Evidentemente, habría todavía muchos puntos que aclarar, como por ejemplo la cuestión de los habitantes que hay arriba, en el cerebro, pero eso vendrá más tarde. De momento, tomad lo que os digo y no malgastéis vuestra vida. Diréis: “Pero ¿acaso no debemos trabajar para ganar dinero y tener una casa, un coche, casarnos y tener hijos?” Yo nunca he dicho esto. Digo solamente que, de la forma que hoy se hace, se sobrepasan los límites y sois destruidos. Si trabajáis para asegurar vuestra vida material y tener la posibilidad de pensar, de meditar, de amar, está muy bien. Pero ¿por qué querer tragárselo todo? Quieren una cosa, y después otra, y luego otra aún… y malgastan su vida para obtenerlas. No, hay que trabajar razonablemente consagrándolo todo a una idea divina. Toda esa gente que quiere ser multimillonario, los reyes de esto o de aquello, se ve obligada a sobrepasar ciertos límites, y entonces evidentemente pierden su salud y su equilibrio, y a menudo acaban en las clínicas o en los asilos psiquiátricos. ¡Y éstos son, sin embargo, los que el mundo entero toma como modelos!
En cuanto a los jóvenes, tienen como modelos a las vedettes de cine o a los cabecillas, o los drogadictos, o a los anarquistas, y lo darían todo para parecerse a ellos. La prensa, el cine, el teatro, la publicidad, todo contribuye a orientarlos hacia un camino pernicioso. Se diría que todos se han confabulado para que la humanidad se pierda… ¡y ellos también, por otra parte! Los humanos galopan hacia los abismos, pero como estos abismos no se presentan inmediatamente, ni siquiera sospechan de que existan y siguen corriendo hacia ellos. Si fuese posible verlos desde lejos, podrían tomar precauciones; pero como están lejos y camuflados, corren, corren… y como ya no pueden pararse, caen. Llega un momento en el que ya es demasiado tarde, y aunque vean los abismos ya no pueden detenerse, ya no pueden recular, y se acabó. A cuántos he oído decir: “Veo el abismo abierto ante mí, ¡pero ya no puedo detenerme!”
¡Bienaventurados aquellos que hoy me han comprendido! Pero aunque no me hayáis comprendido, hay miles de personas en el mundo que me comprenderán porque tienen antenas y captan mis ondas. Sí, si vosotros no me comprendéis, hay otros que me comprenden y que reciben mis palabras incluso mejor que muchos de vosotros. Yo leo y oigo en el mundo algunas de mis frases, algunas de mis fórmulas… ¡Es formidable cómo las han captado!
Sevres, 6 de abril de 1970
III
En la última conferencia os di un ejemplo que debería haceros reflexionar: el del jardinero. El jardinero ha plantado verduras y árboles frutales, hasta ha cavado regueros para regarlos, pero si falta el agua, las plantas se secan. Ahí tenéis el cultivo de los humanos: lo han preparado todo, no falta de nada, pero se han olvidado del agua, es decir, de la vida, de la energía; entonces todo se seca y muere. Y la diferencia precisamente entre un Iniciado y un hombre ordinario, es que el Iniciado se ocupa en primer lugar de llevar el agua porque sabe que el agua encontrará su camino.
El ser humano posee brazos, piernas, un estómago, pulmones, un corazón, un hígado, un cerebro… Todo está ahí, no le falta nada, pero si le falta el “agua”, es decir si falta la sangre, ya se está muriendo. Pero he aquí que le dan sangre: de nuevo sus órganos se reaniman y habla, camina, gesticula. Todo el mundo sabe esto. Pero ¿por qué en el dominio de la vida psíquica, espiritual, ignoran esta verdad, la de que, en primer lugar, deben llevar el agua? Se ocupan de todo lo demás, salvo del agua, y están cansados, somnolientos, embrutecidos. Sin embargo, lo han preparado todo… Sí, lo han preparado todo pero no hay agua.
Tomemos otro ejemplo: cada casa está equipada con una instalación eléctrica, pero si la corriente no está ahí, nada funciona. Y el mismo fenómeno se produce por todas partes. Hay pues que cambiar esta filosofía que se limita a poner a punto solamente el lado exterior de la vida sin ocuparse de mejorar la vida misma, de llevar el agua. Cuando se trata de la agricultura, todo el mundo sabe que hay que llevar el agua, porque solo así las plantas van a crecer; pero cuando de trata de la existencia humana, ya no saben lo que hay que hacer. Y por eso la ciencia de la vida será un día el mayor descubrimiento.
Así pues, mis queridos hermanos y hermanas, todavía quedan muchas cosas que deciros, y se os dirán. Para aquéllos que quieren perfeccionarse, para aquellos que quieren hacer un trabajo sobre sí mismos, todo está aquí. Que vengan y se les dará los argumentos, los métodos, los medios, los materiales, las condiciones para cambiar su vida. Porque eso es lo que debéis hacer: cambiar vuestra vida. Vivid una vida pura, intensa, luminosa, y ella se encargará de atraer hacia vosotros a los seres que os serán favorables, que os ayudarán, que os amarán. Vivid solamente esta vida y dejadla hacer, no sabéis hasta dónde puede ir para invitar a las criaturas que os convengan exactamente y llevarlas hasta vosotros. Y un día diréis: “No he buscado a mi alma gemela, no he buscado a mi bienamada, y sin embargo ha venido… desde las profundidades del universo, ha venido…” 9
¡Pero tratad de hacer comprender esto a los humanos! No emanan nada, no envían esta vida para atraer a un ser que les corresponda, y para encontrar a su alma gemela, escriben en los periódicos, van por todas partes a las recepciones, y hasta a los cabarets. Y allí la encuentran… ¡y de qué manera! La olla ha encontrado su tapadera, como se dice. Se encuentran para sufrir y tirarse de los pelos. ¿Por qué? Porque no es así cómo hay que buscar. Hoy, por primera vez, oís algo completamente nuevo. No busquéis a vuestra alma gemela, tratad solamente de vivir la vida divina y esta vida divina se encargará de encontrarla. Cuando la encontréis, diréis: “Sí, es a ti a quien buscaba desde hace mucho tiempo… Te conozco, estoy contigo desde hace miles de años…” Entonces, ya no hay más peleas, ya no hay más discusiones cómo se ven hoy… ¡un amor tan ordinario! Los hombres se encuentran y ya se están masacrando, porque se han buscado demasiado abajo.
Había una hermana de la Fraternidad, ¡una maravilla! Sí, su voz era una maravilla, es posible que en el mundo entero no hubiese otra voz semejante. Podía hacer fortuna, tener todo lo que quisiese, pero era tonta, quería casarse a toda costa. Cómo todavía era muy joven, ¡cuántas cosas le pude decir!… Que tenía que esperar, que después tendría cientos de candidatos, mientras que si se precipitaba haría una tontería y sufriría… Pero ella no me escuchó, y frecuentando los clubs nocturnos encontró a alguien; sí, en un club nocturno… La volví a prevenir una vez más, pero no pude hacer nada, se casaron. Una vez casados, casi se matan entre sí. Se pegaron… ¡era formidable! Se pegaron para subrayar mis palabras… Sí, mis palabras eran subrayadas, ¡y de qué manera! Al final se separaron: él se fue a América del Sur y ella se quedó en Francia. Después, claro, buscó un segundo marido, ¡y otra vez la misma historia! Después un tercero, y tampoco fue mejor. Ahora está sola… ¡y en qué estado!
Yo os digo: “¡No busquéis! Vivid primero y tendréis a miles de personas que vendrán junto a vosotros…” Supongamos que sea invierno, hace frío y todo el mundo tirita; pero si vosotros sois un fuego vendrán a calentarse a vuestra llama. Procurad primero tener el fuego, y todo el mundo vendrá a calentarse. Pero los hombres no tienen fuego, están helados y dicen: “¿Por qué no vienen?… ¿Por qué no me aman?…” Porque están demasiado fríos. Es así de sencillo, ¡tan sencillo! Pero la gente no lo ha comprendido. ¿Os asombráis, mis queridos hermanos y hermanas, de esta simplicidad? ¡La simplicidad! ¿Qué es la simplicidad? Es vivir, solamente vivir, pero vivir divinamente. Hay demasiadas cosas complicadas, sofisticadas, engañosas. Los hombres farolean, se dan importancia y se engañan mutuamente con bellas palabras. Incluso yo os puedo decir: “Si queréis, no creáis ni siquiera lo que os digo, pero tratad de sentir, tratad de ver si yo estoy viviendo la vida de la que os hablo y creed solamente en la vida. Yo sólo creo en la vida...”
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