¿De verdad es esto aceptable? ¿Acaso lo que nos pasa es que nos hemos acostumbrado a que es así y a que no hay nada qué hacer? ¿Tan débil se ha vuelto el ser humano y tan maleable que hacen con nosotros lo que quieren? Sin embargo, cuando oyes a las personas defender a los demás, a gente que ni siquiera conocen personalmente o cuando les oyes defender una ideología, los defienden a capa y espada. Defienden a personas o a una ideología de derecha o de izquierda, o de lo que sea, porque lo han visto en los medios que lo venden así como un modo de vida ejemplar. Mientras tanto, nos pegamos la izquierda con la derecha para mantenernos distraídos mientras que los corruptos se llevan el dinero y vacían nuestras libertades. La sociedad igualmente defiende a capa y espada la homosexualidad y la ideología de género que nos han impuesto con un fin que ni siquiera sabemos identificar. Defendemos a los de fuera (los extranjeros, los refugiados, etc.) cuando no somos capaces de defender, no ya a los de dentro, si no a nuestra propia familia y, en la mayoría de los casos ni a nosotros mismos. Caemos en pura demagogia y nos mentimos creyéndonos así mejores personas cuando no somos más que falsos apóstoles puesto que lo nuestro no lo cuidamos. En resumidas cuentas, las personas de hoy se han convertido en pura basura que el poder usa y tira para su propio interés. Y esa manipulación no acaba con nosotros, va más allá. Llega a nuestros hijos que ya nacen en esta esclavitud y control, y que lo ven como algo habitual. No sabrán siquiera que están siendo usados y manipulados por el sistema.
¿Es posible que vivamos así de mal con todo lo que la especie humana ha logrado? Pensémoslo bien: hoy en día, en el mundo occidental, todo el mundo tiene un techo sobre el que caer. La mayoría disponemos de un trabajo, un coche, podemos comunicarnos a distancia y gozar de todos los lujos que hemos sido capaces de crear. Y, sin embargo, no nos tenemos a nosotros mismos. Nos hemos convertido en esclavos de un sistema. La gran mayoría ni siquiera es consciente de que pasa algo y es algo realmente malo. Notamos que algo no está bien pero estamos satisfechos con lo que tenemos. Nos han acostumbrado a estarlo. Organismos internacionales como la ONU hablan de cosas muy bonitas, 16 en concreto, entre las que se encuentra la ideología de género. Pero a la hora de la verdad, ésta es la única que cubre el 95% de todo lo que proponen hacer. El resto es pura fachada. ¿Qué han hecho por acabar con la pobreza en el mundo que predican en sus cumbres y los 16 puntos que plantean a resolver? ¿Y por la vida del ser humano para hacerla más justa y mejor? ¿Y la alimentación, que es pura basura que nos dan hoy transgénica con excusas que ni se acercan a la realidad? ¿Qué porquería de alimentación con todo lo que se puede hacer, a manos de Monsanto y BASF?
Pero hay un mundo mejor. Este mundo se puede cambiar a un mundo donde el sufrimiento, la injusticia, la imposición, la retirada de nuestros derechos y libertades, así como las desgracias pueden acabar si luchamos por ello. ¿Qué sentido tiene luchar por el progreso si nuestra vida íntima está vacía? Nuestra vida es una vida donde la vida pasa por nosotros, pero nosotros no pasamos por la vida. El ser humano de hoy ni deja huella ni disfruta de no dejarla. Para desgracia, la gran mayoría, como decía anteriormente, ni siquiera es consciente de ello. Viven en el mundo feliz de Aldous Huxley adormecidos por el «soma» que menciona en su libro Un Mundo Feliz, que hoy en día no es ni más que menos que los medios de comunicación. Esas serpientes encantadoras que ponen lo que quieren que veamos por indicación de un poder mundial oculto para controlar y evitar que no nos rebelemos contra toda esta mierda que han creado.
La gente defiende la derecha o la izquierda y fustiga a la dictadura porque ésta nos impide hacer lo que queremos. Pero vivimos una dictadura peor aún, la de la falsa democracia donde nos dicen que somos libres. Y a cambio, nos dicen cómo tenemos que pensar, cómo tenemos que educar a los niños, que ya no educamos sino que el sistema adoctrina por medio de Educación para la Ciudadanía, que suena muy bien pero no es más que adoctrinamiento social dirigido a menoscabar las libertades de las familias y a quitar la patria potestad a los padres.
Nos dicen también cómo tenemos que defender leyes por las que no daríamos un voto a favor de éstas si fuéramos libres de verdad. Por ejemplo, la libertad de sexo a partir de los 12 años que no es más que una pedofilia encubierta y legalizada; leyes mordaza que nos obligan a cumplir bajo pena en muchos casos de prisión. Ni siquiera sabemos si lo que queremos lo necesitamos de verdad. Nos ponen los anuncios en la TV, en Internet, nos llenan de anuncios que nos hacen sentir que necesitamos cosas, que compramos porque las queremos pero ya no estamos seguros de si las queremos de verdad o si nos las han impuesto en nuestro cerebro de forma subliminal. Cosas que no hacen más que mantenernos en una espiral de consumo para satisfacer lo que nos han dicho lo maravilloso que son, pero que si las perdemos, lo perdemos todo. Con la dictadura nos meten en una jaula pero no nos quitan la libertad de pensar y de ser libres en la mente. Con los gobiernos de hoy en día, con esta falsa democracia que nos han vendido, nos han metido la jaula en nuestra cabeza, somos libres de andar por la calle, pero estamos prisioneros en nuestro cerebro.
Hemos llegado a una situación en la que no somos capaces de ver en qué grandísimo problema nos han metido y nos hemos dejado meter. Porque nos han metido, no nos hemos metido nosotros solos. Ni siquiera somos capaces de ver el problema en sí. Percibimos que algo va mal, pero no nos paramos ni siquiera un minuto a pensar qué es lo que está mal ni cómo resolverlo. ¿Cómo podemos resolver un problema que no podemos ver y ni siquiera somos conscientes de que existe?
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¿Dónde nos encontramos la sociedad de hoy en día? No hemos llegado ni al principio de poder dar una solución. Ni siquiera somos conscientes de que tenemos un problema. Como decía antes, nos han acostumbrado a través de los medios, las películas, los gobiernos a que lo que tenemos es maravilloso y nos ponen imágenes de gente que lo pasa fatal para que estemos callados y agradecidos de no estar como ellos. Así es como nos tienen alienados.
Karl Marx decía que la religión era el opio del pueblo. El que los mantenía dormidos para inutilizarlos y que así el poder haga con ellos lo que quiera. El opio de hoy en día son los medios de comunicación. La sociedad está completamente alienada y vive en una fantasía que le han hecho creer que es tal fantasía idealizada, pero la gente está vacía y peor aún, no se dan cuenta de que estamos metidos en un grandísimo problema. No lo quieren y no lo pueden ver. Nos han hecho creer que somos casi los mejores para que así no demos un minuto por luchar contra lo que está mal porque temamos destruir todo lo que hemos conseguido. Todo lo que hemos conseguido a base meternos en compras que nos han metido en la cabeza y por las que hemos pagado a base de sudor y lágrimas. Y nadie parece ver ni hacer o saber cómo hacer algo.
Pero como en toda la etapa de la historia, siempre hay pensadores, luchadores, personas con integridad que procuran aportar con su existencia una solución para cambiar las injusticias por medio del pensamiento y de la acción.
Hay solución. Y hay una solución mucho más rápida de lo que la gente imagina. Pero para ello, la sociedad tiene que despertar, tiene que luchar y tiene que educarse para saber diferenciar la mentira de la verdad. La civilización tiene que luchar por algo, tiene que luchar porque el mal no venza sus vidas. No puede dejarse llevar sin más. La vida es un don que debemos y tenemos la obligación de respetar. Lejos de una ofensa a Dios que nos dio la vida, es una ofensa a nosotros mismos. Que algo tan bonito como es la vida no la tiremos por la ventana como si fuera cualquier cosa. Al final moriremos como unos desgraciados, y os aseguro que en el lecho de muerte, nos arrepentiremos de haber llevado una vida vacía, una vida en la que no hemos cuidado la familia, los amigos, y sobre todo, y ante todo, a nosotros mismos.
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