Esta sección no estaría completa sin decir alguna palabra sobre las otras dos oraciones presidenciales: la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión. El primer domingo, la oración sobre las ofrendas se toma del Veronense (Ve 575). Pide que
lo que nos concedes celebrar con devoción durante nuestra vida mortal
sea para nosotros premio de tu redención eterna.
En el evangelio del ciclo C, Jesús afirma que «tu redención está cerca» (Lc 21,28). La oración después de la comunión del primer domingo del Misal Romano de 1962 figura ahora el 18 de diciembre. Se ha reemplazado por una combinación de dos textos del Veronense (Ve 1053 y Ve 175), en la que se pide:
Fructifique en nosotros, Señor, la celebración de estos sacramentos,
con los que tú nos enseñas, ya en este mundo que pasa,
a descubrir el valor de los bienes del cielo
y a poner en ellos nuestro corazón.
Ambas oraciones encajan muy bien con el carácter escatológico del primer domingo y probablemente por esta razón se eligieron para reemplazar la secreta y la poscomunión del Misal Romano de 1962.
En el segundo y tercer domingo, la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión son las mismas en ambos misales.
Las del cuarto domingo, inclinados hacia la próxima celebración del nacimiento de Cristo, son diferentes. La oración sobre las ofrendas procede del sacramentario de Bérgamo (B 84). Haciéndose eco del evangelio del ciclo A cuando se anuncia a María que la criatura que hay en su vientre «viene del Espíritu Santo» (Mt 1,18) y el ciclo B cuando el ángel Gabriel le asegura que «el Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1,35), reza:
El mismo Espíritu,
que colmó con su poder las entrañas de santa María,
santifique, Señor, estos dones
que hemos colocado sobre tu altar.
La oración después de la comunión, cuyas primeras palabras proceden del Ve 741 y el resto es una modificación de un prefacio de Cuaresma,68 mira por completo hacia la Navidad, llamándola «fiesta de la salvación» y pidiendo que, «cuanto más se acerca», «crezca en nosotros tanto el fervor para celebrar dignamente el misterio del nacimiento de tu Hijo». Como veremos brevemente, las oraciones sobre las ofrendas y las oraciones después de la comunión de los primeros tres domingos se repiten de lunes a viernes hasta el tercer viernes.
Tras la oración después de la comunión de cada domingo de los tiempos de Adviento, Navidad y Pascua, el Misal actual indica que «se puede usar la fórmula de bendición solemne». Estas fórmulas se encuentran después del Ordinario de la Misa. Se realizan tras la invitación del diácono o del sacerdote a inclinarse para recibir la bendición y constan de tres partes a las que, después de cada una, los fieles responden: «Amén». La primera y la tercera parte de la bendición solemne para Adviento se refieren a las dos venidas de Cristo. La primera parte pide:
Dios todopoderoso y rico en misericordia,
por su Hijo Jesucristo,
cuya venida en carne creéis
y cuyo retorno glorioso esperáis,
en la celebración de los misterios del Adviento,
os ilumine y os llene de sus bendiciones.
La tercera parte añade:
Y así, los que ahora os alegráis
por el próximo nacimiento de nuestro redentor,
cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria
recibáis el premio de la vida eterna.
4.2. Ferias hasta el 16 de diciembre
En el Leccionario y el Misal de Pablo VI hay dos series de misas entre semana. Ambas son nuevas y no tienen paralelo en el Misal Romano de 1962. La primera serie es para días de la semana: desde el lunes de la primera semana hasta el viernes de la tercera semana. La segunda serie es para la semana que va del 17 de diciembre al 24 de diciembre. Esta última serie tiene precedencia sobre la primera, excepto los domingos, y lo más pronto que puede comenzar es el sábado de la segunda semana, cuando la Navidad cae en lunes.
4.2.1. Lecturas
El número 94 de la Ordenación de las Lecturas de la Misa, explica respecto a la primera parte del Adviento:
Se lee el libro de Isaías, siguiendo el mismo orden del libro, sin excluir aquellos fragmentos más importantes que se leen también en los domingos.
Esto dura, por lo menos, hasta el jueves de la segunda semana. Hasta entonces, la primera lectura es una lectura semicontinua de Isaías 1–40. Los evangelios son una variedad de pasajes de Mateo y Lucas que «están relacionados con la primera lectura», afirma la Ordenación de las Lecturas de la Misa en el número 94. En estos primeros días el acento está en Isaías.
Esto cambia a partir del jueves de la segunda semana, ya que el énfasis se enfoca a los evangelios. A partir de ese día y hasta el viernes de la tercera semana, se encuentran los textos evangélicos que recogen los relatos de Juan el Bautista. Estos se toman de Mateo y Lucas, excepto el último día que es Juan 5,33-36. En estos días, dice la Ordenación de las Lecturas de la Misa en el número 94:
La primera lectura es o bien una continuación del libro de Isaías, o bien un texto relacionado con el evangelio.
En realidad, en este período solo hay tres lecturas que no son de Isaías: Eclesiástico 48,1-3.9-11 el sábado segundo, la alabanza de Elías, que en el evangelio es comparado por Jesús con Juan el Bautista; Números 24,2-7.15-17a el lunes de la tercera semana, el oráculo de Balaán; y Sofonías 3,1-2.9-13 el martes de la tercera semana, la promesa de la salvación para el resto fiel en Jerusalén.
4.2.2. Oraciones
De las diecisiete colectas de estas misas, seis proceden del Gelasiano Vetus,69 seis son del Rotulus de Rávena,70 y cinco del Misal Romano de 1962; las oraciones colectas del primer, segundo y cuarto domingos situadas ahora el viernes de la primera semana, el jueves de la segunda semana y el jueves de la primera semana, respectivamente, y dos del sábado de las témporas, la tercero se colocó el jueves de la tercera semana y la cuarto el miércoles de la tercera semana.
Algunas de estas oraciones, especialmente las que proceden del Gelasiano Vetus, miran a la parusía. La del lunes de la primera semana, por ejemplo, pide a Dios:
Concédenos, Señor Dios nuestro,
esperar vigilantes la venida de Cristo, tu Hijo,
para que, cuando llegue y llame a la puerta,
nos encuentre velando en oración
y cantando con alegría sus alabanzas.
El miércoles de la primera semana reza:
para que cuando llegue Cristo, tu Hijo,
nos encuentre dignos del banquete de la vida eterna
y merezcamos recibir de su mano el alimento celestial.
El viernes de la segunda semana solicita que:
nos apresuremos a salir a su encuentro
con las lámparas encendidas,
como nos enseñó nuestro Salvador.
Estas tres oraciones están basadas en Lucas 12,35-37:
Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados … los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Otras oraciones tienen que ver con la preparación para la Navidad.
El lunes de la segunda semana pide:
que los deseos de servirte con total pureza
nos conduzcan hasta el gran misterio
de la encarnación de tu Unigénito.
El martes de la segunda semana reza diciendo:
concédenos esperar con alegría
la gloria del nacimiento de tu Hijo.
La del sábado de la primera semana incluye ambas venidas; después de recordar que:
para librar a la humanidad
de la antigua esclavitud del pecado
enviaste a tu Unigénito a este mundo.
Pide a Dios:
concede a los que esperamos con fe el don de tu amor,
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