Índice de contenido
Sinopsis Sinopsis Cien pasos al norte es una novela ágil, emocionante y llena de misterio en la que se mezclan de forma natural el género romántico, el thriller y el espionaje. Mónica, la protagonista, decide romper las ataduras de su rutina y emprender un viaje hacía Puerto del Rosario, un lejano país Latinoamericano. Así comienza una apasionante aventura que nos sumerge en la peligrosa investigación de un complot político y financiero que la enfrentará a terribles secretos, obligándola a tomar decisiones que pondrán en riesgo su vida. El amor también tiene un papel destacado despertando en Mónica sentimientos, prejuicios y emociones encontradas. Esta novela de acción, romance e intriga te atrapa desde la primera línea convirtiéndote, como lector, en el auténtico protagonista.
Cien pasos al norte
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
Epílogo
Agradecimientos
Datos de autor
Cien pasos al norte es una novela ágil, emocionante y llena de misterio en la que se mezclan de forma natural el género romántico, el thriller y el espionaje. Mónica, la protagonista, decide romper las ataduras de su rutina y emprender un viaje hacía Puerto del Rosario, un lejano país Latinoamericano. Así comienza una apasionante aventura que nos sumerge en la peligrosa investigación de un complot político y financiero que la enfrentará a terribles secretos, obligándola a tomar decisiones que pondrán en riesgo su vida. El amor también tiene un papel destacado despertando en Mónica sentimientos, prejuicios y emociones encontradas. Esta novela de acción, romance e intriga te atrapa desde la primera línea convirtiéndote, como lector, en el auténtico protagonista.
Cien pasos al norte
Cien pasos al norte
© 2020, Gabriel Segurado Coll
© 2020, La Equilibrista
info@laequilibrista.es
www.laequilibrista.es
Primera edición: 2020
© Ilustración de cubierta: Gabriel Segurado Coll
© Diseño y maquetación: La Equilibrista
Imprime: Ulzama Digital
ISBN: 9788418212543
ISBN Ebook: 9788418212550
Depósito legal: T 979-2020
Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro, incluido el diseño de cubierta, así como su almacenamiento, transmisión o tratamiento por ningún medio sea electrónico, mecánico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el permiso previo por escrito de: NOCTIVORA, S.L.
Este libro está dedicado a Elsa, Ana, Emma y Cris. Mi inspiración, mi amor y mi felicidad.
.
Como todos los días, salgo de casa apresurada en dirección a mi soporífero trabajo de teleoperadora, y, como todos los días, me veo engullida por un monumental atasco donde una siniestra ola invisible hace cautivos a los impotentes conductores que desahogan su estrés con violentos golpes de claxon, pantomimas y maldiciones reinventadas.
Despanzurrada en mi asiento trato de mantener una respiración pausada y autorizo a la deliciosa sintonía Stairway to heaven de Led Zeppelin invadir mis sentidos. «Ooh, it makes me wonder, Ooh, it makes me wonder», canturreo en un inglés inventado al compás del receptor. De reojo, en uno de los acompasados movimientos de cabeza, observo desde el cristal de mi anticuado Peugeot azul metalizado un local comercial con una batería de luces blancas deslumbrantes que iluminan un llamativo cartel que me hipnotiza. Diseñado con colores ebrios de vida y aderezado con una exótica imagen de sugerentes aguas turquesa y arenas inmaculadas, exhibe orgulloso tres bonitas figuras: un hombre joven y apuesto, una mujer de idénticas características y una alegre niña en el centro, que interpretan el paradigma de la armonía, el amor y la felicidad. Esta idílica imagen me hace reflexionar: seguro que con mucha ilusión y con un poco de suerte podría sustituir a la chica del cartel. Buceando entre ilusiones, temores y un mar de dudas, me quedo unos interminables segundos ensimismada con la profunda sensación de que algo nuevo va a acontecer, de que esta sensación que está recorriendo mi cuerpo y mi alma con un pacífico escalofrío será el principio de algo. Quizás de una nueva realidad.
Apenas a dos calles de mi destino comienzo el rutinario protocolo de encontrar un sitio donde estacionar. Decenas de vehículos orbitamos una y otra vez alrededor de unas cuantas manzanas atiborradas de comercios, bancos, cafeterías y centros comerciales engalanados con lujosas marquesinas. Hay escasos metros donde poder aparcar, solo el azar y la astucia adjudican las plazas. Parecemos buitres en busca de carnaza —suspiro—, por fin consigo un pequeño estacionamiento que me obliga a una gran maniobra. Llego al trabajo y cada uno nos dirigimos a nuestro puesto entre respetuosos saludos y pequeñas frases de cortesía. El tono insistente del teléfono tras el mostrador que me sirve de trinchera me informa de que la jornada ya está en plena forma. Transcurridas unas horas pegada a mi auricular con el habitual aburrimiento, llega la ansiada hora del descanso. Como mi puesto no puede quedar desierto tengo por costumbre ir sola a Macros, una cafetería a unos 150 metros en la misma calle, para tomar mi habitual infusión de té verde con una pizca de miel y dos porras; mi delgadez todavía me permite ciertos caprichos. Felisa, una camarera que parece formar parte del diseño modernista del lugar, me sirve sin mediar palabra con una apática mueca de bienvenida. Empujada por las prisas alterno grandes mordiscos con pequeños sorbos y discretos soplidos para no quemarme los labios. ¡Esta vez me lo voy a tomar con calma! —alzo la voz sin querer— miro a ambos lados y compruebo que nadie me ha escuchado tomándome por loca. Invadida por la intensa llama que prospera en mi interior, sujeto tranquila el asa entibiada de mi infusión, apoyo un diario del establecimiento ya muy cansado del uso sobre la barra de mármol verde veteado, y me dispongo por primera vez en mucho tiempo a disfrutar paciente de los titulares de portada, algunas columnas de opinión y las imágenes más destacadas de la jornada. Aunque mi mirada recorre los textos, estos no consiguen penetrar en mi pensamiento, ya solo hay sitio para la gran empresa. Necesito cambiar de aires. Y no me refiero a cambiar de trabajo, sino a irme de verdad. A hacer un viaje solo de ida a algún sitio maravilloso, con palmeras, playas de arena blanca, cocos y toda la parafernalia. Dejarme llevar sin metas ni planes por una aventura sin fecha de caducidad. Un agradable cosquilleo en forma de alevillas revolotea por mi estómago. Puedo marcharme sin más, buscar un trabajo junto al mar y simplemente vivir. Ya de vuelta al trabajo la rutina cae sobre mí como una lluvia de desesperación que me hace juzgar cada infinito instante que paso frente a la centralita.
Un adorable anciano de apariencia bondadosa se acerca a mi ubicación y me obliga a levantarme, ya que apenas llega al mostrador.
—Querida Mónica, en nombre de mi pueblo te entrego la llave del portón de plata —me dice. Me encojo de hombros, le ofrezco mi mejor sonrisa y el hombrecillo deja caer una especie de amuleto sobre la palma de mi mano.
—Es usted muy amable —le digo explorando la piedra que acojo entre mis dedos. No ha pasado ni un segundo cuando levanto la mirada para pedirle que me aclare todo este misterio y ya ha desaparecido. Es como si se hubiera esfumado de repente. Doy la vuelta a mi puesto de trabajo, lo busco por todas partes… y nada. Si no fuera porque conservo el talismán, juraría que todo ha sido un sueño.
Читать дальше