Noelle Cass - El error de tu venganza

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El error de tu venganza: краткое содержание, описание и аннотация

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Si algo ha hecho Cristopher es amar a Isabella con toda su alma, pero el destino a veces tan caprichoso con los amantes, hace que un mal entendido convierta a Cristopher en un hombre capaz de planear la más cruel de las venganzas. Qué mejor venganza que obligarla a casarse con él y convertir su vida en un infierno. Isabella jamás le fue infiel, no importa que Cristopher lo pensara durante años. Las cosas jamás sucedieron tal y como él creyó durante tanto tiempo. ¿Qué pasará cuando descubra la verdad? ¿De verdad puede pensar que Isabella le perdone tanto daño? Descubre esta apasionada historia de amor de la mano de Noelle Cass.

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Se encaminó hacia el aparcamiento donde tenía estacionado su coche. Por el momento sería suficiente. Tendría que calcular bien su próximo golpe, la bomba estaba a punto de explotar y estaba ansioso porque llegara ese momento. Abrió el coche con el mando a distancia y se sentó detrás del volante. Dos minutos más tarde, aceleró y salió todo lo rápido que el tráfico le permitía a esas horas, era un caos circular por esa parte de la ciudad. En ella se congregaban la mayoría de las oficinas y empresas de alto standing de Londres.

Casi tres cuartos de hora más tarde, aparcaba en su plaza del apartamento donde vivía, se encaminó hacia la entrada y cuando estuvo dentro se fue directo al despacho, mientras se desataba el nudo de la corbata y se sentaba en el sillón frente al ordenador. En el trayecto, la culpa lo había aguijoneado de forma incesante. Se sentía aturdido por todo lo que había dicho de Isabella a Kyle. Ni él mismo tenía muy claro lo que había pasado realmente esa noche. Ni siquiera había atendido a razones y dejar que ella se explicara. La había echado a la calle sin contemplaciones a su amante y luego tuvieron una discusión muy fuerte en la que él la había agredido verbalmente, se había contenido para no ponerle un dedo encima. Después la había echado también a la calle junto con sus pertenencias. Luego se había largado de la ciudad como alma que llevaba al diablo. Deseando poner tierra de por medio entre Isabella y él. Pero había sido imposible. No era capaz de sacársela de la cabeza. Necesitaba vengarse de ella para que su alma y su corazón se recuperaran de una vez y seguir su vida sin mirar atrás. Estaba comenzando a flaquear de nuevo, se dijo, y no lo podía permitir. No podía pensar en ella como una víctima. Si en todo eso había una víctima, ese era él, que no se había dado cuenta de la calaña de esa trepadora. Sí, una mujerzuela que no tenía escrúpulos a la hora de conseguir lo que quería. Lo había utilizado como si nada, jugando con sus sentimientos y su corazón. Se removió inquieto en el sillón.

Finalmente, encendió el ordenador y logró concentrarse en los balances que tenía sobre una nueva campaña de productos que estarían muy pronto a la venta. En esos momentos, sus asesores y él estaban trabajando en una buena campaña de promoción. Para su asombro, logró concentrarse en números y porcentajes que el ordenador le mostraba.

8

Kyle entró hecho una furia en el edificio, se introdujo en el ascensor y subió a la sexta planta. Cuando se abrieron las puertas se alegró de que no hubiera nadie por los pasillos y se dirigió lo más rápido posible a su despacho. Cristopher lo había puesto de un humor de perros. En su fuero interno no quería creer las palabras de ese desgraciado, pero tenía que reconocer que había abierto una brecha sobre la imagen que él tenía de Isabella. Y aunque fuera así, no tenía derecho a juzgarla con tanta ligereza, el culpable era Cristopher, por ir aireando las intimidades de un pasado que había compartido con Isabella, y eso demostraba la clase de hombre que era. Llegó a la puerta de su despacho y entró rápidamente cerrando la puerta, se acercó al asiento detrás del escritorio y se dejó caer pesadamente derrotado. Ahora más que nunca tenía que proteger a Isabella de ese malnacido, precisamente sus actos no eran honrados, pensó distraído mientras giraba el asiento y se ponía a mirar por la ventana, sin fijarse en nada particular. Él era el único que podía defender a Isabella y buscaría la forma de ayudarla, no sabía exactamente cómo, pero Cristopher no volvería hacerle daño a Isabella mientras a él le quedara un soplo de vida, eso lo tenía muy claro. Minutos después giró de nuevo el sillón hacia el ordenador e intentó concentrarse en el trabajo, pero le fue imposible, la conversación con Cristopher invadía de nuevo su mente, no alcanzaba a imaginar qué pretendía obtener de Isabella después de tantos años. Pero se prometió que estaría alerta para averiguarlo.

Al mediodía, cuando por fin pudo concentrarse y avanzar en el proyecto que tenía entre manos, Isabella llamó a su puerta y entró en el despacho. Tan pronto ella entró en la estancia, el delicioso aroma del perfume a rosas de Isabella le inundó las fosas nasales y el corazón le dio un vuelco. Delante de Cristopher no lo quiso reconocer, pero era más que evidente que estaba muy enamorado de ella. Era preciosa, dulce, inteligente, triunfadora y con esa combinación no había podido resistirse a ella, era una mujer maravillosa y no era difícil que los hombres se quedaran prendados de ella. Ella avanzó hacia el escritorio y se sentó en una de las sillas que había frente a él.

—¿Estás muy ocupado? —preguntó ella mientras tomaba asiento—. Como hoy no viniste a preguntarme como de costumbre si íbamos a comer juntos, me pasé para ver si te pasaba algo.

—No, no estoy muy ocupado, después del descanso volví al despacho y tardé en concentrarme en el trabajo —dijo él mientras cerraba el programa del ordenador que usaba para hacer su trabajo y después la miró.

Ella estaba preciosa con un traje chaqueta pantalón beige y camisa blanca. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo la nuca del que se desprendían unos cuantos mechones y caían acariciando su esbelto cuello. Acompañaban el conjunto unos sencillos pendientes de oro a juego con una cadena también de oro en forma de corazón. Kyle cada vez que la veía tenía la sensación de que el corazón se le iba a salir del pecho, mientras latía desaforado y la sangre le corría por la venas como si fuera un torrente de lava ardiendo. Solo deseaba que Isabella algún día pudiera corresponder a sus sentimientos, era lo que más deseaba en la vida, amarla y protegerla el resto de su vida. Una mujer como ella no podía conformarse con mucho menos.

—Entonces, ¿te apetece venir a comer conmigo al Old Beginins? —preguntó ella con una sonrisa luminosa que en esos momentos rivalizaba con la intensa luz del sol.

—Eso no hace falta que lo preguntes, sabes que para mí es un placer comer contigo. —Y se levantó del asiento mientras sonreía y dejaba ver unos dientes perfectamente alineados y blancos. Cogió la chaqueta del traje y se la puso. Isabella pudo comprobar que él estaba muy guapo.

—¿Has avanzado mucho en el proyecto? —le preguntó Isabella mientras también se ponía en pie y se alisaba la ropa.

—Sí, estoy seguro de que para la próxima junta de accionistas ya podré tener un proyecto viable, creo que todos van a quedar encantados con los resultados.

—Me alegro mucho por ti, Kyle —dijo ella sinceramente, mientras él la dirigía hacia la puerta del despacho. Recorrieron el pasillo hasta el ascensor y en cuanto las puertas se abrieron, entraron y bajaron al vestíbulo del edificio.

—La verdad es que al principio el principal accionista no veía viable mi idea, pero ahora que está el trabajo más avanzado se da cuenta de que es un buen proyecto a medio plazo —habló él, mientras las puertas se abrían y salían del ascensor. Él la sujetó suavemente por los hombros y la dirigió hacia la salida del edificio.

—Sí, es verdad, Peterson al principio tenía sus dudas y no veía con buenos ojos la propuesta que le ofrecías. Johnson y Clive le abrieron los ojos haciéndole ver el abanico de posibilidades que aportaba tu idea. Eso hará que nuestra cartera de clientes aumente con el tiempo.

—Ahora solo queda esperar a ver si quedan satisfechos con los resultados definitivos —dijo él y salieron a la calle, donde los recibió el sol.

Se encaminaron hacia el restaurante. Kyle seguía sujetando a Isabella por los hombros y ella no hizo nada para romper el contacto. Se sentía protegida entre los brazos de él. Kyle seguía inquieto por la conversación que había mantenido con Cristopher esa misma mañana. Por momentos, sentía la necesidad de contárselo a Isabella, pero sabía que si le decía lo sucedido, ella se disgustaría y se enfadaría, no quería que ella sola se enfrentara a ese desgraciado que le había arruinado la vida. Pero también se sentía culpable por ocultárselo, si algún día ella se enteraba, lo despreciaría por actuar a sus espaldas, y eso él no lo soportaría. Aunque Isabella no sintiera nada por él, por el momento era feliz teniéndola como amiga a su lado. Quería creer que en un futuro no muy lejano ella podría llegar a enamorarse de él.

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