1 ...6 7 8 10 11 12 ...18 Lo más importante es respetar los ritmos internos de sueño, hambre, juego, silencio, movimiento. El niño necesitará tiempo y libertad para poder aprender a escucharse y a confiar en sí mismo. Necesitará de nuestra seguridad e intimidad emocional para poder confiar en nosotros y lograr abrirse de nuevo. Para tener acceso a nuestro ser, necesitamos conectar con la diversión, el juego, el placer, la motivación intrínseca, los intereses, los deseos y las pasiones. Y para ello, un niño o adolescente necesita saber que eso que desea o necesita es válido, correcto y aceptado por los padres y demás adultos referentes. Muchos adolescentes desconectados eligen estudios o profesiones por descarte, por el sueldo, por la salida profesional, por complacer a los padres, por las notas. Muy pocos saben quiénes son realmente y qué desean ofrecer o qué les gusta. Todos tenemos talentos y dones esperando ser vistos y esperando tener permiso para salir. Sin embargo, sin seguridad emocional no hay conexión emocional.
En el proceso evolutivo y educativo estamos todos, no vale culpar a la sociedad o a las escuelas. Las escuelas son una necesidad social del adulto. Un niño no necesita de una escuela para aprender, crecer y desarrollarse. Necesita unos padres amorosos que lo aceptan y lo quieren por ser quien es; necesita de un entorno seguro e interesante para poder interesarse por la vida; necesita de otros adultos que acompañen dichos intereses y fomenten nuevos. En la primera infancia, lo único que un niño necesita es poder jugar y jugar. Ese es el diseño original. Si los niños tuvieran la libertad de hacer lo que más necesitan las veinticuatro horas del día, en la primera infancia se pasarían el día entero jugando; así es cómo aprenden sobre el mundo que les rodea. Mientras juega, el niño pequeño hace montones de conexiones, simboliza a través del juego todo aquello que no entiende de este mundo, utiliza su imaginación para reproducir vivencias que le producen miedo o ansiedad. El juego, si es libre y no dirigido por el adulto, puede llegar a ser muy terapéutico, sanador y, aunque a veces no nos lo parezca, es una de las mejores herramientas que tienen los niños para aprender casi todo.
Como mejor aprende el niño es vivenciando y experimentando. El aprendizaje formal es muy teórico y muy poco real y natural. Hay niños físicos, musicales, manuales, creativos, mentales, naturistas. El psicólogo Howard Gardner ya nos ha hablado de las inteligencias múltiples y de cómo hay diferentes formas de aprender lo mismo. Hay niños que prefieren leer sobre los temas que les gustan; a otros les gusta ver un documental; hay quienes prefieren conversar o escuchar mientras alguien explica o lee; hay niños que necesitan hacer algo con sus propias manos para poder comprender mejor un concepto; hay niños que calculan mentalmente mejor que con lápiz y papel; a otros les ayuda utilizar materiales didácticos; hay quienes siempre utilizarán las calculadoras.
Las asignaturas que se enseñan en las escuelas no son más que herramientas que algún día quizás necesitemos para obtener la información que nos interese. Si una persona en la vida real está leyendo un libro o viendo una película ambientada en la Edad Media o en cualquier otra época y quiere saber más sobre esa gente y cómo vivía, pues entonces leerá algo de historia. En la escuela se enseña al revés: se dan las herramientas antes de que el niño tenga una razón o el deseo de utilizarlas.
Escribir es la herramienta que necesitamos para hablar sobre papel o sobre una pantalla. Primero hay que querer o necesitar decir algo y luego hay que tener alguien a quien poder o querer decírselo. Si no, escribir no tiene mucho sentido, ¿verdad? Aprender y querer aprender son inseparables.Aprender a escribir es cuestión de días, semanas, meses y, aunque se tarde más, el niño estará disfrutando mientras aprende porque lo desea, lo pide, le interesa, quiere y le encanta ver cómo va progresando y viendo que cada día necesita menos la ayuda del adulto. Enseñar a un niño a escribir antes de que muestre el menor interés por la escritura es también enseñarle que escribir es algo que debe hacer aunque no quiera, que es aburrido, difícil y pesado. ¿Qué necesidad hay de enseñar algo a un niño si él aún no lo ha pedido, ni lo necesita, ni quiere, ni ha mostrado ningún interés, si tarde o temprano va a aprenderlo de igual modo en su momento y con mucho más interés?
Leer es otra herramienta para obtener la información que deseamos. Todos esos signos-letras dicen algo y también llega el momento en que un niño quiere empezar a descifrarlos. Si está rodeado de personas (tanto adultos como otros niños) que leen y escriben, y que le leen a él con entusiasmo, el niño, tarde o temprano, también querrá hacerlo, del mismo modo que quiso hablar.
Las matemáticas también son otra herramienta muy útil para medir, comparar, añadir (sumar-multiplicar), repartir (dividir). Las matemáticas vivenciales, usando materiales concretos en vez de simplemente fichas, siempre serán mucho más divertidas.
En definitiva, simplemente viviendo conscientemente se aprenden montones de cosas. No hay un lugar específico donde se aprende y otro donde se vive. Aprendemos viviendo y vivimos aprendiendo de todo lo que nos rodea aunque no nos demos cuenta de ello. No es posible no aprender. Dejemos que surja la necesidad o el interés y lo demás, viene solo.
¿Cómo sé que los niños aprenderán todo lo que necesitarán en un futuro? Si pensamos que lo que aprendemos y su utilidad no van de la mano, entonces esa preocupación es legítima. La escuela nos hace tener la impresión de que hay muchos conocimientos desconectados de su utilidad. Los contenidos se enseñan fuera de contexto, no viviendo la vida sino por fuera de ella. Parece que solo se puede aprender matemáticas haciendo problemas sobre papel, los cuales no nos sirven para nada ya que no teníamos ninguna inquietud, necesidad ni interés por saber el resultado. Los hicimos porque nos lo mandaron. Debíamos hacerlos. Su utilidad no es visible de esta forma. Pero si vivimos como si la escuela no existiera, iremos aprendiendo mucho de todo aquello en lo que realmente estamos interesados. Si un día los niños quieren ser veterinarios, escritores, agricultores, cantantes, bailarines, nadadores, biólogos, artistas, carpinteros, arquitectos, cocineros, malabaristas, doctores, etc., ya aprenderán lo que les haga falta con tal de llegar a hacer y a ser lo que desean. Estarán preparados para entender y saber que para ser arquitecto, por ejemplo, hay que estudiar y saber mucho de números. Lo harán y buscarán la forma de conseguir aprender eso que necesitan. ¿Cómo podemos saber hoy lo que realmente van a necesitar dentro de cinco, diez o quince años? La información va cambiando de año en año. Mucho de lo que yo estudié en la escuela ya no lo dan o lo explican de otro modo. En cinco años seguro habrá muchas más carreras universitarias para escoger. Y quizás un niño no necesite ir nunca al instituto o a la universidad porque monta su propio negocio; se hace músico; tenista; atleta; carpintero; albañil; pintor; informático; escultor; voluntario de una ONG; quizás vive en el monte de una forma autosuficiente (poco de lo que se aprende en la escuela le serviría para eso); político; modelo; comerciante; coach; profesor de yoga o de taichí; empresario; limpiador; diseñador; monitor de aerobic; taxista; portero; DJ; profesor (yo fui profesora de inglés durante quince años sin haber ido nunca a la universidad más que para rendir exámenes libres). La lista de profesiones que no necesitan de titulación académica podría seguir.
Otra opción podría ser The Open University : solo se necesita tener dieciséis años (en casos excepcionales, doce) y hacer un examen de ingreso para la carrera que se desee. No piden nada más. Según la carrera, los conocimientos para el examen de ingreso serán distintos, lógicamente. Cualquiera que esté interesado en estudiar una carrera podrá prepararse para ese examen. Conozco adolescentes y adultos que en seis meses o un año han podido tener los conocimientos necesarios para ingresar.
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