Hacia la periferia. Las movilidades
de las clases populares
se terminó de editar en mayo de 2019
en las oficinas de la Editorial Universitaria,
José Bonifacio Andrada 2679, Col. Lomas de Guevara,
44657 Zapopan, Jalisco.
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En la formación de este libro se utilizaron las familias tipográficas Minion Pro, diseñada por Robert Slimbach, y Ronnia, diseñada por Veronika Burian y José Scaglione.
Índice
Introducción
Capítulo 1. Las identidades, los arraigos y la movilidad
La identidad como arraigo y las amenazas de las movilidades
Las identidades en el seno de las movilidades. Primeras propuestas
El boceto de las identidades móviles subordinadas
Capítulo 2. Hacia la periferia. La conformación de un hábitat
La constitución de la periferia
Vivir en la periferia
Capítulo 3. Moviéndose entre los confines
Los procesos de inmovilización
Y sin embargo se mueven. En busca de las oportunidades de la periferia
Estrategias y opciones de movilidad
Capítulo 4. Viviendo desde la movilidad
La recuperación de la proximidad
Capítulo 5. Movilidades, identidades y afectos
La distribución espacial de la identidad
Qué espacios para la distribución espacial de las identidades
Afectos e identidades móviles periféricas en El Salto
Bibliografía
Introducción
Existe un fenómeno en las principales ciudades mexicanas cuya eclosión se extiende desde las últimas dos décadas y que impone cierta consternación sobre las formas para explicar la vida en las ciudades. Desde la década de 1990, se ha revelado una forma de producir y habitar la metrópoli que rompe con los moldes tradicionales de vida urbana e incluso suburbana. Fruto de ciertas políticas neoliberales de gestión del territorio, tendentes a privatizar tierras rurales que antes eran comunales, y a dejar en manos del mercado la ordenación territorial, las periferias urbanas se han consolidado como una realidad más. Con anterioridad, los espacios periurbanos se iban anexionando a las ciudades, en un proceso lento pero seguro que incorporaba los espacios rurales a los urbanos. Sin embargo, desde la década de 1990, no se hace evidente esta transformación; antes al contrario, parece ser que la periferia se desase de esta historicidad y se instala en la persistencia de un tiempo estancado. La periferia ya no es más un espacio en tránsito que camine de forma irreversible hacia algún tipo de consolidación; la periferia en las principales ciudades de México se ha convertido en una realidad por derecho propio e impone una aproximación que se aleje de ese modelo explicativo del proceso.
Este libro tiene por objeto esta nueva realidad de estudio, tal y como se ha constituido como entidad urbana propia junto con otras modalidades de espacio y vida urbanas. La periferia debe ser aclarada por fuera del modelo explicativo al uso basado en los procesos, y en su sustitución se utilizará una semántica propia de las transferencias. Éstas indican un intercambio, una posición de intermediación que hacen posible los traslados, el tránsito desde el mundo rural al urbano. Sin embargo, lo que se desplaza a través de la periferia no permanece idéntico a su paso por esta nueva realidad. La semántica de la transferencia implica también una transubstanciación. Lo que es transferido, lo que es desplazado a través de la periferia, no llega inalterado respecto a su estado originario.
Los elementos que obran la periferia en las ciudades mexicanas, que son agentes y pacientes de esta pluralidad de transferencias, son las clases populares; esos grupos de población que se ubican en los intersticios, en las hendiduras de los sistemas económicos, de las formas urbanas, de los marcos de ciudadanía. Las clases populares en países como México son esos elementos que algunos quieren ubicar en los márgenes, incluso en las afueras del orden contemporáneo que, sin embargo, son su más sólido bastimento. Las clases populares son las que en países como México constituyen esa periferia, las situadas en ese particular punto de fuga urbano, pero que consiguen articular la realidad de los órdenes neoliberales.
En este libro me centraré en cómo estos grupos de población son transferidos a través de las periferias urbanas. Así, analizaré las movilidades que expresan estos grupos humanos, sus desplazamientos por esos intersticios, sus novedosas maneras de constituir otra forma de ciudad, o de alojarse en ese estilo de precariedad que define a los tiempos presentes. Hacia la periferia indica una forma de movimiento que puede considerarse representativa de las formas de vida en que nos instauramos, un desplazamiento desde los centros asegurados hacia unas exterioridades provisionales, problemáticas, siempre en definición. Es el camino que diariamente recorren estas clases populares, que recrean de manera cotidiana, intentando, al paso, instaurar ciertos proyectos de vida reconocibles.
El libro no se encarga de narrar acciones extraordinarias ni grandes gestas. Por el contrario, sigue el paso a desplazamientos anodinos, a viajes y permutaciones ordinarias. En la literatura abundan las descripciones sobre las amplias movilidades, sobre las formas de vida de las élites globales, sobre su capacidad para construir sus identidades extendidas a través de países y continentes. En razón de esa acumulación de relatos sobre sus particulares movilidades, se tiende a difundir una imagen, acaso distorsionada, o poco incompleta, de las formas de desplazamientos que constituyen al mundo presente. Desde las experiencias de vida de estas élites globales, se han intentado imponer modelos de lectura de las sociedades presentes que, sin embargo, resultan harto incompletos. Hacia la periferia, por el contrario, intenta poner el foco de atención en otros viajes, en lo que podemos llamar las micromovilidades, en los incesantes desplazamientos de las otras poblaciones que, por un cambio sustancial en la forma de constituirse los sistemas políticos y económicos del presente, encarnan una ciudadanía excéntrica.
Este libro no habla así de grandes gestas, pero sí de movilidades modestas y cotidianas; refiere las pequeñas proezas con las que se consiguen hacer vivibles, de forma inestable, esos lugares cada vez más vastos que se sitúan a las orillas de las ciudades. A partir de una mirada lanzada desde el centro, desde esas amplias movilidades, o desde unas élites que constituyen el poder, las poblaciones periféricas por fuerza se ven alienadas, ajenas a las formas predominantes de apropiarse de recursos políticos, económicos o territoriales. Así, la periferia ha sido considerada como vacío, como un espacio tan deteriorado o abstracto difícilmente apropiable. Sin embargo, la mirada tiene que salir y residir en la misma periferia. Es preferible abandonar esos cánones explicativos sobre las amplias movilidades, sobre las formas de apropiación y consumo de aquellas élites globales, para rescatar otro tipo de aproximación que sea capaz de mostrar cómo hay vida en esos intersticios, cómo se tejen proyectos al seno de las movilidades periféricas.
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