ALEJANDRA LEONOR RODRÍGUEZ
LA ALE...
UNA VUELTITA MÁS
Editorial Autores de Argentina
Rodríguez, Alejandra Leonor
La Ale... una vueltita más / Alejandra Leonor Rodríguez. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-87-1262-8
1. Autobiografías. I. Título.
CDD 808.8035
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: info@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
PRÓLOGO
El 15 de noviembre de 2014 presenté, en el museo Muham Lilia Denari de Adelia María (mi localidad natal), mi primer libro: Historia de vida: La Ale.
Con mucha emoción y casi sin darme cuenta, se hizo público lo que estaba escrito en un olvidado cuaderno borrador.
Lo pude concretar porque fui impulsada por el escritor José Luis Gonzaga Alvarado y apoyada, en forma incondicional, por mucha gente (tal es el caso de mi prima Mariela) para que el evento se llevase a cabo.
Fue una muy linda experiencia que me colmó de alegría. No quiero ser presuntuosa pero varios de mis lectores querían conocer la continuidad de los acontecimientos...
Debí retomar pues “la pluma” e intentar responder a aquella pregunta con la que concluye mi primer libro: Me miré seriamente en el espejo y me dije: Ahora ¿qué vas a hacer?
En agradecimiento a quienes se interesan por mi existencia, a comienzo de 2015 abordé la tarea, y comencé a contarles, en este libro, algo de todo lo que me había ocurrido...
Encontrarán aquí la segunda parte del desarrollo de mi vida hasta el presente...
Sepan, quienes aún no me conocen, que solo soy un ser con una discapacidad física que pretende vivir ¡lo mejor posible!
Como siempre digo: gracias Dios por las personas que me ayudan a continuar por el “buen camino” y a quienes no me comprenden también, ya que me permiten conocer “la otra cara de la moneda”.
Si pensamos que no son buenas las comparaciones entonces mejor no hacerlas. Quiero sin embargo mencionarles que este libro difiere del precedente en cuanto a la forma, ya que consta de tres partes.
Me gustaría mucho finalmente aclarar y reiterar que en él reflejo lo ocurrido en mi ciudad por adopción, Río Cuarto, sin olvidar jamás lo vivido en mi entrañable terruño, Adelia María, donde nací, pasé mi niñez y gran parte de mi adolescencia.
Nunca se puede olvidar el lugar de ¡nuestras raíces!
PRIMERA PARTE
Hola, Río Cuarto:
¿Te acordás cuando me recibiste, por primera vez, allá por 1964? Yo tenía tan solo diez meses de vida. ¡Qué mal que estaba! Y sí llegué casi moribunda desde Adelia María, mi pueblo natal.
Fue aquí donde me diagnosticaron la enfermedad que padecía: poliomielitis (parálisis infantil) trasladándome entonces, con suma urgencia, al Hospital de niños de la ciudad de Córdoba (en donde me atendieron durante mi infancia y parte de mi adolescencia).
Vos fuiste siempre nuestra ciudad “de paso”, ya que nosotras, mi tía “Negra” (Nellebe) y yo, debíamos ir periódicamente al control médico a la ciudad Córdoba.
Hasta que finalmente, a los tres años de edad, me colocaron (en la ortopedia de la familia Guerra) el “equipo”, es decir: prótesis en las piernas y muletas. Estaba entonces así lista para comenzar a transitar por ¡¡¡los caminos de la vida!!!
A pesar de mi discapacidad física pude cursar la primaria y el secundario en mi pueblo, junto a un grupo de amigos excepcionales, de la mano de un cuerpo de excelentes profesionales (directivos, docentes y no docentes).
¿Cómo no agradecer pues eternamente a tanta buena gente que me permitiera educarme y querer seguir aprendiendo?
Mi mamá siempre me decía: las cosas y las acciones son buenas si se hacen de la nuez (prominencia laríngea ubicada en la parte anterior del cuello, comúnmente llamada “nuez de Adán”) para abajo (o sea de corazón) y no para arriba.
A mí me gusta eso, ya que considero que tiene mucha razón porque, pongámonos a pensar, ¿cuánta gente se jacta de ser tu amiga y en los momentos complicados de tu existencia nunca están presentes?
En mi caso gracias a Dios no me tocó, en general, padecerlo, pero debe ser sin dudas una situación muy fea. Por eso me permito compartir con ustedes una estrofa de esta bonita canción: “Entre a mi pago sin golpear” (escrita por nuestros renombrados santiagueños: el poeta y letrista Pablo Raúl Trullenque y el cantautor Carlos Carabajal) que creo que es muy reconfortante:
“Es oro la amistad
Que no se compra ni vende,
Solo se da
Cuando en el pecho se siente.
No es algo que se ha de usar y nada más”.
Vaya pues mi eterno y sincero agradecimiento a Dios por haberme topado, la mayoría de las veces, con gente muy solidaria dispuesta a dar una mano y a acompañarme en los momentos oportunos.
Podría entonces concluir diciendo que mi discapacidad no impidió que, en líneas generales, pase una infancia y parte de mi adolescencia muy linda en compañía de familiares y gente amiga.
Es que para que una persona logre ser libre, responsable y abierta debe (según mi modesto entender) tener una educación activa, progresiva y complementaria entre, por un lado, la familia y, por el otro, la escuela.
Así pues con la interacción de varios elementos se puede llegar a un “buen entendimiento” entre uno mismo y su entorno.
Concluí entonces con mis estudios secundarios y después de un año de estar sin una actividad precisa tomé una decisión muy importante ¡seguir estudiando!
Y fue entonces cuando emprendimos (mi tía y yo) el viaje hacia la “gran ciudad”, volviendo esporádicamente a Adelia María a veces los fines de semana y para las correspondientes vacaciones (dos semanas en invierno y un mes en verano).
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