Alexis Racionero Ragué
Darshan
Sabiduría oriental
para la vida cotidiana
Viajes por Asia
© 2017 by Alexis Racionero Ragué
© 2017 by Editorial Kairós, S.A.
Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España
www.editorialkairos.com
Composición:Pablo Barrio
Revisión:Alicia Conde Abelló
Diseño cubierta:Katrien Van Steen
Imagen cubierta:Saravut Whanset
Primera edición en papel:Septiembre 2017
Primera edición en digital:Febrero 2021
ISBN papel:978-84-9988-569-8
ISBN epub:978-84-9988-890-3
ISBN kindle:978-84-9988-891-0
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«Los meses y los días son viajeros de la eternidad.
El año que se va y el que viene también son viajeros.
Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo
de los barcos o envejecen conduciendo caballos,
todos los días son viaje y su casa misma es viaje.»
BASHO. Sendas de Oku
A todos mis compañeros de viaje
y a mi padre por iniciarme en la senda de Oriente.
Este libro parte de la voluntad de compartir las lecciones de vida aprendidas a lo largo de mis viajes por Asia. Ha pasado más de un siglo desde que se empezaron a tender puentes entre Oriente y Occidente, cuando la expansión de los imperios coloniales llevó a los primeros aventureros, cartógrafos e intelectuales occidentales a beber de las fuentes de la milenaria cultura oriental.
Entre ellos, destacan Max Müller, Alexandra David Néel, Richard F. Burton, Francis Younghusband, William Moorcroft o Heinrich Harrer, aunque la nómina es muy extensa. Desde Asia, sabios como Swami Vivekananda, Jiddu Krishnamurti o D.T. Suzuki importaron las filosofías orientales a Occidente, calando especialmente en la generación hippie , de la que mis padres formaron parte, para más tarde incorporarse a aquello que se llamó la New Age y evolucionar hasta nuestros días.
Hoy, el mundo capitalista occidental parece sumido en un colapso no solo financiero sino mental, inmerso en una neurosis global de la que muchos tratamos de escapar mediante terapias, prácticas, cursos o sanaciones que derivan de la antigua sabiduría oriental. Yoga, taichí, reiki , vipassana están a la orden del día para compensar y equilibrar las necesidades latentes no satisfechas de muchas de las personas que vivimos en el supuesto Primer Mundo, avanzado, rico, capitalista, democrático y del bienestar.
No querría hacer una larga lista del hundimiento moral, intelectual y psicológico de la sociedad ultracapitalista occidental tan triunfante en sus estrategias globales y mercantilistas. La neurosis en la que vive el mundo occidental parece bastante incuestionable, así como la necesidad de ayuda psicológica, corporal y espiritual que padecen muchas personas. Me considero una de ellas. Hace una década empecé a practicar yoga, porque necesitaba liberar mi mente de la carga de impartir clases año tras año a grupos de cien alumnos, y para paliar la ansiedad que tenía debido a pérdidas y cargas familiares. Hoy el yoga forma parte de mi vida, ya que es una práctica que me recuerda que somos mente, cuerpo y espíritu, personas con un sistema cognitivo, corporal y emotivo, tal como enseña la psicología Gestalt, en la que me he formado. Además, imparto clases de Kundalini yoga para transmitir aquello que me ha ido tan bien para encontrar el equilibrio personal.
Una de las enseñanzas de toda formación espiritual es que hay que compartir y dar incondicionalmente desde el corazón. Sat Chit Ananda . Sat es la palabra sánscrita para designar la verdad, la verdadera identidad. Chit es la conciencia. Ananda es el gozo, la felicidad. Nuestra verdadera identidad y conciencia son el estado de gozo y felicidad, un estado de ánimo que se produce cuando actuamos desde el corazón, con la pureza primigenia con la que nacimos.
Los habitantes del Primer Mundo industrializado, tecnológico y avanzado podemos tener coches, casas, segundas residencias, familias, trabajos, tabletas y todo tipo de bienes materiales, pero estamos perdidos en cuanto a nuestras formas de vida.
Tendemos a sentir un vacío existencial o vivimos la ceguera de la sumisión no pensante, que inocula dosis de falsa felicidad y realización.
Un buen día, sentimos que algo no encaja y entramos en el desconcierto, la depresión o cualquier adicción, supuestamente paliativa. Ese día, la máscara que hemos construido se resquebraja y nuestra esencia verdadera reclama atención. La llama de nuestro corazón se manifiesta pidiendo atención.
La vida te lleva hasta ahí, porque sientes que te hace falta algo más, o, a través de situaciones trágicas y pérdidas que son las pruebas que necesitamos para despertar y salir del letargo.
A todos los que están en este proceso es a quienes dedico este libro, a quienes son viajeros de la conciencia y toman las riendas de su vida, para construir un mundo mejor. Nuestra sociedad occidental tiene muchas cosas buenas, pero nos ahoga en su opulencia.
Mi intención no es ir contra las cosas, sino en busca de puentes, ideas, prácticas y soluciones que puedan complementar y enriquecer lo que somos.
En este punto, surgen la sabiduría de Asia y las filosofías orientales como recurso idóneo, como fuente de la que beber y obtener herramientas, métodos y leyes para aplicar en nuestra vida cotidiana.
Idealmente, este debería ser un camino de ida y vuelta, en el que, al igual que utilizamos las lecciones aprendidas en Asia, sería justo plantear qué podemos aportar nosotros a las sociedades asiáticas.
En las páginas siguientes me limitaré a proponer lo que podemos extraer de la sabiduría oriental, pero animo a todo viajero a tomar conciencia del compromiso de devolver lo aprendido de alguna forma. El compartir es una de las grandes lecciones a tener en cuenta.
No querría ocultar mi fascinación por Oriente y todo lo que me ha enseñado, y asumo que el lector podría obtener otras lecciones igualmente válidas de otras sociedades no occidentales, como la africana o aquellos lugares de la Tierra donde todavía no se vive bajo el pensamiento único capitalista y su american way of life .
Probablemente, cualquier sociedad primitiva y rural representa una oportunidad de aprendizaje, pues ellas han sabido mantener aquello que nosotros perdimos, como el vivir con los ciclos de la naturaleza y conservar el sentido de comunidad.
Mi experiencia tiene que ver con Asia y de ahí el enfoque de este libro.
Desde la infancia, mis héroes cinematográficos fueron personajes como Yoda y Obi-Wan Kenobi de La guerra de las galaxias . Ellos plantaron la primera semilla de la sabiduría oriental con el concepto de la fuerza, eso que en Asia llaman chi o prana , presentando un mundo, en el que todo está interconectado mediante sincronicidades.
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