Durará este encierro
Durará este encierro
escritoras peruana en cuarentena
Anahí Barrionuevo / Ana María Vidal / Victoria Guerrero
Durará este encierro
escritoras peruana en cuarentena
Alessandra Tenorio |
Gabriela Freyre |
Myra Jara |
Alina Gadea |
Giovanna Pollarolo |
Nataly Villena Vega |
Ana María Falconí |
Grecia Cáceres |
Patricia Castro Obando |
Ana Varela |
Irma del Águila |
Rocío Uchofen |
Andrea Cabel |
Isabel Menéndez Ibárcena |
Rommy Balabarca |
Andrea Ortiz de Zevallos |
Jacqueline Fowks |
Rosalí León-Ciliotta |
Andrea Paz |
Julia Wong Kcomt |
Rossana Díaz Costa |
Becky Urbina |
Karen Luy de Aliaga |
Roxana Crisólogo |
Cecilia Zero |
Kathy Subirana |
Sophie Canal |
Christiane Félip Vidal |
Katya Adaui |
Susanne Noltenius |
Claudia Cisneros |
Leydy Loayza |
Tania Castro |
Claudia Paz |
Lisette Balabarca |
Teresa Ruiz Rosas |
Claudia Rosas Lauro |
María José Caro |
Teresina Muñoz-Nájar |
Claudia Salazar Jiménez |
María Luisa del Río |
Tilsa Otta |
Doris Bayly |
Mariana de Althaus |
Ulla Holmquist Pachas |
Erika Stockholm |
Mariela Dreyfus |
Valeria Román Marroquín |
Fietta Jarque |
Mariemma Mannarelli |
Violeta Barrientos |
Fortunata Barrios |
Mónica Ricketts |
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Durará este encierro. Escritoras peruanas en cuarentena
©2021, de las autoras: Alessandra Tenorio, Alina Gadea, Ana María Falconí, Ana Varela, Andrea Cabel, Andrea Ortiz de Zevallos, Andrea Paz, Becky Urbina, Cecilia Zero, Christiane Félip Vidal, Claudia Cisneros, Claudia Paz, Claudia Rosas Lauro, Claudia Salazar Jiménez, Doris Bayly, Erika Stockholm, Fietta Jarque, Fortunata Barrios, Gabriela Freyre, Giovanna Pollarolo, Grecia Cáceres, Irma del Águila, Isabel Menéndez Ibárcena, Jacqueline Fowks, Julia Wong Kcomt, Karen Luy de Aliaga, Kathy Subirana, Katya Adaui, Leydy Loayza, Lisette Balabarca, María José Caro, María Luisa del Río, Mariana de Althaus, Mariela Dreyfus, Mariemma Mannarelli, Mónica Ricketts, Myra Jara, Nataly Villena Vega, Patricia Castro Obando, Rocío Uchofen, Rommy Balabarca, Rosalí León-Ciliotta, Rossana Díaz Costa, Roxana Crisólogo, Sophie Canal, Susanne Noltenius, Tania Castro, Teresa Ruiz Rosas, Teresina Muñoz-Nájar, Tilsa Otta, Ulla Holmquist Pachas, Valeria Román Marroquín, Violeta Barrientos
©2021, de las editoras: Anahí Barrionuevo, Ana María Vidal, Victoria Guerrero
©2021, Contratapa Proyectos Culturales S.A.C., para su sello Cocodrilo Ediciones
Jr. Nicolás de Piérola 451, urb. Liguria, Surco, Lima, Perú
cocodriloediciones@contratapa.pe
www.cocodriloediciones.com
Dirección editorial: Contratapa Proyectos Culturales
Diseño de portada: Mario Vargas Castro
Primera edición digital en Cocodrilo Ediciones: julio de 2021
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio físico o digital, sin el permiso previo del editor. Todos los derechos reservados.
Prólogo a seis manos
(tell me the truth)
dime
¿durará este asombro?
¿esta letra carnal
loco círculo de dolor atado al labio
esta diaria catástrofe
esta maloliente dorada callejuela sin comienzo ni fin
este mercado donde la muerte enjoya las esquinas
con plata corrompida y estériles estrellas?
Blanca Varela,
«Nadie sabe mis cosas», Valses y otras falsas confesiones
Las poetas son a menudo profetas. «¿Durará este asombro […], esta diaria catástrofe?», palabras escritas en un poema que hoy son el vocabulario de nuestras vidas. Un vocabulario como una pandemia que se actualiza en todos los idiomas, que se lee/oye en todas las noticias. No hay día, desde diciembre de 2019, en que las noticias expresen algo distinto a una catástrofe: número de personas contagiadas, enfermas, muertas. Las ciudades más pobladas del mundo cayeron/caen/caerán, se enfermaron/enferman/enfermarán. Los tiempos verbales ya no nos sirven. Las secuelas de la paralización y de la muerte se ensañan ante todo con las desposeídas: las niñas, las mujeres, las ancianas, las migrantes y racializadas. Ellas, que son quienes mejor conocen este vocabulario desde que nacen, no sabían —no podían saber— cómo enfrentar «este loco círculo de dolor». La palabra convertida en virus, como otra de tantas violencias, las diezmaba/diezma/diezmará.
«Durará este encierro, como aquel asombro», nos dijimos en marzo de 2020, sabiendo que las huellas de quince días no se borrarían concluido el plazo quincenal de la cuarentena, intuyendo que ese momento tendría un eco largo; sospechando que algo, que mucho, cambiaría, y que ese cambio habría de ser definitivo. «Durará este encierro», presumimos; pandemia no era una palabra cualquiera, y menos por las características de la amenaza: un virus con alto nivel de contagio, capaz de extenderse por todo el mundo en apenas dos meses. Por eso era importante ponernos a escribir la urgencia, documentar la incertidumbre de lo que nos estaba sucediendo, captar esos primeros días de encierro, de catástrofe. Anotar y aprender ese nuevo vocabulario que asfixiaba al mundo. Asediar una verdad que fuera nuestra, y alcanzarla, para poder enfrentar lo que vendría. La escritura nos daba la oportunidad de mostrar una sensibilidad, el pulso de autoras peruanas desde diversos puntos del país y del planeta. Esa condición de migrantes perpetuas les daba también tal ventaja: la de ver el todo desde distintos frentes.
Ha pasado casi un año.
El encierro no ha sido un tiempo quieto para nosotras: hospitales, insuficientes y carentes, colapsados; la constatación final de unos años tan supuestamente prósperos como evidentemente inútiles; ser el país que más crecía en la región, pero el que menos invertía en salud y en educación. Como si esto fuera poco, sobrevinieron una vacancia presidencial, un gobierno ilegítimo y un estallido social que solo nos sumaron más dolor con los asesinatos de Inti Sotelo y Bryan Pintado, jóvenes que salieron a defender la democracia y a mostrar su rechazo frente a la irresponsabilidad de los políticos en medio de la peor crisis sanitaria de nuestra historia. Al lado del dolor, sin embargo, también sentimos esperanza. La esperanza de ver cómo miles, millones de muchachas y muchachos salían a las calles para ayudar a sus compañeras y compañeros a desactivar las bombas lacrimógenas que les lanzaban a mansalva. Si hasta entonces algunos la señalaban como una generación ensimismada, indiferente, toda duda quedó despejada; en las redes mostraron su indignación y se organizaron; en las calles lucharon y dieron pelea. Poco después respondieron los trabajadores agrarios en Ica y La Libertad, protestando contra un régimen laboral de explotación. Fueron asesinados allí jóvenes que reclamaban al menos la promesa de un futuro. Ante esta represión injustificable y frente a estas muertes, hasta el momento solo tenemos un silencio que lacera, una acumulación de días sin condena a los culpables. Porque pedir perdón no es hacer justicia.
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