Mi corazón se comprime y mi ceño se frunce.
¿Quién maldita sea es esa chica, Loann?
Vuelvo a tomar el móvil en mis manos, esta vez me aseguro de no soltarlo y de alejarme unos cuantos pasos de la bañera. Mis manos tiemblan mientras intento teclear el número de Larry. Él, para sufrimiento de mi corazón y de mis nervios, contesta a la tercera llamada.
—¿Bueno?
—Larry, soy Defne. Necesito tu ayuda, ¡ahora!
La música casi no me deja oírlo.
—¿Defne? ¿Ha pasado algo malo?
Miro a Loann dormir como un tierno cachorrito indefenso.
Bueno, no precisamente malo. No cuando tengo a esta belleza de chico en el mismo lugar que yo.
—Es Loann, está ebrio. Lo encontré en una bañera y necesito llevarlo a una habitación para que descanse.
—¡Carajo, bebé! Necesito tus fórmulas con urgencia —escucho su inquietante risa a través del portavoz.
—Es una emergencia de verdad, Larry. Ven aquí ahora mismo, te lo suplico —mascullo.
—Bien, bien, ¿en qué piso estás?
—Justo en las habitaciones del lado derecho de la cocina. No dejes que nadie te siga y, por favor, no hagas que Trina se dé cuenta de esto.
—Cuenta con ello —dice, y luego cuelga.
Exhalo.
Resbalo mi cuerpo sobre la puerta de madera y dejo que mi trasero se apoye en la cerámica fría por un momento. Contemplo desde aquí a Loann, quisiera que esté consciente ahora mismo, quisiera poder decirle lo que siento tal y como lo planeé, pero no puedo. No es correcto hacerlo y él no lo recordaría.
***
Cinco minutos después, alguien toca la puerta. Me apresuro abrir con la esperanza de que sea Larry, pero una voz chillona me detiene. La reconozco al instante. Es la voz de Trina Halth.
—¿Está ocupado? —pregunta, girando la manilla de la puerta.
Es obvio que está ocupado, le puse seguro a la puerta. Esta mujer no sabe de los buenos modales, no puedes insistirle a alguien que salga del sanitario cuando ha dejado el seguro en la puerta.
Me planteo alguna solución rápida y encuentro que:
Si le digo que pronto acabaré, terminará por esperarme hasta que abra la puerta. Entonces, tarde o temprano, tendré que salir de aquí y ella se enterara de que tengo a Loann conmigo, por ende, aprovechara la situación y querrá llevarlo a su pieza. Claramente ella no me dejará ingresar, porque que alegará que es su mansión, y luego, cerrará la puerta y se quedará sola con el amor de mi vida para hacerle Dios sabe que cosas. Así que no, yo paso.
No soy boba.
Me apresuro a tomar el móvil y busco en la galería de Loann algún vídeo pornográfico que me sea de ayuda, pero no encuentro nada. En su lugar solo hay fotos y videítos de Disney jugueteando con un perro Golden Retriever. Gruño interiormente y decido entrar a los vídeos de YouTube para encontrar algo que me sirva y aleje a Trina de una vez por todas.
Cuando tengo el vídeo ideal, subo el volumen al máximo del teléfono y lo llevo hacia el extremo superior de la puerta. Le doy play a ciegas y luego se oyen los gritos enloquecidos de una mujer teniendo sexo.
El clásico video broma de internet. ¿Quién diría que esa basura me serviría algún día?
Trina dejar de golpear la puerta.
—¡Solo espero que dejen limpio este baño! —chilla.
Segundos después, vuelve el silencio.
Gané.
Larry llega después de unos minutos con una gran historia que contar, pero yo solo puedo decirle que necesito llevar a Loann a otra habitación.
—Bien, espero que este señorito no pese tanto. No quiero arruinar mi espalda a los veinte años —dice, halando de Loann.
Loann se deja sostener por Larry sin poner ninguna resistencia. En el camino, abre los ojos un par de veces y continúa diciendo frases incoherente. Muchos de ellos tienen que ver con cosas bobas y raras que nos arrancan risas a mí y a Larry.
¡No saltes, no saltes!, repite unas tres veces.
—Seguro debe estar soñando con la pose del vaquero —deduce Larry.
Lo miro con mala cara.
¡¿Mamá, por qué ella está sangrando?! ¿Mamá?, empieza a balbucear.
Larry suelta una risa ahogada.
—Dios, deberíamos grabarlo —se burla y yo lo codeo—. No digas que no es tentador. Este niño arrogante y bonito siempre tiene el mentón levantado y nos mira a todos por encima del hombro. ¿No crees que sería lindo demostrar que no es hielo sino carne y hueso, y ahora vodka y no sé qué mierdas más?
—No —digo de manera rotunda.
—Qué aburrida te has vuelto, rubia —rechista Larry.
Larry y yo llevamos a Loan hacia dos habitaciones contiguas del sanitario. Es pequeña y sencilla, parece un cuarto para huéspedes, pero es ideal para dejar al bello durmiente
Mi amigo deja a Loann en la cama boca a arriba y luego estira los músculos de sus brazos y piernas tratando de relajarlos un poco. Luego, hace una mueca de desagrado al ver que yo tomo asiento a lado de Loann. Le lanzo un cojín desde mi posición y echa a reír.
—¿Por qué te has enamorado tan profundamente de este idiota? —me cuestiona.
Niego con la cabeza.
—No lo sé. No sé cuándo pasó, solo sé que no quiero que le pase nada malo. Nunca jamás.
—Puaj, yo no creo que merezca ese tipo de amor. Y menos de ti, rubia.
Lo miro ceñuda.
—¿Por qué lo odias tanto?
—Parece que no recuerdas que en primaria me humilló.
—Éramos unos niños —ladeo la cabeza.
—Sí y él un maldito sabelotodo. Recuérdame que eres mi amiga o le patearé el culo ahora mismo.
Le doy una sonrisa tierna para calmarlo.
Larry niega con la cabeza y camina hacia la puerta de la habitación. Me coloco de pie en un instante en cuanto lo veo hacerlo, ¿acaso planea dejarme aquí sola con Loann?
—¿A dónde vas? —cuestiono.
Él ríe.
—Iré a ver a Les, la dejé muy ebria también. No quiero que esos idiotas que tenemos por amigos quieran aprovecharse de ella.
Me emociono interiormente porque no quiero que Larry lo note. No deseo que él piense que soy una amiga que no está de acuerdo con sus decisiones, o que planeo sabotearlo presentándole a una chica. Aun así, creo que Less es genial, y me encantaría que Larry se fije en ella
Larry hace una señal de despedida y cierra la puerta de la habitación.
Miro a Loann descansar. Sus largas y rizadas pestañas están más hermosas que nunca desde esa posición, y su boca se ve tan tierna con ese puchero, que me provoca lanzarme hacia sus brazos.
Camino unos pasos y vuelvo a tomar asiento junto a él, luego me recuesto a su lado. Loann estira un brazo y este descansa sobre mi cuerpo. Me hielo, no quiero moverme —y también pesa demasiado, está aplastándome los senos ahora mismo—. Trato de zafarme del peso, pero en cuanto logro liberarme él gira y coloca una pierna sobre mi abdomen.
Genial, es una jodida lombriz.
¿Lombriz helada? ¿Qué tal te va ese nuevo apodo, querido?
Su cuerpo gira y se queda de costado frente a mí, muy cerca de mi cabello. Me muevo con conveniencia hacia él. Lo siento, no puedo evitarlo y, aunque huela terriblemente a alcohol, me encanta que esté aquí. Conmigo.
—Hueles delicioso —susurra.
Abro los ojos de par en par ¿qué es lo que acaba de decir?
Aclaro la garganta. Ahora su mano envuelve mi torso.
—Tu cabello es hermoso, es como el sol —pronuncia.
¿El cabello de Disney es como el sol?
No. El cabello de Disney es color marrón rojizo.
¡Mi cabello es como el sol!
Mis piernas vuelven a sentirse frágiles, pero esta vez acompañadas de una nueva sensación, un ligero hormigueo en mi bajo vientre.
—Me gustan tus ojos. Hermosos ojos ¿grises?
Mi corazón de desinfla.
Tengo los ojos azules.
—Y esos labios, dulces y rosados. Me vuelves loco —su mano se dirige hacia mi mejilla y en cuanto lo hace, alejo mi cuerpo de su cercanía. No quiero que me toque si está pensando en otra chica, no así. No de esta manera. Estoy enamorada de él, pero no me rebajaré solo por el pretexto de sentirlo cerca de mí. El amor no me hará sentir menos que nadie.
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