Claudio Rizzo
La verdad,
fuente de Santidad
Predicaciones III
Formación Interdisciplinaria
Rizzo, Claudio
La verdad, fuente de santidad: la verdad y el amor versus la mentira y la envidia / Claudio Rizzo.
- 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Guadalupe, 2021.
Libro digital, Book “app” for Android - (Predicaciones; 8)
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-950-500-829-2
1. Espiritualidad Cristiana. I. Título.
CDD 248.4
Diagramación de interior y tapa: Patricia Leguizamón
epub: www.grupouno.com.ar
I.S.B.N. Nº 978-950-500-799-8
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Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.
Todos los derechos reservados.
Impreso en Argentina.
© Editorial Guadalupe, 2020.
ÍNDICE
Presentación
1ª Predicación
2ª Predicación
3ª Predicación
4ª Predicación
5ª Predicación
6ª Predicación
7ª Predicación
8ª Predicación
9ª Predicación
10ª Predicación
11ª Predicación
12ª Predicación
13ª Predicación
14ª Predicación
15ª Predicación
16ª Predicación
17ª Predicación
18ª Predicación
19ª Predicación
20ª Predicación
21ª Predicación
22ª Predicación
23ª Predicación
24ª Predicación
25ª Predicación
26ª Predicación
27ª Predicación
Presentación
A medida que pasa el tiempo y se acerca la presentación de un libro siento gratitud sincera a Dios por permitirme publicar tantos escritos que guían mis predicaciones a través de casi 33 años ininterrumpidos.
Tengo el gusto de presentarles mi octavo libro que se titula “La verdad, fuente de santidad” luego de “El Sentido de la Vida”, “La Ansiedad y nuestros interrogantes”, “La Soledad en estos tiempos”, “El Amor no procede con bajeza”, “Nuestros enojos: conflictos enigmáticos” y “Dios perdona y olvida” y “El crecimiento empieza donde la acusación termina”.
En este libro octavo trato el contraste entre la verdad bíblica que hallamos en Cristo, Fuente de toda Santidad, y las mentiras y envidias fruto de las sombras de nuestras vidas, siendo éstos en un lenguaje paulino: frutos de la carne, es decir, aquello aún inconverso en nuestras vidas.
JESUCRISTO es la Verdad. Se oye a menudo una frase en la que, quienes no conocen o se niegan a aceptar el Señorío de Cristo utilizan y es: “nadie es dueño de la verdad”. Cuán incierta es esta frase apologética (defensiva) que los hombres del mundo, varones y mujeres, usan y a menudo con mucha firmeza para frenar que les comuniquen o intenten hacerlo otros desde su fe.
Algunos opinan que aquellos que la afirman no conocen al Señor. Otros sostendrán que lo hacen por ignorancia. Sin embargo, existe la posibilidad de hacerlo para contraponerse en defensa del secularismo (prescindencia de Dios) que se advierte en muchos ambientes ciertamente mundanos, esto es, el mundo como mundanidad.
Algunas personas no conocen a Cristo, el Señor, por falta de conocimiento, como sostiene el profeta Oseas. Otros porque nadie les predica, como enseña San Pablo en la Carta a los Romanos. Y otros porque hacen la opción de oponerse a las exigencias que el Evangelio nos ofrece.
JESUCRISTO es la verdad. El Señor lo reveló “Yo soy la Verdad”, Jn 14, 6. Y al enseñarnos que “la verdad nos hará libres”, Jn 8, el Señor nos está manifestando que solo en Él seremos libres si “en él vivimos, nos movemos y existimos”, Gal 2.
La verdad implica optar por su Evangelio, generar y honrar una identidad bautismal que nos libera del peso del pecado.
Nuestra alianza con Cristo suscita el deseo de la inocencia de vida, de descubrir que su Luz es nuestra única claridad, de movernos a conciencia sabiendo que ésta es “el primer vicario de Jesucristo”. Así nos lo enseña San Ambrosio (s. IV), de optar por incorporar los valores del Reino. Así el resto viene por añadidura.
El sentido de desnudez interior que produce andar en la verdad otorga mucha paz y bienestar en nuestra alma lo cual genera serenidad dado que se hacen vida aquellas palabras del Sal 62: “Solo en Dios descansa mi alma”.
Sugiero siempre releer cada capítulo por sus contenidos y sus reflexiones.
Agradezco a nuestro Padre Eterno en la persona de Cristo por donarnos su Espíritu para provecho común, 1 Co 12, 7.
A la Virgen Santa por acompañarme en cada predicación e instruirme con su oración. Y a todos los hermanos que tanto en mis programas radiales desde hace veinticuatro años consecutivos están en las sintonías buscando al Dios de la Vida…
Agradezco renovadamente a Pedro, sacerdote verbita, que como director de la Editorial Guadalupe me acompaña cercanamente en todas mis publicaciones.
Sigamos construyendo el Reino.
Claudio Rizzo
1ª Predicación
“Beneficios divinos: andar en la verdad I”
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre sino por mí”.
Juan 14, 6
Definir desde el inicio de nuestro desarrollo qué es la verdad nos ayudará a situarnos en la dimensión de la verdad a la cual nos mueve el Señor Jesucristo. Desde una perspectiva filosófica, la verdad es la relación entre la inteligencia y el ser. Se suele decir entre la vox y la res. Esta última alude a la esencia, a la actividad de la cosa. Sin embargo, el fundamento de la verdad es el acto de ser y no la esencia. Igualmente, en la relación ser-acto conviene distinguir que el “ser” es visto no desde el exterior, como un dato o como una existencia fáctica, y ni siquiera como una “realidad” que estuviera frente al pensar. Por eso, se deduce claramente que ser y automanifestación no pueden, en rigor, separarse. El “acto”, en cambio, tiene la intención de cambiar o enriquecer la concepción del ser haciendo confluir toda la meditación sobre el ser. Entonces, el acto que es correlato del ser es, en realidad, su propia interioridad: el ser vivido, experimentado desde dentro.
En este sentido, es que Santo Tomás de Aquino agrega a la existencia el acto de ser. No se limita solo a esencia y existencia. Somos seres contingentes, esto es, somos lo que somos, pero podemos no serlo. Dios nos da el acto de ser lo que somos. Ahora bien, existe una verdad lógica que procura una conformidad con el ente; es una relación entre el intelecto y el ente y una verdad ontológica que consiste en inteligir; esta verdad es previa a la lógica. Por ejemplo, los actos de sentir, comprender tienen una verdad ontológica.
Podemos preguntarnos; ¿Por qué no se puede conocer la verdad con los sentidos o la simple aprehensión? Y la respuesta es porque la sensación y simple aprehensión conocen el objeto, pero no su conformidad con él, para lo cual se requiere la reflexión. La sensación (ver, gustar, oír) no reflexiona dado que es un acto material. Lo mismo sucede con la aprehensión. Una cosa es conocer la esencia (lo que define el ser) y otra es conocer la conformidad de la esencia con la realidad (por ej. el concepto de un dinosaurio: la verdad existe materialmente pero no formalmente). La inteligencia juzga reflexionando sobre la conformidad (verdad) o discontinuidad (error). Solo aparece la verdad cuando conozco la relación (conformidad).
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