8. Voten sí a la uno Hablan de Buscar el Domingo
9. Ropa sucia Hablan de Buscar el Domingo
10. Lo que hemos hecho Hablan de Buscar el Domingo
11. Meet the Press Hablan de Buscar el Domingo
12. Polvo Hablan de Buscar el Domingo
III. órdenes Santas Hablan de Buscar el Domingo
13. Manos Hablan de Buscar el Domingo
14. La Misión Hablan de Buscar el Domingo
15. Error épico Hablan de Buscar el Domingo
16. Pies Hablan de Buscar el Domingo
IV. Comunión Hablan de Buscar el Domingo
17. Pan Hablan de Buscar el Domingo
18. La comida Hablan de Buscar el Domingo
19. Baile metodista Hablan de Buscar el Domingo
20. Brazos abiertos Hablan de Buscar el Domingo
21. Mesa libre Hablan de Buscar el Domingo
22. Vino Hablan de Buscar el Domingo
V. Confirmación Hablan de Buscar el Domingo
23. Soplo Hablan de Buscar el Domingo
24. Altares al lado del camino Hablan de Buscar el Domingo
25. Gigante Tembloroso Hablan de Buscar el Domingo
26. Duda de Oriente Hablan de Buscar el Domingo
27. Con la ayuda de Dios Hablan de Buscar el Domingo
28. Viento Hablan de Buscar el Domingo
VI. Ungir a los enfermos Hablan de Buscar el Domingo
29. Aceite Hablan de Buscar el Domingo
30. Sanación Hablan de Buscar el Domingo
31. Tedio evangélico Hablan de Buscar el Domingo
32. El asunto del coche fúnebre Hablan de Buscar el Domingo
33. Perfume Hablan de Buscar el Domingo
VII. Matrimonio Hablan de Buscar el Domingo
34. Coronas Hablan de Buscar el Domingo
35. Misterio Hablan de Buscar el Domingo
36. Cuerpo Hablan de Buscar el Domingo
37. Reino Hablan de Buscar el Domingo
Epílogo: Oscuridad Hablan de Buscar el Domingo
Agradecimientos Hablan de Buscar el Domingo
Prefacio
Cuando quiero darme un buen susto, imagino qué le pasaría al mundo si Rachel Held Evans dejara de escribir.
Mientras arraso con las páginas de Buscar el Domingo , me doy cuenta de que estuve esperando toda mi vida por algo así. El Jesús que Rachel ama tanto es el mismo del cual me enamoré hace mucho tiempo, antes de haber dejado que la hipocresía de la iglesia y mi propio corazón lo arruinaran todo. Buscar el Domingo me ayudó a perdonar a la iglesia y a mí misma, y a enamorarme de Dios una vez más. Fue como si, con el tiempo, se hubieran establecido barreras en el camino entre Dios y yo; al leer este libro sentí cómo las palabras de Rachel las eliminaban una por una hasta, al llegar al final, volver a encontrarme cara a cara con Dios.
PROLOGO
ALBA
Diré cómo el sol nació
-en cintas sucesivas -
—Emily Dickinson
El teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer escribió que “las horas más tempranas de la mañana le pertenecen a la Iglesia del Cristo resucitado. Al romper la luz, recuerda la mañana en que la muerte y el pecado se postraron derrotados y se le dio una nueva vida y salvación a la humanidad”.2
Esta es una noticia desafortunada para alguien como yo, que apenas puedo recordar quién soy al “romper la luz”, y mucho menos reflexionar sobre las implicaciones teológicas de la resurrección. No soy lo que se dice una persona mañanera y, de hecho, preferiría ser de las que permanecen postradas y derrotadas en horas tan tempranas. La alegría de ver el amanecer sigue siendo para mí solo otro de los regalos inaccesibles del universo, como la aurora boreal y el cabello naturalmente rizado. Sin duda, habría ahuyentado a la pobre María Magdalena con un suave gruñido amortiguado por la almohada si me hubiera pedido que la ayudara a llevar las especias funerarias a la tumba esa fatídica mañana hace dos mil años. Hubiera dormido durante todo el evento principal.
UNO
AGUA
… por la palabra de Dios, existía el cielo y
también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua
—2 Pe 3:5
En el principio, el Espíritu de Dios sobrevolaba las aguas.
Las aguas eran oscuras y profundas y, por todas partes, dicen los antiguos, reinaba un mar interminable.
DOS
Bautismo del creyente
Toda el agua tiene una memoria perfecta y siempre
está tratando de volver a donde estaba.
—Toni Morrison
Fui bautizada por mi padre. Su presencia a mi lado en el bautisterio, con el agua hasta la cintura, marcó otra de las ventajas de tener un padre que fue ordenado pero no que no era pastor, capaz de participar en mi vida espiritual sin arruinarla. Déjame decirte que las expectativas hacia una hija de profesor bíblico universitario son mucho más laxas que hacia un hijo de pastor, y principalmente involucran sugerencias gentiles de redirigir algunas de las preguntas que realizaba en la escuela dominical a la única persona en mi vida que sabía hebreo antiguo y que, mientras desayunábamos, podía explicarme exactamente cómo se las había arreglado Dios para crear la luz antes que el sol.
Así que, cuando mi padre me aseguró que no iría al infierno por esperar hasta los trece para bautizarme, le creí casi totalmente a mi padre. Casi totalmente . Sabía que estaba jugando al límite de la “edad de imputabilidad”, el punto en el cual los niños ya no comen gratis en O’Charley’s ni entran al cielo sobre la base de la fidelidad de sus padres, y sabía que algunos cristianos creían que tenías que estar bautizada para ser salva. En una tosca presentación de las realidades del denominacionalismo, un compañero de quinto grado me informó que, aunque le hubiera pedido a Jesús que entrara en mi corazón cuando estaba en el jardín de infantes, necesitaba sellar el trato y bautizarme rápidamente antes de que un accidente automovilístico o una desagradable caída desde un tobogán alto me llevaran directamente con el diablo.
TRES
Desnuda en Pascua
Cuán audaz se vuelve uno cuando está seguro de ser amado.
—Sigmund Freud
A comienzos de los años veinte, arqueólogos que exploraban las ruinas del desierto de DuraEuropos, una antigua ciudad romana limítrofe con la Siria moderna, descubrieron una serie de frescos crudos en las paredes de un hogar romano. Los frescos rodeaban una piscina de baño y representaban muchas escenas distintas: un pastor que llevaba un cordero en sus hombros, una mujer en un pozo, dos figuras que cruzan el mar mientras sus camaradas observan desde un barco, tres mujeres aproximándose a una tumba. Los arqueólogos habían descubierto el bautisterio de lo que queda del edificio iglesia, hasta ahora, más antiguo en el mundo.
Aproximadamente hace dos mil años atrás, una mañana de Pascuas justo antes de que el sol se elevara, la luz parpadeante de la lámpara habría iluminado los dibujos mientras los nuevos conversos al cristianismo se arrodillaban, completamente desnudos, en el agua del bautisterio. Uno por uno, los hombres separados de las mujeres, cada uno afirmaba públicamente los principios de la fe y renunciaba a Satanás y sus demonios antes de ser sumergido tres veces en el agua fría, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
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