Douglas Kennedy - Una relación especial

Здесь есть возможность читать онлайн «Douglas Kennedy - Una relación especial» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una relación especial: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una relación especial»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sally Goodchild es todo lo que cabría esperar de una periodista estadounidense de treinta y siete años: independiente, fuerte y ambiciosa. Hasta que conoce a Tony Hobbs, un corresponsal inglés en una misión en El Cairo. Tras un romance apasionado, la vida de Sally se trastorna por completo; de pronto se encuentra inesperadamente casada, embarazada y viviendo en Londres. La relación transforma la libertad y la aventura en responsabilidades y trabajo extenuante, y convierte los problemas cotidianos de la pareja en una auténtica pesadilla. Después del nacimiento de su hijo, Sally cae en una espiral de depresión posparto, mientras que la vida de Tony vuelve a una relativa normalidad. Resentida e incapaz de hacer frente a los cambios que se han producido en su vida, Sally se encuentra con que el hombre en el que confiaba por encima de todo se ha vuelto en su contra, y amenaza incluso con arrebatarle lo que más le importa: su hijo. Este libro es la historia y el reflejo de muchas relaciones complejas: la de un hombre y una mujer, una pareja, unos amigos puestos a prueba, un paciente con sus cuidadores, un cliente con su abogado… y, por encima de todo, la relación especial de una madre con su hijo. «Una historia que cautiva, emocionante e inteligente».
The Times «No recuerdo un libro tan excitante».
Daily Telegraph «Una vez más, el autor de En busca de la felicidad consigue su objetivo: la abstracción del lector».
Vogue «Extrañamente feroz».
Le Parisien «Una novela psicológica con un suspense estremecedor Una delicia».
Le Figaro «Kennedy se desliza majestuosamente entre el amor a primera vista y el arrepentimiento, personajes entrañables e intriga implacable».
Cosmopolitan

Una relación especial — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una relación especial», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Tendré que pensar en todo esto.

Hay que decir, en honor a Tony, que no insistió en el tema. Y tampoco me presionó de ninguna manera durante la semana siguiente. De todos modos, Tony nunca hacía esas cosas. De manera que, durante los primeros días posteriores a nuestro regreso de Londres, nos dimos tiempo para reflexionar. Corrijo: me dio tiempo para reflexionar. Sí, hablamos por teléfono dos veces al día, y hasta nos divertimos un día que almorzamos juntos, pero no mencionó en ningún momento la gran pregunta pendiente entre nosotros, hasta que, al final, yo pregunté:

—¿Has comunicado tu decisión al Chronicle ?

—No, todavía estoy esperando una puesta al día de alguien.

Me sonrió tímidamente al decirlo. Aunque lo presionaban para que tomara una decisión, seguía negándose a meterme prisas. Y yo no podía evitar comparar su suave enfoque de la situación con el de Richard Pettiford. Cuando él intentaba forzar que aceptara casarme, se pasó de la raya varias veces, y llegó a tratarme (al auténtico estilo de un abogado) como un jurado reacio al que tenía que convencer de su punto de vista. Con Tony ni siquiera tuve que responder a su comentario sobre «esperar una puesta al día de alguien». Él era consciente de que me estaba pidiendo que tomara una gran decisión, por lo tanto, a modo de respuesta le pregunté:

—¿No te marcharás hasta dentro de tres meses, verdad?

—Sí, pero el editor necesita saber mi decisión a finales de esta semana.

Y lo dejó allí.

Además de reflexionar mucho, también hice algunas llamadas clave, la primera de ellas a Thomas Richardson, el editor jefe del Post, y una persona con quien siempre había mantenido una relación cordial, si bien distante. Como el yanqui de la vieja escuela que era, también apreciaba que se le hablara sin rodeos. Así que, cuando me devolvió la llamada, fui directa con él, y le expliqué que iba a casarme con un periodista del Chronicle y pensaba trasladarme a vivir a Inglaterra. También le dije que el Post era mi casa y que me gustaría seguir trabajando en el periódico, pero el hecho de que estuviera embarazada significaba que necesitaría una baja de maternidad de cuatro meses dentro de siete.

—¿Estás embarazada? —preguntó, como si le sorprendiera sinceramente.

—Eso parece.

—Es una gran noticia, Sally. Entiendo perfectamente que quieras tener al niño en Londres.

—El caso es que no nos mudaremos hasta dentro de tres meses.

—Seguro que podremos encontrarte algo en la oficina de Londres. Uno de nuestros corresponsales hace tiempo que habla de volver a Boston, así que no podías ser más oportuna.

Una parte de mí estaba alarmada porque mi jefe me facilitara tanto el traslado profesional a Londres, pues ya no tenía ninguna razón para no seguir a Tony. Cuando le comuniqué que mi traslado a la oficina del Post de Londres era segura, también le dije que estaba aterrorizada por aquel enorme cambio de circunstancias. De nuevo su respuesta (aunque previsiblemente frívola) fue reconfortante: me dijo que no era como si fuera a meterme a monja. Tampoco nos mudábamos a Ulán Bator. Y tendría trabajo. Y si descubríamos que no podíamos soportar el trabajo de oficina... En fin, ¿quién decía que estábamos encadenados a Londres para el resto de nuestras vidas?

—Vaya, que no somos la clase de personas que se convierten en carceleros mutuos, ¿no? —dijo.

—De ninguna manera —contesté.

—Me alegro de saberlo —repuso, riendo—. Así pues, no creo que sea el fin del mundo si nos casamos un día de estos, ¿no?

—¿Desde cuándo te has vuelto tan romántico? —pregunté.

—Desde que tuve una conversación hace unos días con uno de nuestros hombres en el consulado.

Lo que le dijo «el hombre del consulado» a Tony era que los trámites para mi estancia en Gran Bretaña —tanto profesional como personalmente— se expedirían con mayor rapidez si éramos marido y mujer. De otra manera, me esperaban meses de burocracia de inmigración si decidía permanecer soltera. De nuevo me quedé pasmada ante la velocidad con que mi vida estaba dando un giro. El destino es así. Viajas mucho, creyendo que la trayectoria de tu vida seguirá un curso determinado (especialmente cuando te estás acercando a la mediana edad). Y entonces, conoces a alguien, dejas que la relación avance, te encuentras andando de puntillas por ese peligroso terreno denominado «amor». Antes de que te enteres, estás hablando por teléfono con el único superviviente de tu familia, contándole no solo que estás embarazada sino que estás a punto de...

—¿Casarte? —exclamó Sandy, genuinamente sorprendida.

—Es lo más práctico —dije.

—¿Quieres decir como quedarte embarazada por primera vez a los treinta y siete?

—Créeme, eso fue un accidente.

—Te creo. Porque eres la última persona que pensaría que se quedaría embarazada adrede. ¿Cómo se lo ha tomado Tony?

—Muy bien. La verdad es que mejor que yo. Ha llegado a pronunciar la temible expresión «sentar la cabeza» y además en un tono positivo.

—Puede que entienda algo que tú todavía no captas...

—¿Te refieres a lo de que todos tenemos que sentar la cabeza algún día? —dije, intentando no sonar demasiado sarcástica.

Aunque Sandy siempre había apoyado mi carrera peripatética, a menudo me advertía de que me estaba labrando una vejez solitaria, y si seguía evitando la maternidad, al final acabaría arrepintiéndome. Había algo en mi vida sin ataduras que la inquietaba. No me malinterpreten, no era envidia. Pero en parte la razón de que estuviera tan encantada con la noticia era que, cuando yo también fuera madre, las dos ocuparíamos el mismo terreno. Y yo finalmente tocaría con los pies en el suelo.

—Oye, que yo no te he dicho que te quedaras embarazada —dijo Sandy.

—No, solo te has pasado los últimos diez años preguntándome cuándo me decidiría.

—Y ha pasado. Y yo estoy encantada. Me muero de ganas de conocer a Tony.

—Ven a El Cairo para la boda la semana que viene.

—¿La semana que viene? —dijo, asombrada—. ¿Por qué tan deprisa?

Le expliqué lo de evitar los permisos de trabajo y residencia cuando nos mudáramos a Londres al cabo de tres meses.

—Dios mío, qué locura.

—Dímelo a mí.

Sabía que Sandy no podría venir para la boda. No solo no tenía dinero ni tiempo, sino que, para ella, cualquier lugar fuera de las fronteras de Estados Unidos era Marte. Así que, aunque hubiera tenido posibilidades de venir a Egipto, estoy segura de que habría encontrado una excusa para ahorrarse el viaje. Como me había confesado varias veces: «Yo no soy como tú, no me interesa lo que pueda haber fuera». Esa era una de las muchas cosas que me gustaban de mi hermana, no se engañaba sobre sí misma. «Soy limitada», me dijo una vez; un comentario que me pareció innecesariamente autoflagelante, teniendo en cuenta que era una mujer muy lista y muy culta que había logrado salir adelante después de que su marido la abandonara hacía tres años.

Al cabo de un mes de la sísmica partida de su marido, Sandy había encontrado un empleo de profesora de historia en una pequeña escuela privada de Medford, y no sé cómo se las arreglaba para pagar la hipoteca y alimentar a los niños. Lo cual (como ya le había dicho varias veces) demostraba mucho más valor que moverse por una serie de lugares en conflicto de Oriente Medio. Pero ahora yo lo aprendería todo de la vida en el frente doméstico, e incluso a través de aquella defectuosa conexión egipcia, Sandy percibió enseguida mi miedo.

—Todo va a salir bien —dijo—. Mejor que bien. Estupendo. Oye, que no es como si tuvieras que dejar el trabajo, o te mandaran a Lawrence (que debe de ser la ciudad más fea de Massachussets). ¡Te vas a Londres! Después de todas las zonas en guerra que has cubierto, la maternidad no será muy diferente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una relación especial»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una relación especial» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sally Pierson Dillon - Dios y el ángel rebelde
Sally Pierson Dillon
Sally Pierson Dillon
Julio César Magaña Ortiz - ¡Arriba corazones!
Julio César Magaña Ortiz
Julio César Magaña Ortiz
George Saoulidis - Más Despacio
George Saoulidis
George Saoulidis
Отзывы о книге «Una relación especial»

Обсуждение, отзывы о книге «Una relación especial» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x