1 ...7 8 9 11 12 13 ...19 Esto nos lleva a reconocer que no hay una única interpretación “objetiva” de los textos literarios o históricos. La situación se complejiza en el caso de los testimonios —textos mediatizados— que se analizan en los capítulos v y vi. Desde la perspectiva hermenéutica, tanto en Gadamer como en Ricoeur, se reconocen dos limitantes: en primer lugar, la renuncia al saber absoluto, a la identificación del fundamento trascendental y a la justificación última de toda ciencia; en segundo, que en la hermenéutica la subjetividad no tiene la pretensión de ser el fundamento último, ya que la comprensión de sí coincide con la interpretación que se haga de los elementos mediadores (signos, símbolos y texto). En resumen, en la propuesta de Ricoeur, la interpretación está sujeta a una triple contingencia: la de los símbolos y los textos escogidos —que son parte de una cultura, no tienen significado unívoco, y la individualidad del intérprete.
Si cada lector puede dar a los textos la interpretación que quiera, ¿cuáles son entonces los límites de la interpretación ? Desde una visión pesimista, en cuanto a las posibilidades de objetivar la interpretación, Jensen parece asumir la postura extrema de la relatividad cuando señala que la interpretación “normalmente no puede ser objeto de (des)acuerdo en una comunidad científica o en un foro público. Más bien, la validez de tal interpretación se hace depender de la confianza en la experiencia y sensibilidad del intérprete, en su legitimidad y autoridad, o también de la percepción de que la interpretación es original y estimulante”.a Además de esta postura basada en la confianza y autoridad moral del intérprete, otros autores abordan el problema y aportan elementos desde sus respectivas disciplinas.
Umberto Eco, quien distingue entre “interpretación” y “uso” de los textos, señala que “El texto es un artificio cuya finalidad es la construcción de su propio lector modelo”; además, un texto debe tomarse como parámetro de las propias interpretaciones (aunque cada nueva interpretación enriquezca nuestra comprensión de ese texto, o sea, aunque cada texto sea siempre la suma de la propia manifestación lineal y de las interpretaciones que de él se han dado). Pero, para tomar un texto como parámetro de las propias interpretaciones, debemos admitir —al menos por un instante— que existe un lenguaje crítico que actúa como metalenguaje y permite la comparación entre el texto, con toda su historia, y la nueva interpretación.s La objetividad de la interpretación, para Eco, está en la semiosis; en la comprensión del texto dentro de su contexto y su recepción histórica, y la comparación que se establezca desde una nueva interpretación basada en el uso de un lenguaje crítico o metalenguaje.
En ello parece coincidir Gilberto Giménez, cuando establece la prioridad del método para la objetivación de la interpretación; así, la interpretación se vuelve objeto de discusión. Para Giménez, la cientificidad consiste en hacer al objeto esencialmente discutible, y esto se logra sólo si la interpretación está basada en la utilización adecuada de un método.d
Como propuesta epistemológica, la hermenéutica pretende ir más allá: recuperar y describir las diferentes posibles interpretaciones; apropiarse de las diversas metodologías para el análisis interpretativo, y hacer uso de ellas para obtener un conocimiento profundo del texto; comparar las diversas interpretaciones y llegar al momento hermenéutico, planteando una interpretación creadora. La hermenéutica se propone como perspectiva epistemológica y no como metodología particular para el análisis de textos históricos y literarios; perspectiva desde la cual puede accederse al conocimiento científico a través de las diferentes disciplinas, con el hombre como centro de su atención —no como explicación última.
La teoría de la interpretación de Paul Ricoeur, con estas características, se ofrece como alternativa para el análisis de los textos que componen el objeto de este libro. Sugiere un método de análisis con tres grandes momentos importantes y que denomina la triple mímesis: descripción fenomenológica, participación en la dinámica del simbolismo e interpretación creadora; el autor explica su propuesta alrededor de su concepción relacional del tiempo y la narración: “entre la actividad de narrar una historia y el carácter temporal de la existencia humana existe una correlación que no es puramente accidental, sino que presenta la forma de necesidad transcultural. Con otras palabras, el tiempo se hace tiempo humano en la medida en que se articula en un modo narrativo, y la narración alcanza su plena significación cuando se convierte en una condición de la existencia temporal”.f Se trata de una epistemología con fundamento ontológico que basa toda comprensión de sí en la mediación del análisis de los signos, símbolos y textos en general, y hace depender la comprensión del ser de la interpretación hermenéutica. La identidad simbólica es la identidad del yo a partir de la interpretación de los símbolos. En la hermenéutica de Ricoeur, en Tiempo y narración , la identidad del yo se constituye como una identidad narrativa o narrada.
Descripción fenomenológica del simbolismo. Mímesis I
La hermenéutica recupera la preocupación de la fenomenología por rescatar la subjetividad inmanente (Husserl) y la comprensión del sujeto-objeto en relación de inclusión y pertenencia (Heidegger). Pero, la hermenéutica no pretende constituir a la subjetividad en fundamento último. La comprensión de sí (Mímesis iii) coincide con la interpretación de los elementos que la hacen posible: signos, símbolos y textos. Aquí pueden integrarse aquellas propuestas que analizan las mediaciones simbólicas de la acción, así como las de la antropología cultural (Clifford Geertz) que señalan el carácter estructurado del mundo simbólico.
Para Ricoeur, en el campo de nuestra experiencia temporal, la composición de la trama se enraíza en la pre-comprensión del mundo de la acción: de sus estructuras inteligibles, recursos simbólicos y su carácter temporal. Son rasgos que (estructurales, simbólicos y temporales), más que deducirse, se describen.g Es aquí donde las aportaciones de la fenomenología (su interés por rescatar el sentido subjetivo) y de la historia cultural resultan de gran valor. En este nivel de interpretación, es fundamental rescatar y considerar la percepción que del pasado se tiene en la conciencia histórica: la memoria colectiva aparece aquí como el fundamento de la conciencia histórica.
Al concebir a la memoria como fundamento de la identidad cultural,h partimos de la premisa de que la elaboración de las representaciones simbólicas de los habitantes de una región tiene que ver directamente con el pasado histórico y con el reciente, con la manera como se integran en nuevos contextos económicos y políticos; con la modificación, permanencia o readecuación de sus manifestaciones culturales que reflejan su muy particular visión del mundo.j
Jacques Le Goff define la memoria como la “capacidad de conservar determinadas informaciones”, que, por tanto, “remite a un complejo de funciones psíquicas, con el auxilio de las cuales el hombre está en condiciones de actualizar impresiones o informaciones pasadas, que él se imagina como pasadas”.k La conservación de la memoria tiene la característica de ser un proceso activo y constructivo de percepciones. Los estudiosos más recientes de la memoria ponen el acento sobre los aspectos de estructuración y las actividades de autorganización; de tal manera que los procesos de la memoria, tanto desde la perspectiva biológica como psicológica, no son más que los resultados de sistemas dinámicos de estructuración y restructuración, y existen sólo en cuanto la organización de los esquemas mentales los conserva o reconstituye.l
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