Eric D. Weitz - Un mundo dividido

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¿Quién tiene derecho a tener derechos?
Solo los hombres blancos los tenían al principio, pero no tardaron en reclamarlos los colonizados, los esclavos, las mujeres, los indígenas…
La creación de los Estados nación se ha ligado a la de los derechos, pero la historia nos muestra que es un vínculo complejo. Vinculados a los nacionalismos, han generado importantes conflictos: desde los rebeldes griegos y los abolicionistas brasileños del siglo xix hasta los sionistas en el xx, incluso la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha actual.
Weitz retrata a los protagonistas, los ideales que los inspiraron y el contexto que transformaron algunos de los episodios más importantes.

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Y luego estaba la esclavitud, común en todo el mundo. Era imposible imaginar otra institución tan contraria como ella a la idea de un ciudadano con derechos. La esclavitud adoptaba múltiples formas. En América existía una demanda incesante de mano de obra esclava por parte de los propietarios de las plantaciones. Los esclavos extraían plata y otros minerales de los yacimientos y plantaban, cosechaban y procesaban azúcar, tabaco, algodón y café. Los productos obtenidos así viajaron por todo el mundo y contribuyeron decisivamente a la expansión de la economía internacional. En África y en el mundo musulmán, en cambio, la esclavitud solía ser de índole doméstica. También eran comunes los ejércitos formados por esclavos. En el Imperio otomano, hasta el siglo XVII, estuvieron integrados en su mayor parte por hombres que habían sido arrebatados de niños a sus familias cristianas y más tarde habían recibido instrucción militar y se habían convertido al islam a la fuerza. Unos cuantos llegaron a ocupar altos cargos en la Administración y el Ejército. 32En el siglo XIX, y a raíz de la creciente demanda mundial de exportaciones, resurgió la esclavitud en los países islámicos. 33En África, según dos autores británicos de la época, esta institución era mucho más tolerable: “El esclavo se sienta en la misma estera que su amo y come del mismo plato, y los dos parecen conversar como iguales […]. [Al esclavo nativo de África] se le emplea […] como esclavo doméstico, a veces como escolta. Se le suele tratar con benevolencia y hasta favoritismo. Los caprichos de la fortuna a veces lo elevan a un rango preeminente, justo debajo del soberano despótico, al que siempre le agrada rodearse de personas serviles”. 34Aun así seguía siendo un esclavo (o una esclava), y no un ciudadano con derechos.

Brasil, como Estados Unidos, era una sociedad esclavista. La esclavitud estaba, en efecto, presente en todos los ámbitos de la vida: en la economía, la política, la sociedad y la cultura (lo veremos con detalle en el capítulo IV). Había esclavos en todas partes: en los mercados, los muelles, los hogares, los talleres, las granjas y las plantaciones. Iban a buscar agua, lavaban la ropa, cosían encaje, cocinaban, compraban frutas y verduras para sus amas, cargaban y descargaban barcos y trabajaban en las plantaciones de azúcar y café. Las mujeres servían de concubinas a sus amos.

Las infracciones, incluso las más leves, se castigaban obligando al esclavo a llevar una máscara de hojalata o un grillete en el cuello o atándolo a un tronco con cadenas. 35Se le azotaba continuamente. El trabajo mismo podía costarle la vida. Las estadísticas bastan para demostrarlo: la población esclava de Brasil no se reproducía al ritmo necesario para satisfacer la demanda de esclavos, de ahí que, a pesar de la prohibición oficial, se los siguiera importando de África. Las tareas que desempeñaban eran, si no mortíferas, sí extraordinariamente onerosas. “Los esclavos son bestias de carga –escribió un viajero en 1856–. Los pesos que arrastran […] bastarían para matar una mula o un caballo”. 36Pensemos, por ejemplo, en una cuadrilla de seis esclavos obligados a empujar un carro que pesa una tonelada; hombres que van y vienen al almacén o al muelle llevando en la cabeza o a hombros sacos de café de setenta kilos. Los esclavos a veces iban atados al carro que empujaban. El viajero también menciona a una muchacha de menos de dieciséis años con un grillete en el cuello, y a una anciana que lleva en la cabeza una cuba gigantesca con comida para los cerdos, y que está sujeta con una cadena y un candado al grillete que tiene en el cuello. 37Según el viajero, los portadores de café soportaban la tarea durante una media de diez años: “El trabajo les hernia y acaba matando al cabo de ese tiempo”. Un gran número de esclavos tenían “las piernas horriblemente deformes. Andaban penosamente delante de mí; daba mucha pena verlos. Había un hombre con los muslos y las piernas tan torcidos que el tronco lo tenía a menos de medio metro del suelo. […] A otro se le cruzaban las rodillas al caminar”. 38

La esclavitud, ya fuera relativamente benigna o, como en la mayoría de los casos, absolutamente brutal, entrañaba la total falta de derechos; era, pues, lo contrario de la ciudadanía. Los esclavos eran no libres por definición; se les había privado de reconocimiento y condenado así a una muerte social, por utilizar la frase de Orlando Patterson. 39

ENCUENTROS

A partir de 1500 más de 140 millones de personas emigraron a tierras remotas desde sus lugares de origen. 40La mayor oleada migratoria se produjo a partir de 1815. Los grandes desplazamientos de población se debieron a causas económicas y políticas. Campesinos irlandeses y sicilianos, arrendatarios agrícolas chinos, campesinos africanos, judíos de Europa del Este, jornaleros hindúes… algunos emigraron voluntariamente porque buscaban una vida mejor; otros lo hicieron a la fuerza, víctimas de las élites y su firme propósito de evitar el trabajo físico, imponiendo a otros la tarea de bajar a las lóbregas minas o arar los campos bajo un sol abrasador. Sin embargo, en el caso de los emigrantes libres, no puede decirse que su decisión de desarraigarse a sí mismos y a sus familias fuera totalmente voluntaria: la pobreza y la persecución política llevaron a muchos a buscar una vida mejor en otra parte. 41

Las cifras son asombrosas. En 1820, la población mundial apenas superaba los 1.000 millones de personas; en 1920 era de 1,8 millones. 42En el periodo 1815-1914, unos 82 millones de personas emigraron voluntariamente a zonas remotas desde sus lugares de origen. 43Entre 1820 y 1914 cruzaron el Atlántico voluntariamente un total aproximado de 55 millones, el 60% con destino a Estados Unidos. 44Entre 1501 y 1867, el comercio trasatlántico de esclavos provocó el desplazamiento forzoso de unos 12,5 millones de africanos: casi 1,9 millones en el periodo de 1801 a 1825. Así se enlazó la historia de América con la de África. Entre 1501 y 1867, casi 5 millones de personas procedentes del sur del Sahara, del Cuerno de África y de la costa swahili fueron capturadas y trasladadas como esclavos al mundo islámico: África del Norte, Arabia, Persia y la India. 45

En el periodo de 1831 a 1920, casi 2 millones de indentured laborers , *procedentes en su mayoría del sur y este de Asia y que habían ido sustituyendo a los esclavos a medida que se iba extendiendo la abolición, llegaron a plantaciones, minas, campos auríferos y tendidos ferroviarios repartidos por todo el mundo, estableciéndose en zonas como el Caribe, el Sudeste Asiático, las islas del Pacífico, el este de África, Estados Unidos, Perú y Sudáfrica. 46Más de 3 millones de indios libres y casi un 1,5 millones de indentured emigraron al sur de Asia en el periodo de 1834 a 1924; he aquí un aspecto de la “revolución de la movilidad” que se produjo en Asia a partir de 1850. 47Las guerras, la pobreza y la destrucción medioambiental impulsaban a la gente a emigrar, y los nuevos medios de transporte (a saber, el ferrocarril y el barco de vapor) facilitaban su desplazamiento. 48Las cifras totales de emigrantes asiáticos, incluidos indentured laborers , son las siguientes: 30 millones se desplazaron de la India a Sri Lanka, Birmania y Malasia; 19 millones de China al Sudeste Asiático, y más de 30 millones de chinos del norte del país a la región noroccidental de Manchuria.

A estas cifras hay que añadir los 4 millones aproximados de musulmanes que se fueron expulsando de Crimea, del Cáucaso y de los Balcanes a partir de la década de 1780, a medida que el Imperio ruso se iba extendiendo hacia el sur y se iban estableciendo Estados nación de mayoría cristiana en el sudeste de Europa. La mayor parte de los desterrados se establecieron en Anatolia; otros, entre ellos un buen número de circasianos, se asentaron aún más lejos, en Oriente Medio. De los 2 millones aproximados de musulmanes, en su mayoría circasianos, que el Imperio ruso expulsó del Cáucaso entre 1859 y 1879, seguramente la cuarta parte fueron víctimas de las guerras y las enfermedades y perecieron en el camino. A partir de 1877, 1,5 millones de personas abandonaron los Balcanes para establecerse en tierras otomanas. 49

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