La mencionada expresión del Nuevo Testamento también se encuentra en otros libros litúrgicos. Aunque el primer leccionario romano, el Comes de Würzburg, que data de mediados del siglo vi, omite un encabezado general y coloca los textos de adventu Domini en frente de las perícopas de cada semana.31
El Leccionario de Murbach del siglo viii, de que derivan generalmente las lecturas del Misal Romano de 1570, presenta su material de Adviento con las palabras Incipiunt lectiones de adventu Domini (Comienzan las lecturas de la venida del Señor).32 Cuatro de los seis antifonarios romanos más antiguos usan también adventus Domini en sus títulos, al menos para el primer domingo.33
De modo diverso, el sacramentario que el papa Adriano (772-795) envió a Carlomagno entre 784 y 791 omite la palabra Domini del título, conservando solo adventus. Aquí el término ha perdido su conexión con el Nuevo Testamento, con la persona de Cristo, y con el acto que llevará la historia de la salvación a su culmen. Adviento se había convertido simplemente en un período de tiempo antes de Navidad. Con la eliminación de Domini del nombre de este tiempo litúrgico, en consecuencia, se pierden todos los matices escatológicos que adventus Domini tiene en los evangelios y en las cartas paulinas. Este sacramentario también excluye todas las oraciones que se refieren a la venida de Cristo en gloria y mantiene solo aquellas que se refieren a su venida en la carne, en otras palabras, al adventus entendido como su nacimiento.
Aunque este sacramentario es una de las cuatro formas del Sacramentario Gregoriano, este libro para la misa no es obra del papa Gregorio Magno (590-604). Los estudiosos lo llaman Hadrianum. Las secciones más antiguas pueden remontarse al papa Honorius (625-638). Contiene las oraciones para la misa de las celebraciones del papa en Letrán o en las iglesias estacionales.34 El Gelasianum Vetus se sitúa en el modo presbiteral de la liturgia romana; el Hadrianum transmite el papal. Estos dos sacramentarios, por tanto, son de importancia capital y son citados frecuentemente, ya testimonian la coexistencia simultánea de dos tipos de liturgia en la antigua Roma medieval. De los dos, prevaleció el modo papal y quedó consagrado en el Missale Romanum de 1570 y sus posteriores ediciones, siendo la última la de 1962. La reforma del Misal después del Concilio Vaticano II se basa en gran medida en la tradición presbiteral conservada en el Gelasiano Vetus.
El nombre de las cuatro semanas anteriores a la Navidad en el Misal de 1962, así como en las tres ediciones típicas del Misal de Pablo VI, es tempus Adventus (tiempo de Adviento), siguiendo claro está el Sacramentario del papa Adriano. Quienes prepararon el Misal posconciliar aprovecharon muchas oraciones del Gelasiano Vetus para recuperar la dimensión escatológica de este tiempo, pero desafortunadamente no consiguieron recuperar Domini en el título, tal como se encuentra en ese Sacramentario, así como en el Comes de Würzburg, el Leccionario de Murbach y los cuatro de los primeros antifonarios.
2.2. De seis domingos a cuatro
Además del nombre del tiempo litúrgico, otra diferencia entre el Adviento del Gelasiano Vetus y el Hadrianum es su duración.35
Tanto en el Gelasiano Vetus como en el Comes de Würzburg, el Adviento consta de seis semanas, como duraba en la Galia y en España, y todavía hoy día en Milán. En el Sacramentario del papa Adriano, el Leccionario de Murbach y en cinco de los seis antifonarios antiguos, sin embargo, tiene solo cuatro semanas. Se cree que el papa Gregorio Magno fue el responsable de acortar este tiempo litúrgico y que su motivo fue diferenciar claramente el tiempo de Adviento del tiempo de Cuaresma y hacerlo coincidir, más o menos, con el mes de diciembre. Sin embargo, la reducción de las semanas afectó principalmente la liturgia papal de Letrán y no la liturgia de las iglesias titulares donde los presbíteros usaban alguna forma del Sacramentario Gelasiano Vetus. El tiempo de Adviento de duración diferente duró en Roma hasta bien entrado el siglo vii, cuando finalmente triunfó el modo papal.
Las Rúbricas Generales del Misal Romano de 1962, en el número 71, especificaban:
El tiempo del sagrado Adviento [tempus sacri Adventus] se extiende desde las primeras vísperas del primer domingo de Adviento hasta la nona de la vigilia de la Natividad del Señor inclusive.36
Las Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, publicadas el 21 de marzo de 1969,37 describen el Adviento de manera algo diferente. El número 40 dice:
El tiempo de Adviento [tempus Adventus] comienza con las primeras vísperas del domingo que cae el 30 de noviembre o es el más próximo a este día, y acaba antes de las primeras vísperas de Navidad.
La razón del cambio del final del Adviento de nona de la vigilia de la Navidad a las primeras vísperas de Navidad es probablemente porque el oficio de nona, destinado a ser rezado a la hora de nona, esto es, a las 15:00, ha sido sustituido, para quienes no están obligados por una ley particular a rezarla, por la hora intermedia, que puede rezarse en el momento más apropiado entre la mañana y la tarde.38
El tiempo de Adviento, entonces, tal y como se fijó en ambos misales, consta de cuatro domingos antes de Navidad y un número variable de días de la semana, según qué día de la semana caiga la Navidad. Cuando la Navidad cae en domingo, hay cuatro semanas completas, veintiocho días de Adviento. Sin embargo, cuando cae un lunes, solo hay tres semanas completas de Adviento, más el cuarto domingo que es 24 de diciembre, lo que hace un total de veintidós días.
2.3. Témporas
Una importante diferencia entre el Misal precedente (1962) y el renovado (1970), es la presencia previa de las témporas del miércoles, viernes y sábado de la tercera semana de Adviento. Los días de las témporas eran exclusivos de Roma, por tanto, desconocidos en otros lugares. Siempre el miércoles, el viernes y el sábado son principalmente días de ayuno arraigados en la antigua sociedad agrícola. Más o menos coincidiendo con el cambio de estaciones, se celebran cuatro veces al año: durante la primera semana de Cuaresma en primavera, la octava de Pentecostés en verano, la semana posterior al 14 de septiembre en otoño39 y la tercera semana de Adviento en invierno. El nombre latino para estos días es Quatuor Temporum, que significa las cuatro estaciones. Parece que el término inglés para designar las témporas, ember, deriva de temporum, a través de la palabra alemana Quatember, indica Thomas Talley.40 Sin embargo, la designación genérica Quatuor temporum no es antigua. No aparece hasta la primera edición impresa del Misal Romano en Milán en 1474.41
Estos días eventualmente dieron lugar a un conjunto diferentes de celebraciones eucarísticas. Pierre Jounel escribe:
Las témporas incluyen no solo ayunos sino también asambleas litúrgicas estacionales los miércoles y el viernes y nuevamente durante la noche del sábado al domingo. Estas asambleas se llevaron a cabo sucesivamente en las iglesias de Santa María la Mayor y de los Santos Apóstoles y en la basílica de San Pedro.42
Consecuentemente, cada día tiene textos propios para la misa, a diferencia de los otros días de semana de Adviento en los que se repite la misa del domingo. Los formularios de la misa de estos días muestran características arcaicas. El miércoles hay siempre dos lecturas antes del evangelio. Después de cada una se canta el gradual y, a la primera lectura, sigue una oración. Ambas lecturas están tomadas del Antiguo Testamento, excepto durante la octava de Pentecostés que se leen los Hechos de los Apóstoles.
Los sábados de las témporas se leen cinco lecturas del Antiguo Testamento antes de la epístola, esto es, un total de seis lecturas antes del evangelio. Como en tiempos se hacían en latín y en griego, los sacramentarios dan a estos sábados el título de Sabbato in XII lectiones (sábado de las doce lecturas). La última lectura del Antiguo Testamento es siempre Daniel 4,47-51. Cada lectura del Antiguo Testamento va seguida de una oración gradual, y el aleluya antes del evangelio viene sustituido por un tracto. En los siglos en los que estas liturgias del sábado eran vigilias nocturnas, culminaban con una celebración eucarística en las primeras horas del día del Señor, cumpliéndose así el objetivo del ayuno del sábado, no habiendo misa más tarde en el día. Los documentos antiguos indican la ausencia de misa el domingo con la expresión Dominica vacat. En los formularios que llegaron hasta el Misal tridentino, estos antiguos ayunos, una vez autónomos, fueron incorporados al Adviento y, de hecho, son la expresión más clara de lo que comúnmente se considera este tiempo litúrgico: preparación para el nacimiento de Jesús.
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