Nuevos músicos importantes se añaden a la lista de creadores: Salvador Agüero, Álvaro López, Juan Ramón Sordo, Gonzalo González, Félix Agüero, Eduardo Sánchez Cárdenas, bateristas; Freddy Guzmán, Mario Contreras, Adolfo Sahagún, Ramón Flores, Leo Muñiz, Víctor Guzmán, Carlos García, Roberto Mendoza, trompetistas; los pianistas Félix de la Mora, Enrique Orozco, Jorge Ortega, Luis y Ricardo Ocádiz, Pedro Plasencia, Tony Alemán, Jesús “Chucho” Altamirano, Enrique Neri, Juan José Calatayud y Chucho Zarzosa. Este último con una trayectoria previa que le permite alcanzar extraordinarios éxitos.
Entre los contrabajistas encontramos a Carlos Macías, Pancho Becerra, Fernando Sandoval, Mario Ballina, José Luis Rivas y Ernesto Espinosa. En los saxos estaban Rodolfo “Popo” Sánchez —el de mayor reconocimiento en la actualidad—, Adolfo Díaz, Mike Bravo, Chinto Mendoza, Esteban Favela (de Ciudad Juárez), Fernando Montes, Armando Noriega, así como el extraordinario y experimentado Ramón Negrete. En otros instrumentos se destacaron los trombonistas Jesús Aguirre, Enrique Sida y el mexico-norteamericano (ex de la banda de Buddy Rich), Vicente “Vince” Díaz.
En la guitarra sobresalen Nicolás Martínez, Miguel Peña, Luis Agüero y Fernando Díaz. Hay que hacer una mención muy especial del “multiinstrumentista” originario de Acapulco, el gran virtuoso Macario Luviano.
En esas fechas había pocas orquestas de Jazz. La más destacada es la de Leo Acosta. El Jazz vocal tiene entre sus principales exponentes a Hoppe Holle y Vin Morris de los Estados Unidos, Kateryn Georges de Francia, Monna Bell de Chile. Representando a México uno de los mejores del mundo que es Freddy Noriega, quien además ha sido baterista y pianista de gran trayectoria.
En el inicio de los años sesenta se le abrieron las puertas de las grandes salas de concierto al Jazz mexicano, propiciando —como sucedió en Nueva York en 1938—, nuevas posibilidades de público y de reconocimiento para esta música, ventaja lograda por el trompetista “Chilo” Morán con su sexteto (1961).
Unos meses después se habrá dado un paso importante, al presentar en el Palacio de Bellas Artes varios conciertos con la orquesta del reconocido músico cubano Arturo “Chico” O’Farrill, quien había escrito en Estados Unidos música para Benny Goodman y Stan Kenton, entre otros. Con su orquesta de jazzistas mexicanos, formada durante su estancia en la capital de 1957 a 1965, estrena varias obras importantes como la Suite Azteca y su Sinfonía en Jazz.
Por su parte, el baterista Tino Contreras incursiona en Festivales en los Estados Unidos, como el de Evansville en Indiana, donde actúa con su cuarteto y alterna con gigantes de la talla de Duke Ellington, Dave Brubeck, Julian “Cannonball” Aderley, Dinah Washington y Mel Torme entre otros. En 1961 no sólo capta la atención del público, sino también de la crítica especializada como la de Gene Lees y Ena Nauton.
Pero no todo fue felicidad. Al crearse la nueva Unión de Músicos (que en México es un Sindicato), se inició una época de intolerancia hacia lo extranjero. Muchos músicos importantes de Jazz, que radicaban aquí, regresaron a sus países de origen, y se redujeron las posibilidades de crecimiento del Jazz nacional.
El apoyo de la industria del disco a la música de Rock hizo que la mayoría de los lugares de Jazz cerraran sus puertas, o se convirtieran en sitios de Rock. Quizás lo único positivo fue que muchos músicos jóvenes, por medio de esa música, se acercaran al Jazz. Bastaría mencionar a Abraham Laboriel.
A pesar de la disminución de lugares para el Jazz, en la segunda parte de esta década se incrementaron las actividades internacionales en las principales ciudades del país. Algunos de los más conocidos artistas que nos visitaron fueron Art Blakey, Chico Hamilton, Thelonious Monk, Herbie Hancock, Stan Getz y Dizzy Gillespie. Del Brasil, con la nueva música que estaba naciendo, vinieron Antonio Carlos Jobim, Carlos Lira y Hermeto Pascoal. Lo más importante de todo es que había interacción con los jazzistas mexicanos, ya fuera en los propios teatros o en los clubes. Dentro de esas presentaciones destacaría la de la orquesta de Edward K. “Duke” Ellington en Septiembre de 1968, año difícil para el mundo y para México, que al tiempo que celebraba los Juegos Olímpicos, daba curso a la represión estudiantil. En esas presentaciones estrenó Duke la Mexican Suite una obra que, por desgracia, jamás volvió a interpretarse.
1970-1980
La electrónica estaba en su apogeo en el Jazz, y México no fue la excepción. Al haberse presentado el grupo “Passport” del alemán Klaus Doldinger, se provocó una nueva apertura.
Con menos lugares para actuar, pero con mejor preparación musical, los jazzistas van incorporando elementos del rock con la música mexicana, y encontrando un nuevo idioma en composiciones originales. Por supuesto lo acústico no dejó de existir, al igual que la interpretación de temas estándar. Surge a mediados de esa década una primera marca disquera con intenciones de producir Jazz: la N.C.L., que sólo llegó a hacer unos cuatro discos con grupos locales, y algunos más con grupos cubanos.
En ese tiempo existen grupos importantes, que a diferencia de otras épocas llevan nombres específicos. Entre ellos destacan “Blue Note”, “Morgana”, “Méndez Trío”, “Polifonías”, “Cuarteto Mexicano de Jazz” y “Sacbé”. La mayoría, por fortuna, deja grabaciones que ahora se vuelven a editar. Es común que en algunos de los principales hoteles capitalinos haya grupos de Jazz, y a finales de la década se abre un nuevo club que originalmente se llamó “Musicafé 2” y posteriormente “New Orleans”.
Surgen algunos de los músicos más importantes del movimiento del Jazz en México, con gran calidad y mayor preparación académica, que en muchas ocasiones hemos representado —me incluyo entre ellos—, a nuestro país en el extranjero. Intentaré mencionar a los más destacados, pero obviamente no son todos:
Abraham Laboriel, que ha realizado una sorprendente carrera en los Estados Unidos. Originalmente en México interpretaba la guitarra y el bajo eléctricos. Uno de sus primeros grupos importantes se llamó “Los Profetas”, que fusionaba elementos de rock con Jazz y música étnica, siendo pioneros en ese resultado.
Eugenio Toussaint es uno de los más destacados compositores y pianistas hasta la fecha. Con su grupo “Sacbé”, formado por sus hermanos Enrique (bajo) y Fernando (batería), logró éxitos notables incluidos en el “Billboard Californiano” de los 80. En varias de las ediciones de los “Real Book” aparecen composiciones de Eugenio. También ha realizado discos compactos en las marcas Trend y Discovery, con buena distribución. En la actualidad el grupo ha invitado al multialientista Paul McCandless para integrarse a Sacbé.
Cristóbal López, ahora llamado Cris Lobo, es sin duda el mejor guitarrista de la escena mexicana. Posee una calidad comparable a la de los mejores del mundo y ha tenido oportunidad de presentarse en los Estados Unidos y Europa con muy buena crítica. Sus actuaciones han sido, usualmente, al lado del fino pianista Enrique Neri. Hace poco fueron invitados por Abraham Laboriel en Los Ángeles. Cris ha grabado varios discos interesantes en los cuales muestra su gran capacidad de compositor.
Miguel Salas (1951-1997) fue un versátil pianista que, apasionado del Jazz, dedicó mucho tiempo a lograr un sonido y un estilo entre el crossover y la música latinoamericana, con matices muy claros de lo mexicano. Dejó poco producido en discos, aunque actualmente se están recopilando algunas grabaciones inéditas.
Alejandro Campos es uno de los mejores saxofonistas en México. Ha pertenecido a la mayoría de los grupos y proyectos desde los años 70, tales como “Blue Note”, “Sacbé”, “Astillero”, “Jade Visions”, “Viva Fidel”, etc. Su gran capacidad le ha permitido ser parte de las mejores Big Bands de los últimos veinte años. Aunque aún no tiene un disco con una propuesta propia, se le puede escuchar en infinidad de grabaciones.
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