LeRoy Edwin Froom
Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.
Índice de contenido
Tapa
Dedicación Dedicación Este volumen está dedicado, con oración, a los ministros evangélicos del Movimiento Adventista del Séptimo Día, quienes, por medio del poder habilitante del Espíritu Santo en la lluvia tardía, están destinados a ser los instrumentos para culminar la tarea de alcance mundial que nos fue encomendada.
A manera de Introducción
PRIMERA PARTE
FUNDAMENTO BÍBLICO
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
SEGUNDA PARTE
FUNDAMENTO BÍBLICO
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
TERCERA PARTE
FUNDAMENTO BÍBLICO
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
CUARTA PARTE
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
LLAMAMIENTO DIVINO A LA ORACIÓN
La venida del Consolador
Le Roy Edwin Froom
Título del original en inglés: The Coming of the Comforter , Review and Herald Publishing Association, Hagerstown, MD, E.U.A., 1949.
Traducción: Staff de la Pacific Press Publishing Association
Diseño de tapa: Romina Genski
Diseño del interior: Marcelo Benítez
Libro de edición argentina
IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina
Primera edición, e - Book
MMXXI
Es propiedad. Derechos reservados (versión castellana) © Pacific Press Publishing Association, Nampa, Idaho. E.U.A. © 1977, 2021 ACES.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
ISBN 978-987-798-366-1
Froom, Leroy EdwinLa venida del Consolador / Leroy Edwin Froom. - 1ª ed . - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2021.Libro digital, EPUBArchivo digital: OnlineISBN 978-987-798-366-11. Vida cristiana. I. Título.CDD 248.4 |
Publicado el 01 de marzo de 2021 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
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Este volumen está dedicado, con oración, a los ministros evangélicos del Movimiento Adventista del Séptimo Día, quienes, por medio del poder habilitante del Espíritu Santo en la lluvia tardía, están destinados a ser los instrumentos para culminar la tarea de alcance mundial que nos fue encomendada.
“Puesto que este es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él y predicamos respecto de él? El Señor está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que lo sirven, que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos. Cada obrero debiera elevar su petición a Dios por el bautismo diario del Espíritu. Debieran reunirse grupos de obreros cristianos para solicitar ayuda especial y sabiduría celestial, para hacer planes y ejecutarlos sabiamente. Debieran orar especialmente porque Dios bautice a sus embajadores escogidos en los campos misioneros con una rica medida de su Espíritu. La presencia del Espíritu en los obreros de Dios dará a la proclamación de la verdad un poder que todo el honor y la gloria del mundo no podrían conferirle” ( Los hechos de los apóstoles , pp. 41, 42).
Los estudios relativos al Espíritu Santo que componen este volumen fueron presentados en primera instancia a los delegados y los pastores que asistieron a las asambleas ministeriales cuadrienales realizadas en relación con congresos cuadrienales de Unión durante la primavera de 1928. La generosa presencia del Espíritu Santo, en esas reuniones y durante esas presentaciones, se recuerda con particular gratitud, con la intención de rendir reverente homenaje a nuestro Padre celestial.
A pedido urgente de centenares de ministros que asistieron cuando estos temas fueron presentados oralmente, se confiere aquí a estos estudios un formato permanente y accesible para todos. Y, por pedido especial, las observaciones introductorias que preceden a las presentaciones se reproducen con tanta exactitud como la memoria lo permite, de manera que todo el contexto sea tan real como resulte posible.
Un muy solemne sentido de responsabilidad descansa sobre mí, cuando contemplo las horas que habremos de pasar juntos en estudio fervoroso y diligente. Una grave conciencia de mi responsabilidad ante Dios impregna todas nuestras consideraciones. Francamente, yo no escogí esta línea de estudios. Durante meses, me ha dominado un sentido de urgencia, un gran apremio, una convicción que no podía desconocer, de que encabezara esta investigación. Estoy profundamente convencido de que Dios me ha inducido a sentir mi propia necesidad, y la necesidad de mis colaboradores. Esto ha determinado, en mi propia alma, un poderoso ruego de que el Señor nos conceda la única provisión adecuada para nuestras necesidades comunes. Y oro a Dios con el fin de que estos estudios puedan resultar en una genuina bendición y una ayuda, por defectuosa o inadecuadamente que sean presentados.
No nos hemos reunido para escucharnos unos a otros predicar, por muy propio que esto sea. Ni estamos aquí con motivo de entretenemos con hábiles y originales giros del pensamiento ni para entregarnos a teorías especulativas. Antes bien, nos hemos convocado para un estudio profundo y serio, y para una búsqueda ferviente e intensiva de grandes verdades, extraordinarios principios y provisiones adecuadas a las exigencias de una obra como esta.
Es fundamentalmente necesario que entendamos ciertos factores desde el mismo comienzo. Vivimos en un mundo que está cambiando rápidamente; un mundo que corre alborotado, dominado por nuevas fuerzas. Pasiones salvajes, puestas en libertad, que provienen del abismo, han producido una situación nueva durante esta época. La humanidad no entiende las influencias malignas que están desviando a la raza humana, de Dios, hacia la indiferencia, el desafío y la rebelión. Y la situación se está intensificando y complicando con cada año que pasa.
Problemas nuevos y graves, que surgen de una actitud nueva y siniestra, de la mente y del corazón, hacia Dios y la autoridad divina, nos confrontan y nos desafían. Y estamos atravesando un período de transición: vamos del pensamiento serio y reverente a la diversión liviana, superficial y corruptora. Es mi convicción que los hombres y las mujeres son hoy más difíciles de alcanzar con nuestro mensaje del evangelio redentor que hace unos pocos años.
Las enormes ciudades del mundo, que van creciendo más y más con los años, nos confrontan con una tarea abrumadora. Dentro de un radio de 200 kilómetros de Springfield, Massachusetts, donde se realizó la Asamblea Ministerial de la Unión del Atlántico, reside una población de más de 13 millones de habitantes; en tanto que dentro de un radio de 160 kilómetros del Palacio Municipal de la ciudad de Nueva York viven más de 20 millones de almas. Totales similares a estos podrían encontrarse dondequiera. Y apenas estamos tocando las ciudadelas de los hombres, las mujeres y los niños con la punta de los dedos. Y, sin embargo, ellos deben oír el mensaje de Dios a la humanidad.
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