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Manual para el cultivo de frutales en el trópico
Editor científico
Gerhard Fischer
Autores
Carlos Reyes S.
© PRODUMEDIOS
ISBN: 978-958-8829-10-4
Primera edición: Octubre de 2012
Corrección de estilo:
Magdalena Arango
Producción editorial:
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Bogotá, D.C., Tel: (57 1) 893 7710
www. produmedios.org
Diseño:
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La fruticultura es descrita como una
mezcla armónica de ciencia y arte,
basándose, además del conocimiento
de la fisiología de la planta, en los
conocimientos de otros campos
como la geografía, la climatología, la
meteorología, la edafología, la
química, la física, la nutrición, la genética, la
patología, la entomología, la economía,
la comercialización y el manejo de los
recursos naturales.
Presentación
Gerhard Fischer, PhD y Diego Miranda, PhD
Profesores asociados, Facultad de Agronomía,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
La fruticultura es, sin duda alguna, una de las actividades más emocionantes del ámbito agrícola. En todas las épocas, las frutas han jugado un papel muy importante en la nutrición del hombre. El hombre logró aprovechar las distintas especies silvestres y crear a través del fitomejoramiento continuo variedades más grandes y con mejores cualidades. Los antiguos romanos sabían sobre la poda, el injerto y el raleo de frutos, pero no comprendían porqué estas prácticas eran benéficas; sin embargo, aun ahora no existen explicaciones adecuadas para fenómenos de incompatibilidad de injertos y de resistencia a enfermedades.
La fruticultura es descrita como una mezcla armónica de ciencia y arte, basándose, además en el conocimiento de la fisiología de la planta, en los conocimientos de otros campos como la geografía, la climatología, la meteorología, la edafología, la química, la física, la nutrición, la genética, la patología, la entomología, la economía, la comercialización y el manejo de los recursos naturales.
Los árboles frutales son plantas perennes leñosas que deben producir cada año cosechas abundantes. Bananos, piñas, papayas y mangos son los frutos tropicales más conocidos en el mundo, pero hay otros, ya bien conocidos en los trópicos, que se vuelven cada vez más importantes en los mercados de otras zonas.
Inicialmente la explotación frutícola se limitaba tan sólo a la recolección de frutos silvestres, pero ahora la fruticultura es una actividad planificada y sistematizada por el cultivador y es una actividad rentable que complementa a la agricultura intensiva.
Los cultivos de frutales están en todos los continentes, y las particularidades de cada zona de cultivo exigen la implantación de cierto tipo de labores, como la poda, la fertilización y el riego, entre otras, con el fin de mejorar su productividad. En los últimos años el control del desarrollo del árbol con fitorreguladores, el control biológico de las plagas y demás mejoras fitosanitarias, así como la ingeniería genética, han contribuido a incrementar la producción de frutos y su calidad.
La importancia de los frutos en la dieta del ser humano se basa en su contenido de agua pura (75-95%), sus aportes de azúcares, ácidos orgánicos, vitaminas, sales minerales, fibra y otros componentes, como pectinas y pigmentos. En los últimos años, los frutos se han clasificado además como funcionales o nutracéuticos, por sus propiedades medicinales. En este contexto, la actividad antioxidante de ciertas sustancias presentes en los frutos –como los carotenoides, en los de color amarillo; la vitamina C, en cítricos, y la E, ennueces, y los bioflavonoides, en la mora– contrarresta enfermedades del hombre por su acción, en especial, sobre los radicales libres del oxígeno, siendo ésta una de las propiedades más valoradas por los consumidores actuales. Ejemplos de frutos con alta actividad antioxidante son el agraz y el arándano; otros son los cítricos, con un contenido alto de flavonoides con actividad antioxidante, anticancerígena, antiviral y antiinflamatoria, o las hojas de la uchuva, que muestran actividades antibióticas, antihepatotóxicas, antioxidantes y antiinflamatorias.
Aparte de las cualidades nutritivas y terapéuticas de los frutos, la cultura de las frutas se caracteriza por la importancia económica especial que le confiere a una región. Entre otras ventajas tenemos: elevada rentabilidad por unidad de superficie, empleo de gran cantidad de mano de obra, producción base para numerosas industrias, cultivo permanente, que valoriza la tierra en la que se planta y una producción apta para la exportación de frutas frescas y sus derivados.
Estos factores llevan a que mejore la calidad de vida de los fruticultores y sus familias y a que esta actividad juegue un papel importante en el producto bruto interno del país y de las regiones, como ocurre con la fruticultura chilena o en la región frutícola del norte del Valle del Cauca, en Colombia, en donde la fruticultura se constituye en motor del desarrollo económico.
La fruticultura representa para Colombia una fuente importante de crecimiento de la agricultura, de generación de empleo rural y de desarrollo con equidad para las distintas regiones, puesto que las frutas, además de asentarse en los diversos pisos térmicos, conforman a su vez una producción administrada con criterios de eficiencia y sostenibilidad en escalas que van desde los micro, pequeños y medianos productores hasta los grandes productores y empresarios.
En el contexto del crecimiento de la fruticultura y la comercialización de sus productos en las últimas décadas, no se debe olvidar que ésta es una actividad agrícola que requiere inversiones iniciales altas y que el cultivo pasa primero por un periodo improductivo o de baja rentabilidad, cuya duración, en el caso de los frutales perennes, varía entre tres y ocho años, según la especie, el cultivar y la tecnología aplicada. Esta situación le dificulta al pequeño productor la instalación de plantaciones comerciales, pero una solución para que las explotaciones de áreas limitadas no sean excluidas en la exportación de estos frutos podría ser la formación de cooperativas de productores.
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