A pesar de ello, podemos decir que la investigación histórica sobre Jesús de Nazaret es una disciplina que se ha ganado una merecida autoridad académica. No es obviamente una “ciencia exacta”, pero sí una parte del saber lo suficientemente madura como para poder hacer oír su voz. Es una rama de la ciencia que se corrige y perfecciona constantemente. La discusión y el diálogo constantes entre los expertos, la presencia crítica de la comunidad científica y el constante desarrollo de la disciplina hacen que puedan evitarse las unilateralidades, las parcialidades y los subjetivismos extremos. Podríamos decir también que es una disciplina que está bajo el “control” de los diversos expertos a nivel internacional. Nadie podría afirmar algo que carezca de base sin recibir inmediatamente la observación crítica por parte de la comunidad científica. A pesar de las diferencias que podemos encontrar entre los diversos autores, hoy contamos con consensos básicos o con importantes puntos en común sobre la vida histórica de Jesús, alcanzados como conclusión del trabajo científico. Se ha dicho con razón que, con excepción de unas pocas figuras, “Jesús es el judío posterior al Antiguo Testamento cuya vida y pensamiento conocemos mejor.” (Flusser 1975, 21).
A diferencia de quien no se identifica con una confesión particular, el creyente podría preguntarse por la razón de esta aproximación. ¿Por qué hace falta una mirada científica y un análisis histórico sobre los relatos de los evangelios? ¿Acaso los evangelios no nos transmiten directamente la pura verdad histórica sobre la vida de Jesús? ¿No ocurrió todo tal y como está escrito en sus páginas? Un estudio de este tipo ¿no contradice u opaca la fe? En este punto es necesario evitar todas las respuestas insuficientes o parciales que aquí sólo ejemplificamos con las posturas extremas.
Algunos autores han subrayado que los evangelios están escritos desde la fe en Jesús resucitado, muchos años después de su muerte, y que reflejan fundamentalmente lo que las comunidades cristianas posteriores han creído acerca de él. La conclusión a la que arriban es que, por tanto, los evangelios no contienen afirmaciones históricas sobre su vida y persona. Reflejan la fe en él de las comunidades, pero no su historia real. Remarcan, además, que lo narrado en los evangelios no es “desinteresado”: está al servicio de la misión o de la predicación, a las que algunos llaman “propaganda religiosa”. En síntesis: según esta postura, los evangelios presentan sólo al Cristo de la fe con lo cual se termina ocultando al verdadero Jesús histórico.
Otras posturas, por el contrario, afirman y defienden que los evangelios transmiten la verdad exacta. Sostienen que sus autores no quieren engañar a nadie y que presentan los hechos tal y como ocurrieron en la historia real. Sin llegar a decirlo así o formularlo explícitamente, se piensa que debe tomarse e interpretarse todo al pie de la letra. Por ello atribuyen valor histórico prácticamente a todo lo narrado sin someterlo a un análisis científico. En síntesis: según esta visión, el Jesús histórico coincide exactamente con el Cristo de la fe que traen los evangelios. La historia narrada coincide con lo que realmente sucedió.
¿Qué podemos decir? En primer lugar, debemos afirmar que el estudio histórico de la persona de Jesús no se debe a una falta de fe, sino simplemente a la necesidad de la razón creyente. Para la fe cristiana, ya desde muy antiguo, la razón –entendida como un don de Dios– es fundamental para comprender lo que se cree. Creer no significa abdicar de ella. En este ámbito concreto del saber, es más que necesaria ya que para la fe cristiana Dios se manifiesta y revela precisamente en la historia de Jesús que, en cuanto figura de “carne y hueso”, es susceptible de ser estudiado con los instrumentos propios de la razón.
En segundo lugar, debemos afirmar que los evangelios fueron escritos ciertamente varias décadas después de los hechos. Sus autores han sido creyentes y han escrito desde esa perspectiva de fe en Jesús resucitado que habían recibido, que vivían y celebraban en sus comunidades de origen. Hoy sabemos que los evangelistas no son meros cronistas de hechos “objetivos”, sino que son verdaderos autores y teólogos: han seleccionado, organizado y actualizado el material de las diversas tradiciones recibidas con una determinada mirada teológica, en una comunidad concreta de creyentes. Por ello, no podemos decir que presenten los “hechos brutos”, es decir, una crónica exacta de acontecimientos, sino que todo lo narrado está actualizado desde aquellas convicciones que los creyentes alcanzaron después de la pascua. Los evangelistas reflejan la intensa reflexión teológica que generó la persona de Jesús. Lo narrado, finalmente, está también orientado a la predicación, a la misión y a la instrucción. Ello ha implicado un necesario y comprensible proceso de adaptación, de interpretación y de actualización. No obstante, ello no significa que los evangelios no contengan elementos históricos que podamos individuar, analizar y estudiar y con los cuales podamos llegar a un núcleo histórico verosímil. Con la ayuda de métodos adecuados podemos esbozar una reconstrucción atendible de la figura histórica de Jesús de Nazaret y acercarnos al conocimiento de lo que hizo, pensó, anunció y esperó durante su vida terrena. Los métodos históricos nos permiten ubicar y comprender a Jesús en su contexto propio: el judaísmo palestinense del siglo I de nuestra era.
Además de todo lo dicho, en el caso de Jesús, esta aproximación histórica se hace más que imprescindible porque en el cuerpo mismo del Nuevo Testamento tenemos ya cuatro versiones diversas de su vida. Éste es un fenómeno que normalmente no tenemos en cuenta. Los cuatro evangelios coinciden en diversos datos y de informaciones, pero también discrepan en no pocas cuestiones, para nada secundarias. Ello no sólo hace comprensible el estudio y el análisis histórico, sino que más bien lo exige. Esta variedad de versiones se convierte en una ventaja importantísima para el historiador, ya que ello le permite realizar, entre otras cosas, un trabajo de comparación entre los distintos textos. Esta variedad se amplía cuando consideramos también otros escritos antiguos extra canónicos, es decir, no bíblicos (Destro/Pesce 2014, 20-24).
Las bibliotecas bíblicas más actualizadas del mundo están llenas de volúmenes sobre esta disciplina, pero lamentablemente este importante caudal de conocimiento no siempre llega al gran público. No todos los que estarían interesados en acercarse más a su persona desde un punto de vista histórico pueden acceder a esta bibliografía especializada y conocer sus descubrimientos.
Gracias al compromiso constante de Editorial Guadalupe con la difusión de los estudios bíblicos, el lector dispondrá ahora de una colección con la que podrá adentrarse históricamente en la vida de una de las figuras más importantes del mundo. El propósito de la colección Un Galileo singular es acercar al gran público, con lenguaje accesible, los resultados y las conclusiones de más de dos siglos de investigación sobre la vida histórica de Jesús. Es cierto que en los últimos años se han publicado diversos libros de aproximación histórica en lengua española y han tenido una amplia difusión. Ello ha enriquecido enormemente la comprensión de la figura de Jesús de Nazaret. Muchas comunidades cristianas han “redescubierto” a Jesús desde otra perspectiva. Interesados no confesionales han podido aproximarse a la investigación contemporánea. Aquí queremos favorecer aún más esta difusión de los estudios históricos sobre Jesús de Nazaret. Pero para ello hemos pensado en una serie de volúmenes breves, de fácil lectura, y sin las notas eruditas que suelen acompañar los textos científicos. El lector podrá encontrar en cada volumen una síntesis de los temas y cuestiones más importantes que abordan los expertos y exponen detalladamente. No se ofrecerá aquí un tratamiento exhaustivo ni se presentarán siempre todas las opiniones. Nos contentamos con ofrecer una interpretación que, en sus puntos esenciales, goza de aceptación por parte de la mayoría de los especialistas en la actualidad.
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