Stoker nunca esperó que su lector realmente creyera en el Conde Drácula, el vampiro de Transilvania. La emoción de una historia de terror no proviene de una creencia verdadera.38 A lo largo del período moderno, persistió una especie de clandestinidad psicológica: grupos reducidos en la sociedad, personas que todavía creen en brujas, o en extraterrestres, en grandes conspiraciones, engaños gigantes y fuerzas siniestras que permanecen reprimidas y ocultas a la vista. Las redes sociales son una herramienta vital para todos estos grupos. Quienes creen en temas como aquellos pueden comunicarse entre sí; pueden formar grupos virtuales; pueden encontrar personas de ideas afines; y pueden reforzar sus fantasías más paranoicas. Internet abre la puerta a almas afines que creen, desde el fondo de sus corazones, que el mundo es plano, no redondo; que el alunizaje nunca tuvo lugar; que la Fuerza Aérea estadounidense mantiene cautivos en el desierto a los extraterrestres. Algunos creen, como si fuera el evangelio, en los Protocolos de los sabios de Sión; una falsificación antisemita; o en conspiraciones para destruir la hegemonía de los ‘blancos’. Otros practican cultos que predican mensajes sobre un próximo Armagedón. Uno cuantos están seguros de que el fuego o la destrucción sobrenatural está a punto de acabar con la vida en el planeta tal como la conocemos, y que después de este cataclismo, solo unos pocos elegidos sobrevivirán. Todo ello muestra que la creencia en las ‘maravillas del mundo invisible’ nunca ha terminado. Tal vez ha disminuido, pero se sigue considerando como una fuerza a tener en cuenta. Y la continua ambigüedad sobre la identidad personal —el hecho de que realmente no podemos saber quiénes son estas otras personas, las que vemos todos los días; que no podemos estar seguros de que la realidad externa refleja la verdadera realidad interna: todo esto permite que ‘el mundo invisible’ continúe sumando creyentes.
18Simon A. Cole, Suspect Identities: A History of Fingerprinting and Criminal Identification (2001), p. 3. Como Judith Flanders señala en The Invention of Murder: How the Victorians Revelled in Death and Detection and Created Modern Crime (2011), p. 295, la urbanización “había creado un mundo donde un gran número de extraños vivían uno al lado del otro en la ignorancia de la naturaleza real de los demás”.
19Al respecto, ver L. Perry Curtis, Jr., Jack the Ripper and the London Press (2001).
20La bibliografía sobre el caso Lizzie Borden es extremadamente amplia. De un interés particular es el análisis sobre el significado del caso en Cara W. Robertson, “Representing ‘Miss Lizzie’: Cultural Convictions in the Trial of Lizzie Borden,” Yale J. Law and the Humanities 8:350 (1996); Robertson a abordado exhaustivamente el juicio en The Trial of Lizzie Borden: A True Story (2019); ver también Joseph A. Conforti, Lizzie Border on Trial: Murder, Ethnicity, and Gender (2015); A. Cheree Carlson, The Crimes of Womanhood: Defining Femininity in a Court of Law (2009), pp. 85-110; Sarah Miller, The Borden Murders: Lizzie Borden and the Trial of the Century (2016).
21Edwin H. Porter, The Fall River Tragedy: A History of the Borden Murders (1985; facsimil de la edición de 1893), p. 268.
22Joseph Conforti, Lizzie Borden on Trial, en 194.
23La madrastra fue la primera en morir. Si Andrew Borden hubiera sido asesinado antes que su esposa, ella habría obtenido una parte de la herencia. De hecho, las dos hijas obtuvieron la herencia completa. Al menos, esta situación y este motivo son conjeturas más o menos plausibles. Andrew Borden aparentemente murió sin haber dejado un testamento; Emma Borden administró la herencia e informó que ella y Lizzie eran las “únicas hijas y herederas legales” de Andrew Borden. New Bedford Journal, Feb. 9, 1894, p. 4. Cuando Lizzie murió en 1927, ella dejó una fortuna calculada alrededor de $1,000,000, una suma considerable para aquel tiempo. New York Times, June 8, 1927, p. 20.
24Paul Collins, Blood and Ivy: The 1849 Murder That Scandalized Harvard (2018), p. 201.
25El caso fue Sheppard v. Maxwell, 384 EE.UU. 333 (1966).
26Ver Cynthia L. Cooper y Sam Reese Sheppard, Mockery of Justice: The True Story of the Sheppard Murder Case (1995). El coautor fue el hijo del Dr. Sheppard.
27Al respecto, ver Tom Cullen, The Mild Murderer: The True Story of the Dr. Crippen Case (1989).
28“Crippen Mystery Remains Despite DNA Claim,” BBC News, http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/7050714.stm, de fecha 18 de octubre de 2007.
29Richard Wightman Fox, Trials of Intimacy: Love and Loss in the Beecher-Tilton Scandal (1999), p. 27.
30Hal Higdon, The Crime of the Century: The Leopold and Loeb Case 1975).
31Peter Graham, So Brilliantly Clever: Parker, Hulme, and the Murder that Shocked the World (2011), p. 173.
32Ver Debbie Nathan y Michael Snedeker, Satan’s Silence: Ritual Abuse and the Making of a Modern American Witch Hunt (1995); Paul y Shirley Eberle, The Abuse of Innocence: The McMartin Preschool Trial (1993).
33Sobre la historia de la hechicería, ver, por ejemplo, Sigrid Brauner, Fearless Wives and Frightened Shrews: The Construction of the Witch in Early Modern Germany (1995).
34Cotton Mather, The Wonders of the Invisible World (1692), subtitulado “Being an Account of the Tryals of Several Witches Lately Executed in New-England.”
35Owen Davies, America Bewitched: The Story of Witchcraft after Salem (2013), p. 100.
36John W. Fountain, “Exorcists and Exorcisms Proliferate Across U.S.,” New York Times, Nov. 28, 2000, p. A. 16. Un incidente controvertido en la década de 1940 dio lugar a una novela y una película popular, El exorcista, estrenada en 1973, que “provocó una avalancha de películas que tratan sobre la posesión demoníaca y el satanismo.” Ibídem.
37Ver Jim Steinmeyer, Who Was Dracula? Bram Stoker’s Trail of Blood (2013).
38De hecho, los buenos vampiros tienen un lugar en la cultura popular moderna; la serie de novelas Crepúsculo, de Stephanie Meyers, a principios del siglo XXI, presenta una familia de vampiros que bebe sangre animal, no humana.
Capítulo 3
Los delitos de la movilidad
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.