Perspectiva socio-biológica. El autor más representante es Wilson, en el año 1980. Este enfoque es considerado un modelo que defiende que la herencia genética está íntimamente relacionada con el aprendizaje.
b) Teorías de las agresiones y los modelos biológicos
Modelos neuroquímicos. Los autores de referencia son Weil y Malhherbe, en 1971; Persky, en 1985; Kandel y Dolan, en 2001. Según este enfoque, la agresión y las conductas agresivas se relacionan con la presencia de diversos neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, que, según sus niveles de concentración, tanto por exceso como por defecto, verán modificada la conducta agresiva del sujeto. Por otro lado, la conducta agresiva está estrechamente asociada a niveles altos de adrenalina.
Modelos neuroendocrinos. Su representante fundamental es Kandel, el cual afirma que es innegable que las hormonas endocrinas afectan a ciertos comportamientos humanos. En el caso de las hormonas esteroides, como la testosterona, hacen que ciertos autores postulen que la conducta agresiva es más propia del sexo masculino que del femenino, por la presencia y los niveles de concentración de la citada hormona.
Modelos neurobiológicos. Los principales defensores de esta teoría son Raine, Buchsbaum y La Casse, en 1997; Drexler, Schweitzer, Quinn, Gross, Ely, Mamad y Kilts, Pietrini, Guazleelli, Basso, Jaffe y Grafmann, además de Blair y Cipolotti, en 2000. Para este enfoque, la agresividad está vinculada a una disminución en el funcionamiento y la operatividad de determinadas áreas prefrontales o lesiones en el córtex orbitofrontal y el gyrus parietal superior. Por otro lado, numerosos estudios destacan el papel del complejo amigdaloide y del hipotálamo en la aparición de diversas reacciones defensivas, entre las que se encuentran la ira y la agresión.
c) Teorías de las agresiones y los modelos del drive o impulso
Teoría de la excitación-transferencia. En 1979, Zillman, cuya base central de esta teoría es la «activación» a la hora de manifestar una conducta agresiva.
Un ejemplo que suele utilizarse en esta teoría es la del padre que llega extenuado tras un largo y duro día de trabajo y, ante cualquier mínimo estímulo o situación de conflicto –el llanto de un bebé, un plato que se cae y se rompe– se produce como reflejo un comportamiento agresivo.
Dicho comportamiento no se suele dirigir hacia el foco principal o desencadenante del comportamiento o excitación. Al contrario, arremeterá contra cualquier persona u objeto presente.
Teoría del síndrome AHA. Entre los años 1983 y 1995, autores como Spielberger, Reheiser, Sydeman y Moscoso expusieron que la conducta agresiva se relaciona con ciertas emociones como ira y hostilidad. Un acontecimiento genera una emoción –ira–, que se ve influida por una actitud negativa hacia los demás –hostilidad–, y puede desembocar en una acción violenta –agresión–, con consecuencias también de índole negativa.
Teoría de la frustración-agresión. Los representantes más destacados son Dollard, Doob, Miller, Mowrer y Sears, en 1939, y Miller en 1941. Todos ellos ponen de manifiesto que la agresión y la conducta agresiva se produce cuando se genera una frustración o interferencia. Es decir, que la consecución de una meta u objetivo no se vean realizados. En revisiones posteriores, Miller concluye que la frustración no siempre encadena una agresión abierta. En ocasiones, los sujetos desarrollan alternativas para enfrentarse a la frustración. Cuando se logra esto, la tendencia agresiva queda inhibida.
No obstante, si la frustración permanece, es posible que, a pesar de estas alternativas, la agresión y el comportamiento agresivo aparezcan.
Teoría de la frustración-agresión revisada. Los principales autores son Pastore, Worchel, Averrill, Weiner, Graham y Chandler. En revisiones posteriores se ha demostrado y matizado la relación existente entre frustración y agresión. Para que exista un comportamiento agresivo es necesario que se den determinadas características, entre las que destacan:
1) Su carácter de arbitrariedad, injusticia o ilegitimidad.
2) El grado de satisfacción anticipada de la meta que se frustra y la atribución de intencionalidad que se hace sobre la fuente que frustra.
Teoría de la aproximación conductual y desde la psicología animal. En 1975, expuesta por Keehn y Ulrich. El modelo conductual determina que la agresión es una conducta dependiente de las condiciones ambientales; como consecuencia, si se controla este factor, la agresividad se verá mitigada.
Primera formulación de Berkowitz. En 1970, sus primeras conclusiones se explican a partir de los principios del condicionamiento clásico. Posteriormente modificó su teoría con elementos cognitivos que detalló en sus investigaciones.
d) Teorías de las agresiones y los modelos basados en la aproximación cognitiva
Aproximación cognitiva neoasociacionista. Entre 1983 y 1993, Berkowitz propone un nuevo modelo por el que la agresividad, a la que denomina agresión aversivamente estimulada, es el resultado del afecto negativo producido por la experiencia de un suceso o acontecimiento desagradable. Para Berkowitz, el modelo explicativo de la conducta agresiva quedaría representado en la siguiente secuencia:
1) Un acontecimiento aversivo genera un afecto negativo o sentimiento desagradable.
2) Por su vinculación con pensamientos, recuerdos, reacciones expresivas motoras y otras emociones negativas asociadas a una tendencia de lucha, generan finalmente un sentimiento de ira rudimentario, que finalmente conduce a las inclinaciones conductuales agresivas, consistentes, bien en arremeter contra un blanco disponible, bien en la urgencia de herir a alguien. Si el sentimiento derivado del afecto negativo da lugar a un sentimiento de temor rudimentario, fruto de las asociaciones a pensamientos, recuerdos o reacciones expresivo-motoras correspondientes a una tendencia de huida, el resultado, en lugar de la ira y la agresión, sería de terror, y sus inclinaciones conductuales, de escape.
Teoría social cognitiva de Bandura. Entre los años 1973 y 1986, Bandura defiende que la agresión es causada por los procesos de pensamiento sobre la motivación. Es decir, que la conducta está determinada por la interacción con el ambiente, los factores personales y conductuales. En cuanto a los factores cognitivos, se ha de tener en cuenta, como centro fundamental de interés, los procesos vicarios, la autorregulación y la autorreflexión del sujeto. Según Bandura, la conducta agresiva se suele mantener siempre que constituya para el agresor un medio de lograr beneficios y satisfacer sus objetivos.
Desde su análisis del aprendizaje social de la agresión, este mismo autor expone tres tipos de mecanismos:
Mecanismos que originan la agresión. Entre estos destacan el aprendizaje por observación y el aprendizaje por experiencia directa.
Mecanismos instigadores de la agresión. Otros procesos que propician la conducta agresiva son la asociación del modelado con consecuencias reforzantes, la justificación de la agresión por el modelo como socialmente legítima, la aparición de activación emocional y la aparición de instrumentos o procedimientos específicos para propiciar un daño.
Mecanismos mantenedores de la agresión. Estos mecanismos se refieren al reforzamiento externo directo. Ejemplo: recompensas materiales o sociales, disminución de una estimulación aversiva, reforzamiento vicario y autorreforzamiento.
Modelo del déficit en el procesamiento de la información. Sus defensores son D’Zurilla y Goldfried, en 1971; Weiner, en 1985; Dodge y Coie, en 1987; Huesman, en 1988; Dodge y Crick, en 1990 y 1994; por último, Pakaslahti, en el año 2000. Según esta teoría, los distintos factores emocionales, conductuales, fisiológicos y sociales son los responsables de la memoria sociocognitiva, responsable de actuar en la mediación de los problemas. Así, los sujetos agresivos tienden a tener o mostrar dificultades en la búsqueda de estrategias adecuadas.
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