abrigo sobre los hombros como si fuera la capa de un superhéroe, oscureciendo sus brazos y manos, están mandando un mensaje: Mira, pero no toques. En nuestras vidas y profesiones cotidianas no se nos permite mostrar nuestros sentimientos “a flor de piel”, por así decirlo. En la sociedad educada, somos entrenados para ocultar nuestros sentimientos y cubrir nuestras emociones. Para que todo esté tranquilo. Pero aunque logremos ocultar nuestros sentimientos, seguimos enviando mensajes subliminales con nuestra ropa.
Cuando observo mi trayectoria, a menudo pienso en la mañana posterior a mi violación. ¿Por qué elegí usar uno de mis mejores atuendos en un día que razonablemente podría ser descrito como el peor? ¿Por qué la ropa era tan esencial, tan inextricablemente vinculada a mi voluntad de vivir? He llegado a darme cuenta de que el estilo es prueba de nuestra condición humana. Un atuendo de buen gusto y pensado con cuidado es evidencia de que eres un miembro altamente funcional de la sociedad. Tu ropa tiene el poder de hacerte notar o, a la inversa, ocultar cualquier cosa que así desees mantener. Todos vamos por ahí con alguna clase de dolor. Cuando enfrentas dificultades debido a problemas familiares, presiones económicas o situaciones de salud mental, sigue siendo necesario que estés presentable. Tienes que seguir asistiendo a la escuela o al trabajo. Tienes que seguir presentándote; mostrarte a ti mismo, o alguna versión de ti. Vestirse es una gran forma de equidad. Como dicen, todos nos ponemos los pantalones una pierna a la vez. También dicen que la ropa hace al hombre (y a la mujer). ¿Por qué no usar algo que esté a la mano —una herramienta física real que ya tengas ahí, en tu clóset— para tranquilizarte, fortalecerte y empoderarte? La idea es simple: si yo puedo abrir los ojos a POR QUÉ eliges usar lo que te pones, puedo ayudarte a escoger mejor.
Y lo que te pones es, sobre todo, una elección, aunque no te des cuenta de que estás optando por ella. Puedes decidir verte glamorosa, cómoda, ser prácticamente invisible o exigir ser vista. Lo que usas es lo que eres, para todas las intenciones y propósitos. También es lo que yo soy. Mi ropa. Mi armadura. Arreglarme no sólo me ayudó a atravesar la puerta para ir a la escuela esa terrible mañana de lunes: fijó el curso del resto de mi vida. No estoy aquí para pedirte que transformes por completo la forma en que te vistes. No creo en las “reglas del estilo”. No tengo ninguna que ofrecer. Pero sí sé que lo que me pongo tiene un gran impacto en cómo me siento. Este conocimiento es poder. Poder que es tuyo para que te adueñes de él.
*Lewk es un término empleado en el mundo de la moda que refiere a un sello de estilo personal tan individual que es casi inseparable de quien lo porta. (N. de la T.)
CAPÍTULO 1
Psicología de la moda 101
La ropa… cambia nuestra visión del mundo, y la visión que el mundo tiene de nosotros.
—Virginia Woolf
¿Te sientes ansiosa sobre qué ponerte o estás desconectada de la forma en que te presentas a ti misma? Bienvenida. Como psicóloga de la moda, me doy cuenta de que mis clientes representan el espectro completo de edades, razas, etnias, géneros y nacionalidades. Los clientes de todas las condiciones sociales me buscan para hablar de varias preocupaciones, desde desarrollo personal hasta adicción a las compras, consejo para citas y ascenso profesional. Asesoro a los directivos de las empresas y a madres primerizas que se recuperan de cesáreas (¡y a algunas mujeres que son las dos cosas!). Existen personas que necesitan ayuda para pulir sus perfiles en línea, otras para navegar por sus clósets que están a punto de reventar. Un cliente que estaba en medio de una pelea por la custodia de sus hijos quería saber cómo vestirse para que el juez del juzgado familiar fuera compasivo con él. Aunque ninguno de tus problemas es igual a otro, todas las soluciones son únicas porque yacen en tu interior. Así que vamos a encontrarlas juntos.
¿Sabías que tu ropa habla? La mía también. Hace poco tuve que levantarme temprano para dar clases, después de haber pasado toda la noche escribiendo un artículo para un sitio de noticias. Me quedé recostada y evalué mi estado de ánimo. Estaba malhumorada y exhausta, con un poco de la desgana invernal. Quería ponerme mi atuendo cómodo para salir: unos pantalones deportivos y una sudadera que combinaban bien. Pero preví que como tendría que pararme frente a mis alumnos del Fashion Institute of Technology (FIT) para dar una clase, necesitaría ajustar mi actitud y levantar mi nivel de energía seriamente. Momento de dilema de la moda. Así que añadí una gabardina con estampado de piel de leopardo, unos tacones de leopardo y, ¿sabes qué?, ¡me sentí mucho mejor! Combinar la comodidad de los pantalones deportivos con la elegancia de la gabardina y los tacones elevó mi ánimo. Y al parecer mis estudiantes me percibieron como a la última moda, y apreciaron el giro elegante que le di a la popular tendencia de athleisure. Al vestirme de esta forma llamativa, les estaba enviando un mensaje: los veo como estudiantes creativos, visuales y conocedores de las tendencias de la moda. Les comuniqué que, aunque estaba en una posición de autoridad (tacones), no me gusta tomarme a mí misma muy en serio (pantalones deportivos).
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