JARDINES DEL ÁNIMA
F. JAVIER CÁRDENAS GARCÍA
JARDINES DEL ÁNIMA
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2019
JARDINES DEL ÁNIMA
© F. Javier Cárdenas García
© de la imagen de cubiertas: Lorena Quesada Garrido
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2019.
Editado por: ExLibric
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29200 Antequera (Málaga)
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Fax: 952 84 55 03
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su contenido está protegido por la Ley vigente que establece
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reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria,
artística o científica.
ISBN: 978-84-17845-40-7
Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
F. JAVIER CÁRDENAS GARCÍA
JARDINES DEL ÁNIMA
Índice de contenido
Portada
Título JARDINES DEL ÁNIMA
Copyright JARDINES DEL ÁNIMA © F. Javier Cárdenas García © de la imagen de cubiertas: Lorena Quesada Garrido Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric Iª edición © ExLibric, 2019. Editado por: ExLibric c/ Cueva de Viera, 2, Local 3 Centro Negocios CADI 29200 Antequera (Málaga) Teléfono: 952 70 60 04 Fax: 952 84 55 03 Correo electrónico: exlibric@exlibric.com Internet: www.exlibric.com Reservados todos los derechos de publicación en cualquier idioma. Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o cualquier otro libro puede ser reproducida, grabada en alguno de los sistemas de almacenamiento existentes o transmitida por cualquier procedimiento, ya sea electrónico, mecánico, reprográfico, magnético o cualquier otro, sin autorización previa y por escrito de EXLIBRIC; su contenido está protegido por la Ley vigente que establece penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica. ISBN: 978-84-17845-40-7 Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
Dedicatoria A mi madre por ser la mejor persona que he conocido, conozco y conoceré en la vida. A mi padre por inculcarme el valor de la constancia y el trabajo duro como fuerza motriz innegable de vida. A mi hermano, familia, amigos y todos aquellos que hicieron de una u otra forma que sea hoy el que soy. Gracias.
I. PRELUDIO I. PRELUDIO «Todo el mundo se ha apagado alguna vez en la vida, supongo», me decía sin cesar una persona muy sabia que conocí cuando apenas había levantado quince julios en mi vida. Por supuesto, lo desoí en su momento y aquella frase mil veces repetida cayó en el olvido de las cosas, hasta que la desempolvara hoy para iniciar todo esto. Yo mismo un día consideré, tras una terrible concatenación de despiadadas crisis existenciales, que mi carne estéril y muerta no era capaz de albergar vida alguna, que no era más que un campo de lágrimas, de melancolía infinita terriblemente vulnerable al filtro que esta sociedad me imponía. Con la cabeza dirigida hacia el suelo caminaba sin quererlo, persiguiendo la sombra de un proyecto de vida que emprendía por compromiso. Pero ¡qué errado estaba! No había sido capaz de vislumbrar la siembra que siempre hubo en mí, la calidad de sus semillas, brotes y hojas futuras. Los inviernos que adoro, por cierto, se terminan marchando tarde o temprano y tras ellos la primavera del mundo renació con su ímpetu inquebrantable. El mío había durado demasiado, pero tras él allí estaba, empuñando una tierra maravillosa, receptiva al calor, a la luz, al sol, a la algarabía de un amanecer extraordinario. Sedientas y bucólicas, emergieron de la grava pasada cientos de flores arraigadas en mí y de mí con el pretexto de encauzar mi quebrado navío en el sendero venidero, más allá de la necrótica herrumbre que lastró y tanto costo provocó en mi carne. Así, Jardines del ánima confecciona una breve recolecta de mis cantos juveniles, esos pasos que todos hemos dado y que nos esculpieron en las personas que somos ahora. Todos ellos aunados bajo la íntima seña de una pretensión de lírica a medias.
II. ROSAL PÚRPURA II. ROSAL PÚRPURA ¿Cómo olvidar tu boca de viuda arácnida? Querida verduga, tú que pintabas tulipanes azabache en tu prado de preciosas pasiones inalcanzables. Tú, que alentabas polillas, colibrí y hombre en la febril danza de tu cólera desbordante, en tu ficticio coito de sed y hambre… Tú, que enajenabas con tu esperma enarbolado, tu imperiosa vulva y aquella obsidiana lengua a todo aquel ser que de la belleza amante se jactase. Tú, mi tirana emperadora, siempre seductora. ¡Cuántas noches contemplé cautivo de tu boca, aquellos tantos opulentos polinizadores que te ambicionaban en sus copulas pretensiosas! Yo, que lideraba tan miserable una incompetente de lisiados zánganos prematuros escuadra. ¡Cuántas noches, cuántos días, tantas noches! Superado por semejante empresa inalcanzable, resignado resolví bajo la tierra ocultarme, mas cuál fue mi asombro al presenciarlos en tus francas picas, las incorruptibles magistradas, todos ellos, harapientas víctimas decapitadas. Nunca hubo del eclipse de tu polen ariete, ni coraje, ni hedor que aspirara igualarte, centinelas las beatas mantis regían tu rosaleda precipitando el genocidio de la raza mía. A sabiendas, deslumbrado, amordazado, tu irrefrenable corriente de sed irreductible me arrastraba, propiciando mi exterminio, en una pretensiosa migraña de enamorado primerizo.
III. DIENTE ÁMBAR DE LEÓN
IV. CRISANTEMOS DESHOJADOS
V. EDELWEISS PLATEADO
VI. DON DIEGO DE NOCHE
VII. NOGAL ETERNO
VIII. NENÚFARES TINTOS
IX. LA FLOR DEL OCHÍO
X. ORTIGAS VENENOSAS
XI. ZARZAS DE CUARZO
XII. RAÍZ DE TARONGER
XIII. ESCARCHA DE CEREZO
XIV. TREPADERAS DE CORAL
XV. BREZO DE CATACUMBA
XVI. POEMA FÚNGICO
XVII. EPIDENDRUM
XVIII. FLOR DE VAINILLA
XIX. BUENAHIERBA
XX. OCASO
A mi madre por ser la mejor persona que he conocido, conozco y conoceré en la vida. A mi padre por inculcarme el valor de la constancia y el trabajo duro como fuerza motriz innegable de vida. A mi hermano, familia, amigos y todos aquellos que hicieron de una u otra forma que sea hoy el que soy. Gracias.
«Todo el mundo se ha apagado alguna vez en la vida, supongo», me decía sin cesar una persona muy sabia que conocí cuando apenas había levantado quince julios en mi vida. Por supuesto, lo desoí en su momento y aquella frase mil veces repetida cayó en el olvido de las cosas, hasta que la desempolvara hoy para iniciar todo esto. Yo mismo un día consideré, tras una terrible concatenación de despiadadas crisis existenciales, que mi carne estéril y muerta no era capaz de albergar vida alguna, que no era más que un campo de lágrimas, de melancolía infinita terriblemente vulnerable al filtro que esta sociedad me imponía. Con la cabeza dirigida hacia el suelo caminaba sin quererlo, persiguiendo la sombra de un proyecto de vida que emprendía por compromiso.
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