Igualmente, como se expresará, las características creativas son inmanejables, subjetivas, intangibles, indescifrables, no tienen una única forma para apreciarse, dependen de la visión y el conocimiento del observador –investigador–. En la bibliografía existen diferentes modelos para llevar a cabo un proceso creativo, que difieren en sus pasos, aunque no son disyuntos; se observa que existe una evolución del concepto, quizá por los intereses, los enfoques, los conocimientos y las diferentes escuelas, especialmente de psicología, que abordan distintos aspectos del tema de la creatividad y que determinan con incertidumbre si se trata de una capacidad o habilidad cognitiva de los seres humanos. Entonces, por momentos se crea una situación caótica, compleja y con incertidumbre para lograr que su definición sea de carácter universal.
No se trata solo de plasmar concepciones, se desarrolla una reflexión en cuanto a la relación que existe entre el pensamiento, la inteligencia y la complejidad, según diferentes escuelas como: el estructuralismo, el funcionalismo, el psicoanálisis, el conductismo, la Gestalt y diversos enfoques cognitivos, sin llegar a lo profundo de estas, pues el conocimiento disciplinar se halla en otros entornos. Se considera la creatividad, no tanto como un sustantivo sino como un adjetivo: persona, producto, proceso. 1
La creatividad desde una amplia visión surge para percibir lo oculto cuando se buscan los elementos que conforman algunos eventos en la humanidad. Quizá por ello los fragmentos de esculturas, papiros, tumbas y figuras en diferentes materiales sacados del subsuelo, de cuevas, indican que personas de épocas anteriores tuvieron alguna característica mental que los llevó a elaborarlos. Desde luego, diferentes apreciaciones se generan; sin embargo, las figuras que visualizan hombres, mujeres, caballos o elefantes con cabezas melenudas, de animal o de algo que no se conoce, dan a entender que posiblemente convivieron con otros seres, y esas escrituras o figuras pueden considerarse como producto creativo, dados los obstáculos por los que pasaron, como la elaboración del color para que perdurara por mucho tiempo.
Siempre sorprenden esos legados que dejaron los antepasados –aborígenes para la visión actual–, que aun figuras zoomorfas o amorfas, inducen la reflexión sobre cómo fueron esculpidas, con esa calidad y con herramientas desconocidas, pero de gran precisión. Y los arqueólogos buscan, a partir de esos elementos, cuál es su fecha de construcción, cómo se vivía, qué tipo de sociedad formaban, entre otros aspectos y, por tanto, se genera de manera sorprendente una interpretación y un significado: por qué y para qué se construyó, cómo era su sociedad, qué inteligencia poseían.
Esos objetos hallados muestran que el hombre siempre hace cosas extraordinarias, fuera de lo normal. Por ejemplo, fabricó arcos, flechas, canoas, agujas para coser las pieles para sus vestidos, y a su vez, empleó hilos de diferentes elementos de los mismos animales que cazaba. Las primeras tecnologías humanas, las de los antepasados, podría decirse que son producto de mecanismos que interconectaron sus neuronas cerebrales para pensar en cosas inexistentes. Fueron creativos, puede afirmarse.
Desde que el homo sapiens pensó en construir cosas que no existen en la realidad, se determina que la capacidad creativa existe y que es lo que permite las diferentes creaciones o expresiones que el hombre realiza. Esta capacidad es lo que ha llevado al desarrollo y, por tanto, a hacer posible la construcción de tecnologías cada vez con mayor capacidad y eficacia. Esa tecnología ayuda a que la persona sea más competente, porque además de apoyarlo en el desarrollo de diferentes tareas de manera eficiente, le permite imaginar mundos inexistentes, dando lugar a la explosión de nuevos conceptos, de combinación de ideas o de materiales, de expresiones artísticas, de innovaciones tecnológicas, de dinámicas que producen revoluciones: cognitivas, humanas, agrícolas, industriales y ahora del conocimiento.
La ficción lleva a construir creencias colectivas: mitos, leyes o principios. Se imagina un dios, se pinta en una pared, en la arena o en piedras de gran contextura; se mejoran los hábitos de comportamiento. ¿Las pirámides en Egipto o Centro América no fueron impulsadas por creencias –en dioses, en reyes–? ¿Los Estados son conceptos inexistentes que llevan a comportamientos comunes? Los objetos imaginarios ayudan a formar líderes, gobernantes y, a través de diferentes procesos, se construye una civilización, luego una sociedad y hasta imperios. La creatividad es lo que permite socializar ideas, es lo que lleva al desarrollo de la humanidad. La creatividad, esa capacidad para combinar objetos, es lo que hace posible conectar neuronas que generen ideas increíbles –en ocasiones ilógicas, ambiguas, aberrantes–, pero permiten construir nuevos conceptos, mundos y progreso.
Las manifestaciones de los antepasados se perciben, en el ámbito del arte, como aquello que plasma lo que siente el ser humano para transmitir un saber, la cultura o cómo lograr la supervivencia. El cerebro posee plasticidad –capacidad para prender– para concebir diferentes conceptos, pero a la vez necesita del arte, la estética, la música. Siempre de manera natural el ser humano, desde los primeros años de vida, juega, baila, canta o dibuja, pues se trata de actividades imprescindibles para el desarrollo sensorial, cognitivo, emocional y cultural, que conducen a desarrollar capacidades para aprender a aprender.
Las actividades lúdicas, cualquiera que sea, conducen a la diversión, allí se compara lo que se halla con lo que producen los demás, se mejora a cada momento, se construye conocimiento propio, se determinan nuevas reglas. La educación artística es necesaria para la formación de un pensamiento interdisciplinario, no para ser más inteligentes, sino para relacionar conocimiento, es decir, para estructurar los esquemas mentales, establecer nuevos métodos para el aprendizaje y entender la diversidad en el aula y en la realidad; también lo artístico debe estar en la formación de los ingenieros.
Los estudiantes que experimentan diferentes formas artísticas –música, pintura, escritura poesía, diseño– amplían su trabajo cooperativo, su memoria, su aprendizaje; quizá porque la emoción de acercarse a esas manifestaciones artísticas lleva a que se generen procesos psicológicos y sociales que refuerzan los procesos cognitivos. Las artes permiten visualizar distintos problemas reales, como también determinar que ellos pueden tener más de una solución posible, permiten considerar necesario analizar las tareas desde diferentes perspectivas, emplear toda la capacidad imaginativa como guía en el proceso para hallar una solución, además pueden ver que no siempre existen reglas fijas. La integración de la lúdica –disciplinas artísticas– como medio para la práctica pedagógica promueve el pensamiento creativo, divergente, sistémico y no solo eso, sino que también se desarrolla reflexión, observación, curiosidad.
La música produce bienestar porque estimula el sistema nervioso, dado que libera dopamina, conduciendo el cerebro a una paz y, aunque pueda parecer sorprendente, con ella se pueden dar mejores resultados académicos. Las neuroimágenes cerebrales indican que las actividades artísticas son importantes; ciertas estructuras responden solo a lo musical, ya que una parte del cerebro coordina los movimientos, el baile. Regiones especializadas en el lenguaje oral se conectan fuertemente con las obras teatrales, porque el sistema de procesamiento visual genera imágenes con facilidad. La música es procesada en la corteza auditiva, el movimiento como el baile o el teatro activan la corteza motora, la pintura se procesa en los lóbulos occipital y temporal, la poesía en las áreas de Broca y Wernicke.
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