Innovación. En estas reflexiones leerás sobre música, redes sociales y la importancia de no dejarse guiar por la cultura que nos rodea.
Adventismo. Aquí descubrirás qué es la Iglesia Adventista. ¿Somos un pueblo? ¿Un sistema de creencias? Veamos juntos lo más relevante sobre nosotros, los adventistas.
Biblia. Abrirás la mente a nuevo conocimiento bíblico, arqueológico y sociológico, que te hará pensar.
Ciencia. Hablaremos del universo, desde las neuronas hasta las nebulosas. Encontrarás opiniones realistas sobre la evolución, la creación, la medicina y todo lo que Dios hizo.
Espiritualidad. Reflexionarás sobre cómo Dios obra fuera y dentro de nosotros.
Vida. Te comentaré cosas sobre temas tan diversos como el romanticismo y el sexo, la imagen personal o el fin del mundo. En fin, sobre todo lo que vivimos diariamente.
Misión. Te motivaré a poner en práctica el llamado de Dios para tu vida.
Como ves, cada día podrá estar enfocado en una temática diferente. Incluso encontrarás de vez en cuando cuestionarios o espacios en los que podrás escribir tus opiniones, oraciones y objetivos, e incluso verás algunas recetas que puedes intentar cocinar en casa (ya tienes edad suficiente).
Pero, sobre todo, es mi deseo que decidas poner a Dios en primer lugar en tu vida, y descubrir así la misión que tiene para ti. Como sabes, no se trata de ti, se trata de él. La cuestión es descubrirlo y permitir que ese descubrimiento te cambie la vida.
Tu amigo,
Tompaul
A menos que se especifique de otro modo, las citas bíblicas se han tomado de la versión Dios Habla Hoy (DHH).
1º de enero - Innovación
“Presten atención, que les voy a contar un misterio” (1 Cor. 15:51, RVC).
No nos conocemos aún, pero me atrevo a decirte dos cosas sobre ti: 1) no estás tan cerca de Dios como te gustaría y, 2) hay aspectos de ti que quisieras cambiar. Estoy dando por hecho que te pareces en algo a mí.
Bien sea que estés leyendo esto el 1º de enero o el 14 de octubre, este libro es tu boleto de entrada a un nuevo año y a una nueva vida, en la que no vas a cambiar tanto en apariencia, sino en esencia; no de lo externo hacia lo interno, sino de adentro hacia afuera. No te voy a dar un plan para ponerte en forma, hacerte rico o aprender a hacerlo todo más rápido, pero sí te daré información, conocimientos y consejos que serán de mucha utilidad en tu vida.
Leerás sobre personas que mantuvieron la calma en medio de la tormenta, tomaron decisiones sabias en plena incertidumbre y lo dieron todo por el reino de Dios. Personas que lograron transformar su mundo al defender aquello en lo que creían, confiando en Dios y en el increíble poder del amor. Nos adentraremos en la Biblia para ver cómo se entrelaza de principio a fin, qué es lo que contienen realmente sus páginas y cómo sus primeros lectores la deben haber interpretado. También trataremos de aclarar cosas que probablemente nunca tuvieron sentido para ti. Exploraremos lo que la ciencia dice acerca de Dios (y lo que Dios nos dice acerca de la ciencia).
Analizaremos temas de la vida cotidiana, como la familia o las relaciones románticas. Hablaremos de historia y de tus posibilidades misioneras, tanto cruzando la calle como del otro lado del mundo. Incluso analizaremos el adventismo: sus personalidades, controversias y potencial. Profundizaremos en la espiritualidad, en la lucha que todos libramos para superar nuestros defectos de carácter y en los planes de Dios para nuestra vida. Veremos cómo está obrando en el mundo, liderando y permitiendo que tomemos nuestras propias decisiones. Encontraremos respuestas y también preguntas.
Cuando los tres amigos de Job trataron de consolarlo con argumentos tópicos y vacíos, Dios les dijo que debían arrepentirse de su engreimiento. Y le dijo a Job que tendría que aprender a vivir con esas ambigüedades. Es decir, que aunque no siempre tendremos respuestas fáciles a nuestras preguntas difíciles, aprendemos que, con Dios, a veces lo único que tenemos que hacer es aceptar el misterio.
2 de enero - Adventismo
“La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz” (Rom. 8:6, NVI).
La semana pasada, leí una carta al editor que me puso a pensar. Un cristiano sincero escribió a la Revista adventista preocupado por cuán bajo han caído los estándares de nuestra Iglesia. Antes –según él– se podía identificar a un miembro de la iglesia con solo mirarlo, pero ahora la mayoría se ven iguales a las demás personas porque, de hecho, se visten igual.
Me pregunté si aquel “escritor” de cartas sería un viajero como yo. En el mundo hay personas que coleccionan figuras de porcelana, muñecas Barbie o cromos… yo colecciono aeropuertos (y dispensadores de caramelos Pez, aunque esto último no viene al caso). La última vez que saqué la cuenta, yo ya había estado en más de sesenta aeropuertos. Y a pesar de lo agotador que puede resultar viajar –horas intempestivas, comida basura, retrasos y maletas– sigue siendo una de las mejores formas de practicar uno de mis deportes favoritos: observar a la gente.
La gente parece perder la compostura cuando viaja (y no me refiero a un tipo al que vi gritándole a su celular). Se les sale el verdadero yo, que no siempre es bonito. El otro día, por ejemplo, mientras esperaba en el aeropuerto de Baltimore tras enterarme de que mi vuelo llegaría demasiado tarde para tomar mi conexión a Perú, vi cómo un hombre se salía de sus casillas. No vestía de manera diferente, pero su actitud y comportamiento dejaban muy claro que el Espíritu Santo no moraba en él.
Regresando del mismo viaje, abordé un avión donde viajaba un grupo de misioneros a los que no conocía, y a pesar de que usaban pantalones cortos, sandalias y camiseta como cualquier turista, no me costó reconocerlos. Era evidente su relación con Dios en la paz que transmitían y la sonrisa que llevaban puesta.
Nuestra relación con Cristo debería influir en absolutamente todo lo que hacemos: desde la ropa que compramos hasta lo que vemos en nuestras pantallas, pero no porque tengamos miedo a que Dios nos juzgue o a que hablen mal de nosotros. Nuestras decisiones cambian porque Dios cambia nuestras prioridades.
Cuando entendemos el precio que Jesús pagó para salvarnos, el sufrimiento del mundo que nos rodea, y que lo que hacemos a los demás en realidad se lo hacemos a Jesús, no volvemos a ver al mundo de la misma manera.
3 de enero - Biblia
Cómo fue escrita la Biblia
“El Maestro se esmeró por encontrar las palabras correctas para expresar las verdades con claridad” (Ecl. 12:10, NTV).
Cuando algunos cristianos piensan en cómo escribían los autores de la Biblia, se imaginan algo así como cuando yo tomaba notas en la clase de Biología durante mis años de universidad. El profesor comenzaba cada clase diciendo: “Preparen sus lapiceros”. Mis compañeros y yo íbamos tomando notas apresuradamente mientras él hablaba y hablaba.
Aunque ocasionalmente los escritores de la Biblia registraban palabra por palabra lo que escuchaban en visiones y sueños, lo cierto es que también se valían de diversos métodos adicionales. Muchas veces, escribían de su experiencia personal, como cuando el apóstol Pablo describe sus viajes misioneros. Otras veces solo empezaban a escribir después de haber realizado una cuidadosa investigación; como por ejemplo Lucas. Él mismo dice que escribió su Evangelio “después de investigar todo con esmero” (Luc. 1:3, NTV). No recibió su Evangelio ya expresado palabra por palabra, por medio de una visión directa de Dios, sino que habló con testigos oculares de los hechos de Jesús en esta tierra, y con otras personas que podían darle la información que Dios quería transmitir a las generaciones futuras. Quizá Lucas utilizó escritos compilados por otros (Elena de White nos dice que cuando era niño, Timoteo estudió una colección de “enseñanzas y lecciones de Cristo” que ya existía antes de que se hubiera escrito un Evangelio completo). Finalmente, cuando Lucas reunió todo el material, el Espíritu Santo lo ayudó a elegir los mensajes que debía presentar y lo dirigió en la escritura.
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